7 DE NOVIEMBRE DE 2011

BAIGORRI
EL DESPOBLADO DE OTEIZA DE LA SOLANA

Texto: Fernando Hualde
Fotos: Juan Luis Landa


Estado actual de la iglesia de Baigorri

El despoblado de Baigorri, en el término de Oteiza, fue una de las propiedades históricas de los Condes de Lerín y del Duque de Alba.

En puertas ya, como quien dice, del quinto centenario de la conquista de Navarra, nos vamos a acercar hoy a uno de los muchos despoblados que tenemos en nuestra tierra, y que en este caso ha sido durante siglos propiedad del Conde de Lerín y del Duque de Alba, protagonistas y artífices de aquella conquista. Me refiero al despoblado de Baigorri, asomado al río Ega en el término municipal de Oteiza de la Solana.
La imagen hoy de este lugar me atrevería a decir que impresiona. No es un despoblado como los demás. Me explico. Cuando un lugar queda despoblado tanto sus casas como su iglesia poco a poco, y desde el tejado, se van viniendo abajo, dándole a ese espacio una imagen casi diría yo que fantasmagórica. Pero en este caso, y centrándonos principalmente en la iglesia de la Purificación, a todo esto hay que añadir una ruina forzada, es decir, una acción humana de destrucción, la que hicieron las tropas francesas hace dos siglos para evitar que Mina volviese a refugiarse en ese lugar. Es por ello que las ruinas de esta iglesia son atípicas, con dos paredes todavía en pie, y otras dos totalmente ausentes.

Fachada del palacio del Duque de Alba

Despoblado en el XV

Siglos atrás, cuesta imaginárselo, hubo allí un castillo rodeado de un bosque inmenso. De hecho, la primera referencia documental del Baigorri altonavarro alude al castillo, informando que Lope Garcés era en el año 1057 el tenente del mismo. Era esta una villa que formaba parte del patrimonio de la Corona; de hecho vemos cómo en el año 1264 los vecinos de Baigorri, que hasta entonces habían tenido potestad sobre el patronato de la iglesia, delegan este derecho en el propio monarca, hecho este que, visto desde la distancia, aparenta ser un gesto de sumisión y un buen regalo al rey, pero… habría que saber si realmente era así. Basta con ver que medio siglo después, en 1320, el rey traspasa este privilegio al propio obispado de Pamplona.
Lo cierto es que en aquella época Baigorri, que tiene el funcionamiento propio de un concejo, vivía en un declive demográfico progresivo. Dicen los datos que en 1330 contaba esta localidad con 53 fuegos, de los que 22 eran de los denominados pobres; a partir de allí fue perdiendo población a pasos agigantados, y es así cómo en el año 1468 la princesa Leonor califica a esta villa como desolado, o despoblado que diríamos hoy.
Las ruinas de aquella población y todo su término las pasó la susodicha princesa a un tal Juan Elías, estellés. Y fue de manos de éste, de quien la propiedad pasó a los Condes de Lerín, que en 1565 la traspasan al Duque de Alba. Se conserva el dato de que unos años antes, en 1548, se construyó en el Ega, dentro de la jurisdicción de Baigorri, una presa con su correspondiente acequia, infraestructura esta que finalmente una riada se la llevó por delante.
Pudo ser en esta etapa cuando Baigorri, restaurado su palacio y su iglesia, vuelve a convertirse en un lugar habitado. Tenemos el dato de que en 1786 contaba con 22 habitantes.
La propiedad de este lugar, a juzgar por los diversos documentos posteriores, parece que revertió de nuevo en los condes de Lerín, que son los que figuran en los últimos siglos como legítimos propietarios. Ellos habitaron el palacio de Baigorri, y ellos eran los que en este lugar, para su mejor gobierno, designaban siempre un alcaide y dos guardas; el primero obligadamente tenía que ser de Navarra “y plaza jurada anexa a la alcaldía mayor de Larraga”.
En el año 1788 un informe que fue enviado a la real Academia de la Historia describía perfectamente este lugar, y lo decía así: “En este bosque, o monte, tiene el conde de Lerín un palacio que demuestra antigüedad, en una elevación sobre el río Ega. Tiene en él un alcaide y dos guardas”. Alude este mismo documento a que en todo el término había un bosque de encinas, monte y pastos. Y que el núcleo principal lo constituía la antigua iglesia románica, con su torre, y el palacio señorial, con porches en la planta baja, y una galería sobre pilares de piedra en el piso principal.

