15 DE NOVIEMBRE DE 2010

VOCABULARIO DE SAN ADRIÁN
PATRIMONIO LINGÜÍSTICO A BUEN RECAUDO

Texto: Fernando Hualde



La localidad de San Adrián atesora un habla local, con más de seiscientos vocablos, que han sido recogidos en un amplio trabajo de Jesús Allo Hernández, con el que obtuvo el primer premio en la tercera edición de los Premios de Investigación Villa de San Adrián.

Navarra, en su conjunto, es una tierra especialmente rica en vocabulario. Independientemente de la realidad actual, es obvio que el paso de los siglos y el asentamiento de diferentes culturas, nos ha reportado un lenguaje cotidiano en el que entremezclamos latinejos, euskera, romance, árabe, francés, romaní, inglés… Lo cual no deja de ser un reflejo de lo que ha sido nuestra historia.
Además de todo esto, cada pueblo, o cada zona de Navarra desarrolla algunas variantes, conserva vocablos que en otros sitios ya se han perdido, e incluso introducen vocablos nuevos y formas diferentes de pronunciar.
Hoy, de la mano de Jesús Allo Hernández, autor de un importante trabajo de investigación centrado en el “Vocabulario Adrianés”, nos vamos a acercar al habla y al vocabulario de la villa de San Adrián, en la Ribera de Navarra. El trabajo de este adrianés obtuvo el primer premio, en 2005, en la 3ª edición del “Premio de Investigación Villa de San Adrián”, y se nos perfila hoy como una excelente y oportuna aportación al patrimonio inmaterial de esta villa.


600 palabras

Lo primero que a un servidor se le ocurre al ver aquél trabajo de Jesús Allo que el Ayuntamiento de San Adrián editó en 2008, es que detrás de ese loable esfuerzo hay un doble o triple objetivo, o al menos se han conseguido varias cosas. Por un lado nos encontramos con que se ha sido capaz de recopilar más de seiscientos vocablos del vocabulario Adrianus, ¡que se dice pronto!. Esta labor, por sí sola, es ya una aportación más que importante. Es evidente que el autor se ha tomado la molestia de hablar con la gente mayor, y de sonsacar palabras en un momento muy oportuno. No hay que olvidar que en las dos o tres últimas generaciones se ha perdido un porcentaje considerable de este vocabulario; y que, en consecuencia, si este mismo esfuerzo que ahora ha hecho Jesús Allo, se hubiese hecho dentro de unos años, con la pérdida de una generación habríamos perdido también parte del patrimonio lingüístico de San Adrián.
Por lo tanto hay que felicitarse, y felicitarle al autor, por la oportunidad de su trabajo. Lamentablemente será dentro de unos años cuando nos demos cuenta de esta realidad, y cuando valoremos realmente el contenido de ese libreto.


Aportación etnográfica

La segunda valoración que yo hago es que, además de esa ingente labor de recopilación de vocabulario, este trabajo nos aporta todo un estudio etnográfico de la villa de San Adrián.
Por un lado hay que constatar que hay infinidad de labores, de actividades, de herramientas de trabajo… que, después de siglos de pervivencia, se extinguieron para siempre a lo largo del siglo XX. Hay que constatar, igualmente, que el vocabulario y las acepciones generadas en torno a todo ello, en cada pueblo, en cada valle, o en cada zona, reciben nombres diferentes. Por ejemplo, a la guadaña no se le da el mismo nombre en Puente La Reina, que en Zugarramurdi, o que en Roncal.
Es por ello que este vocabulario de San Adrián viene también a salvaguardar todo un tesoro etnográfico, viene a salvaguardar el habla adrianesa. Aprendemos aquí, con este trabajo, y por poner algún ejemplo, que al palo vertical que se colocaba en el carro para transportar el forraje se le llamaba puguero; que a la piedra que se colocaba en la rueda del carro para tenerlo frenado cuando se paraba en una cuesta, se le llamaba zoquete; que al grifo se le llamaba canilla; que a una de las variedades de uva roya le llamaban cojón de gato; o que a la estantería en donde se coloca la vajilla se le denominaba vasal. Son tan sólo algunos ejemplos de vocablos que tienen la tendencia a desaparecer; evidentemente algunos ya no se usan, porque por lógica si los carros ya han desaparecido, el vocabulario que había en torno a ellos también; y en cuanto se nos vaya esa generación que conoció los carros, o la que conoció aquellas formas de vendimiar, o el uso de las caballerías, o el blanqueo de la ropa en casa, o los hornos de pan, o…; cuando esta generación se vaya, digo, con ellos se irá la memoria de unas formas de vida que los jóvenes de hoy ni imaginan siquiera.
Y es aquí donde incide de lleno este oportuno trabajo de Jesús Allo.


Vocabulario culto

Por último, este vocabulario afecta de lleno a la identidad de San Adrián. Viene a recordarnos que utilizar en el habla cotidiana determinados vocablos no es sinónimo de aldeanismo, ni de incultura. Viene a decirnos, y a demostrarnos, que la mayoría de estas palabras son herencia de un vocabulario culto, de un vocabulario que en muchos casos tenía siglos atrás un uso generalizado, y que hoy en San Adrián y en otras localidades cercanas tiene sus últimos reductos.
No hay que tener miedo a seguir usando este tipo de supuestos localismos (que en muchos casos no son tales); como no hay que tener miedo a seguir pronunciando “tr” como “ch”, de la misma manera que algunas localidades exaltan sus mantecados, otras defienden el uso de la txapela, u otras lanzan la azada con rabia. En este caso el vocabulario es una seña de identidad que se viene arrastrando desde hace siglos, de generación en generación, que los adrianeses vienen mamando y heredando desde hace cientos de años. Y sería un error mayúsculo arrinconar ahora su uso en el lenguaje diario. Conviene recordar que en muchas localidades del norte de Navarra la lengua vasca se perdió a causa de ese tremendo complejo de inferioridad que les inculcaron. Y, sobre todo, conviene recordar, que esas más de seiscientas palabras que ha recogido Jesús Allo Hernández son el mismísimo espejo de la historia de San Adrián. En ellas queda perpetuada esa influencia de culturas que han convivido en la historia de esta localidad. Vemos en el habla local de San Adrián palabras árabes, vascas, del latín, y de otras procedencias. ¿De dónde somos?, ