BAJO LA CUSTODIA DE SANTA COLOMBA
Texto y fotos: Fernando Hualde
Ermita de Santa Colomba, en Meoz (valle de Lónguida) |
Dentro de la compleja biografía de Santa Colomba, que vivió en el siglo
III, por caprichos del destino esta legendaria vida encuentra sus
interferencias en la localidad navarra de Meoz.
Hay muchos pueblos en Navarra en los
que, salvo que suceda algo extraordinario, su existencia pasa totalmente
desapercibida. Por lo general están apartados de las vías importantes de
comunicación, y su población suele ser bastante escasa; y casi siempre suelen
estar en la mitad norte de nuestro viejo reino. Vamos hoy a centrarnos en uno
de ellos, y para ello nos vamos al valle de Lónguida, en la merindad de
Sangüesa. Muy cerca de Murillo sale una pequeña carretera que, tras rebasar
Villanueva, nos permite llegar hasta Meoz. Ese es nuestro destino.
Vive hoy poca gente en este lugar,
al menos si establecemos una comparación con hace un siglo, por poner una fecha.
Queda lejos en el tiempo, aunque todavía pervive en la memoria de algunos,
aquellos años en los que había escuela, frente a la iglesia; cuando se proclamó
la II República en esta escuela mandaron retirar el crucifijo y la Inmaculada,
y en su lugar se puso una figura de la matrona, que simbolizaba a la República,
y la bandera tricolor republicana; así lo recuerdan todavía hoy algunas
personas que entonces estaban en edad escolar.
Todavía hay, también, quien se
acuerda de cuando se celebraba la fiesta infantil el día de San Gregorio (12 de
marzo), y los niños iban de casa en casa, uno de ellos vestido de obispo, mitra
incluida, y otros dos de monaguillos, cantando aquello de “San Gregorio coronado, un obispo muy honrado…”, armados con una
alforja, un asador y una cesta, en donde iban metiendo todo lo que se les daba
en las casas, que solían ser longanizas, huevos, tocino…, que luego merendaban
en la escuela.
Y el 5 de enero… se empezaba
haciendo sonar los cencerros en las ventanas, y luego se salía a la calle, para
ir camino de Javerri dejando que sonasen las eskilas y vitoreando a los Reyes Magos. Y por carnavales… que
salían las mascaritas, ataviados con
sacos y delantales. Y las rondas de los domingos… Por no hablar de aquellas
tortas exquisitas que hacían los de Zazpe en su horno, que hacían las delicias
de los niños de entonces. O de las fuesas que se ponían en la iglesia para
honrar a los difuntos, con aquellos rollos de cera metidos dentro del propio
cajón de la fuesa, a la espera de que el clérigo de turno, a cambio de unos
céntimos, rezase y cantase unos responsos que a buen seguro librarían al alma
del difunto de ese mal trago que es el infierno. O de cuando hicieron la
Primera Comunión los gitanos de Javerri en la iglesia de Meoz. O de cuando en
una ocasión el obispo fue hasta Meoz y repartió allí menos indulgencias que
algún otro vecino. Y mil recuerdos más de los que ya hablaremos en otra
ocasión. Vamos ahora a centrarnos en otro tema.
Interior de la ermita de Santa Colomba |
Santa Colomba
Subiendo desde Villanueva de
Lónguida hacia Meoz, un poco antes de llegar al pueblo, encontramos en el lado
izquierdo una hermosa ermita románica, de gran belleza arquitectónica; “Hermita de Sta. Colomba”, reza el
azulejo blanco de esquinas azules que hay en su fachada, junto a la puerta de
acceso. Y así es, la ermita y el cementerio se funden armoniosamente en un
único conjunto monumental, haciendo gala la primera de un bello ábside que, me
atrevería a decir, carece de defecto alguno.
Hasta aquí todo normal. Pero vamos a
empezar con la salsa del asunto. Lo primero que llama la atención es la
existencia en Navarra de un edificio religioso dedicado a la advocación de
Santa Colomba, “la mártir de las
catacumbas” que le han llamado algunos de sus biógrafos. Su vida, situada
en el siglo III, está envuelta en misterios y leyendas; un dato que parece
seguro es que nació en Hispania en el año 257, sin poderse concretar el lugar
exacto. Y otro dato, también aparentemente seguro, es que esta muchacha, a la
edad de 16 años, murió martirizada en la localidad francesa de Meaux, antigua
capital de la región geográfica de la Brie. Quien sepa hablar francés habrá
observado de inmediato que Meaux y Meoz, casi se pronuncian de la misma manera.