Ausencia de carpintería; tan sólo piedra y amenazando ruina

Importante el siglo XIX

Dentro de la historia de este lugar, y aunque el siglo XX haya marcado por segunda vez su condición de despoblado, hay que reconocer que el siglo XIX dejó una profunda huella. Curiosamente, a mediados de ese siglo, puntualmente aparece como propietario del lugar el duque de Berwick y Alba, seguramente fruto de la suspensión del condado de Lerín durante la primera mitad de aquél siglo como consecuencia de la revolución liberal. Fue, sin duda, un momento curioso, que se tradujo en la desaparición del cargo del alcaide en este lugar, y en el que a la vez la jurisdicción del mismo pasó al Consejo de Navarra, entidad ésta que también llegó a extinguirse en el siglo XIX.
De hecho, la desaparición del Consejo, titular de la jurisdicción de Baigorri, creaba una situación atípica, quedando este lugar como tierra de nadie, como un lugar totalmente independiente. Situación ésta que fue efímera, pues inmediatamente el término de Baigorri quedó incorporado al de Oteiza.
Al margen de estas vicisitudes, el siglo XIX trajo consigo para este lugar otro tipo de desgracias. Las tropas de Napoleón encontraron en esta localidad una resistencia que no esperaban; en la iglesia de Baigorri se hicieron fuertes los seguidores de Mina, librándose en Baigorri una dura batalla entre los unos y los otros, convirtiéndose aquella iglesia en fortaleza y parapeto. No es por ello de extrañar que posteriormente las tropas francesas la destruyeran parcialmente para que nunca más pudiera ser usada como fortaleza defensiva. Son paradojas de la historia, caprichos de ésta, pues fue en ese momento cuando el Duque de Alba conoció en su propiedad la misma medicina que tres siglos antes había aplicado él en tantos y tantos castillos y fortalezas de Navarra para evitar que esta se revolviese contra las tropas castellanas que, bajo su mando, conquistaron el Reino de Navarra.

Restos medievales. Vemos el pozo y la fuente.

Deshabitado para siempre

El siglo XX fue también crucial para Baigorri. A mediados de este siglo es cuando Baigorri, por segunda vez, queda totalmente deshabitado, aparentemente ya para siempre. El nomenclátor de población de 1960 nos informa que en ese año ya no vivía nadie en el lugar. A partir de ese momento, y de forma progresiva, los edificios van conociendo un declive que ha venido a convertir, actualmente, a este despoblado en un lugar que impresiona y que duele verlo.
En los pasados años ochenta, concretamente en 1986, 1987 y 1988, bajo la dirección de Carmen Jusué, se realizaron varias excavaciones y catas arqueológicas que permitieron delimitar con exactitud el edificio de la iglesia, ubicar la antigua necrópolis, conocer una parte del despoblado medieval, y consolidar algunos restos.
Baigorri invita hoy a una intervención más amplia. Son realmente escasos los despoblados que hay en esta parte de Navarra, y habría que saber valorar y valorizar estos restos tan llenos de historia, saber interpretarlos y documentarlos, sacar a la luz y de forma responsable cuanto haya de valor en sus restos medievales. No se trata de reconstruir, sino de limpiar y consolidar, y de paso cuidar este lugar para que siga siendo historia viva, para que sus ruinas y sus piedras nos sigan contando cosas. Merece la pena.

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