29 DE ABRIL DE 2012

MEOZ
BAJO LA CUSTODIA DE SANTA COLOMBA

Texto y fotos: Fernando Hualde



Ermita de Santa Colomba, en Meoz (valle de Lónguida)


Dentro de la compleja biografía de Santa Colomba, que vivió en el siglo III, por caprichos del destino esta legendaria vida encuentra sus interferencias en la localidad navarra de Meoz.

            Hay muchos pueblos en Navarra en los que, salvo que suceda algo extraordinario, su existencia pasa totalmente desapercibida. Por lo general están apartados de las vías importantes de comunicación, y su población suele ser bastante escasa; y casi siempre suelen estar en la mitad norte de nuestro viejo reino. Vamos hoy a centrarnos en uno de ellos, y para ello nos vamos al valle de Lónguida, en la merindad de Sangüesa. Muy cerca de Murillo sale una pequeña carretera que, tras rebasar Villanueva, nos permite llegar hasta Meoz. Ese es nuestro destino.
            Vive hoy poca gente en este lugar, al menos si establecemos una comparación con hace un siglo, por poner una fecha. Queda lejos en el tiempo, aunque todavía pervive en la memoria de algunos, aquellos años en los que había escuela, frente a la iglesia; cuando se proclamó la II República en esta escuela mandaron retirar el crucifijo y la Inmaculada, y en su lugar se puso una figura de la matrona, que simbolizaba a la República, y la bandera tricolor republicana; así lo recuerdan todavía hoy algunas personas que entonces estaban en edad escolar.
            Todavía hay, también, quien se acuerda de cuando se celebraba la fiesta infantil el día de San Gregorio (12 de marzo), y los niños iban de casa en casa, uno de ellos vestido de obispo, mitra incluida, y otros dos de monaguillos, cantando aquello de “San Gregorio coronado, un obispo muy honrado…”, armados con una alforja, un asador y una cesta, en donde iban metiendo todo lo que se les daba en las casas, que solían ser longanizas, huevos, tocino…, que luego merendaban en la escuela.
            Y el 5 de enero… se empezaba haciendo sonar los cencerros en las ventanas, y luego se salía a la calle, para ir camino de Javerri dejando que sonasen las eskilas y vitoreando a los Reyes Magos. Y por carnavales… que salían las mascaritas, ataviados con sacos y delantales. Y las rondas de los domingos… Por no hablar de aquellas tortas exquisitas que hacían los de Zazpe en su horno, que hacían las delicias de los niños de entonces. O de las fuesas que se ponían en la iglesia para honrar a los difuntos, con aquellos rollos de cera metidos dentro del propio cajón de la fuesa, a la espera de que el clérigo de turno, a cambio de unos céntimos, rezase y cantase unos responsos que a buen seguro librarían al alma del difunto de ese mal trago que es el infierno. O de cuando hicieron la Primera Comunión los gitanos de Javerri en la iglesia de Meoz. O de cuando en una ocasión el obispo fue hasta Meoz y repartió allí menos indulgencias que algún otro vecino. Y mil recuerdos más de los que ya hablaremos en otra ocasión. Vamos ahora a centrarnos en otro tema.