¿Es casualidad?; si realmente es casualidad, es una gran coincidencia que
precisamente en Meoz se venere a Santa Colomba, que muere virgen y mártir en el
año 273 en una localidad que lleva prácticamente el mismo nombre; tanto más, y
que alguien me corrija si me equivoco, si en Navarra esta ermita de Meoz es el
único edificio dedicado a esta advocación.
Segunda cuestión: ¿porqué se le
venera a esta santa en Meoz?, ¿hay allí acaso alguna reliquia?. Hace un tiempo
(20 de diciembre de 2009) publicábamos en esta sección un reportaje sobre un
cuerpo momificado que hay en la iglesia de Garde, atribuido a San Bonifacio,
atribución esta que no solo viene respaldada por la transmisión oral que así lo
avala, sino también por un certificado de autenticidad expedido en Roma.
Detrás de la presencia del cuerpo de
San Bonifacio existe una curiosa historia de la que fueron protagonistas varios
miembros de la saga familiar de los Atocha, originarios de la misma villa
roncalesa de Garde. Felipe y Pascual Atocha Maisterra, hermanos, hijos de
Pascual de Atocha y de Isabel Maisterra, durante la segunda mitad del siglo XVII
tuvieron una vida de lo más ajetreada. Tenían su propia flota de barcos, y con
dos de ellos, el “San Joaquín” y el “San Juan Bautista”, emprendieron un viaje
a las Indias, en el cual tuvieron un serio percance al ser abordados por varios
barcos piratas; dicen que ante la inminencia de su muerte se encomendaron a la
Virgen de Zuberoa, venerada en Garde, y lo cierto es que lograron darle la
vuelta a la situación y no sólo les ganaron a los piratas, sino que les
arrebataron todos los tesoros que llevaban. Con ese botín, que debía de ser muy
cuantioso, hicieron tres cosas: la primera de ellas fue arreglarle a la Virgen
de Zuberoa su ermita de Garde; la segunda cosa fue crear una capellanía que
permitiese asistir económicamente a todos los niños del valle de Roncal que no
tuviesen dinero para pagarse sus estudios; y lo tercero que hicieron fue traer
desde Roma numerosas reliquias, muy importantes en aquel tiempo, entre las que
había nada menos que cuatro cuerpos momificados de santos, todos ellos con su
correspondiente certificado de autenticidad.
De los cuatro cuerpos que trajeron
se sabe que dos de ellos se depositaron en la catedral de Pamplona; no hay que
olvidar que Pascual de Atocha fue canónigo de la misma. Un tercer cuerpo fue el
de San Bonifacio, a quien se le hizo una urna en la iglesia de Garde, en donde
se conserva desde entonces. Y el cuarto cuerpo fue el de Santa Colomba, que se
llevó a Meoz. ¿Porqué allí?, ¿por llamarse casi igual que la localidad francesa
en donde fue decapitada esta santa?, ¿por qué ya existía allí un templo en
honor a esta santa?; no lo sabemos. Lo cierto es que al pequeño pueblo de Meoz,
a finales del siglo XVII les llegó el supuesto cuerpo de Santa Colomba, lo cual
explica el porqué una ermita, construida unos siglos antes de este episodio,
venera a Santa Colomba, sin descartarse que ya se le venerase con anterioridad
a la llegada de esta reliquia. Queda aquí, por delante, una importante labor de
investigación y de archivo para tratar de perfilar todos estos aspectos; seguro
que no es difícil.
Panorámica de Meoz |
Y por último, la pregunta del
millón: ¿dónde está aquél cuerpo que llevaron a Meoz los Atocha?. Me limitaré a
informar que en el interior de esta ermita existe un sarcófago de piedra que
alberga un esqueleto en su interior. Doy fe de que ese cuerpo no está
momificado, lo cual sería entendible si ese sarcófago hubiese estado mucho
tiempo abierto. El hecho de estar abierto puede también haber dado pie a que en
algún momento se robase el cuerpo, y tal vez alguien hubiese tomado la iniciativa
de meter otro cuerpo para que el sarcófago no estuviese vacío. Y otra
posibilidad es que esos restos que allí sobreviven sean realmente los que
trajeron los Atocha, en cuyo caso siempre nos quedaría abierta la posibilidad
de que se tratase realmente de los restos de esta santa del siglo III. Se
solucionaría todo, o en parte, con una prueba del carbono 14. No olvidemos que
la diferencia entre el cuerpo de San Bonifacio que se venera en Alemania (es el
patrón de aquella nación), y el cuerpo que hay en la iglesia de Garde atribuido
a él, es que el de Garde tiene certificado de autenticidad. ¿Pasará lo mismo
con Santa Colomba?, ¿se conserva el certificado de autenticidad del cuerpo que
hay en Meoz?, ¿dónde?. Allí queda esto para quien quiera coger el toro por los
cuernos.
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