Interior de la ermita de Santa Colomba

Santa Colomba

            Subiendo desde Villanueva de Lónguida hacia Meoz, un poco antes de llegar al pueblo, encontramos en el lado izquierdo una hermosa ermita románica, de gran belleza arquitectónica; “Hermita de Sta. Colomba”, reza el azulejo blanco de esquinas azules que hay en su fachada, junto a la puerta de acceso. Y así es, la ermita y el cementerio se funden armoniosamente en un único conjunto monumental, haciendo gala la primera de un bello ábside que, me atrevería a decir, carece de defecto alguno.
            Hasta aquí todo normal. Pero vamos a empezar con la salsa del asunto. Lo primero que llama la atención es la existencia en Navarra de un edificio religioso dedicado a la advocación de Santa Colomba, “la mártir de las catacumbas” que le han llamado algunos de sus biógrafos. Su vida, situada en el siglo III, está envuelta en misterios y leyendas; un dato que parece seguro es que nació en Hispania en el año 257, sin poderse concretar el lugar exacto. Y otro dato, también aparentemente seguro, es que esta muchacha, a la edad de 16 años, murió martirizada en la localidad francesa de Meaux, antigua capital de la región geográfica de la Brie. Quien sepa hablar francés habrá observado de inmediato que Meaux y Meoz, casi se pronuncian de la misma manera. ¿Es casualidad?; si realmente es casualidad, es una gran coincidencia que precisamente en Meoz se venere a Santa Colomba, que muere virgen y mártir en el año 273 en una localidad que lleva prácticamente el mismo nombre; tanto más, y que alguien me corrija si me equivoco, si en Navarra esta ermita de Meoz es el único edificio dedicado a esta advocación.
            Segunda cuestión: ¿porqué se le venera a esta santa en Meoz?, ¿hay allí acaso alguna reliquia?. Hace un tiempo (20 de diciembre de 2009) publicábamos en esta sección un reportaje sobre un cuerpo momificado que hay en la iglesia de Garde, atribuido a San Bonifacio, atribución esta que no solo viene respaldada por la transmisión oral que así lo avala, sino también por un certificado de autenticidad expedido en Roma.
            Detrás de la presencia del cuerpo de San Bonifacio existe una curiosa historia de la que fueron protagonistas varios miembros de la saga familiar de los Atocha, originarios de la misma villa roncalesa de Garde. Felipe y Pascual Atocha Maisterra, hermanos, hijos de Pascual de Atocha y de Isabel Maisterra, durante la segunda mitad del siglo XVII tuvieron una vida de lo más ajetreada. Tenían su propia flota de barcos, y con dos de ellos, el “San Joaquín” y el “San Juan Bautista”, emprendieron un viaje a las Indias, en el cual tuvieron un serio percance al ser abordados por varios barcos piratas; dicen que ante la inminencia de su muerte se encomendaron a la Virgen de Zuberoa, venerada en Garde, y lo cierto es que lograron darle la vuelta a la situación y no sólo les ganaron a los piratas, sino que les arrebataron todos los tesoros que llevaban. Con ese botín, que debía de ser muy cuantioso, hicieron tres cosas: la primera de ellas fue arreglarle a la Virgen de Zuberoa su ermita de Garde; la segunda cosa fue crear una capellanía que permitiese asistir económicamente a todos los niños del valle de Roncal que no tuviesen dinero para pagarse sus estudios; y lo tercero que hicieron fue traer desde Roma numerosas reliquias, muy importantes en aquel tiempo, entre las que había nada menos que cuatro cuerpos momificados de santos, todos ellos con su correspondiente certificado de autenticidad.
            De los cuatro cuerpos que trajeron se sabe que dos de ellos se depositaron en la catedral de Pamplona; no hay que olvidar que Pascual de Atocha fue canónigo de la misma. Un tercer cuerpo fue el de San Bonifacio, a quien se le hizo una urna en la iglesia de Garde, en donde se conserva desde entonces. Y el cuarto cuerpo fue el de Santa Colomba, que se llevó a Meoz. ¿Porqué allí?, ¿por llamarse casi igual que la localidad francesa en donde fue decapitada esta santa?, ¿por qué ya existía allí un templo en honor a esta santa?; no lo sabemos. Lo cierto es que al pequeño pueblo de Meoz, a finales del siglo XVII les llegó el supuesto cuerpo de Santa Colomba, lo cual explica el porqué una ermita, construida unos siglos antes de este episodio, venera a Santa Colomba, sin descartarse que ya se le venerase con anterioridad a la llegada de esta reliquia. Queda aquí, por delante, una importante labor de investigación y de archivo para tratar de perfilar todos estos aspectos; seguro que no es difícil.

Panorámica de Meoz

            Y por último, la pregunta del millón: ¿dónde está aquél cuerpo que llevaron a Meoz los Atocha?. Me limitaré a informar que en el interior de esta ermita existe un sarcófago de piedra que alberga un esqueleto en su interior. Doy fe de que ese cuerpo no está momificado, lo cual sería entendible si ese sarcófago hubiese estado mucho tiempo abierto. El hecho de estar abierto puede también haber dado pie a que en algún momento se robase el cuerpo, y tal vez alguien hubiese tomado la iniciativa de meter otro cuerpo para que el sarcófago no estuviese vacío. Y otra posibilidad es que esos restos que allí sobreviven sean realmente los que trajeron los Atocha, en cuyo caso siempre nos quedaría abierta la posibilidad de que se tratase realmente de los restos de esta santa del siglo III. Se solucionaría todo, o en parte, con una prueba del carbono 14. No olvidemos que la diferencia entre el cuerpo de San Bonifacio que se venera en Alemania (es el patrón de aquella nación), y el cuerpo que hay en la iglesia de Garde atribuido a él, es que el de Garde tiene certificado de autenticidad. ¿Pasará lo mismo con Santa Colomba?, ¿se conserva el certificado de autenticidad del cuerpo que hay en Meoz?, ¿dónde?. Allí queda esto para quien quiera coger el toro por los cuernos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario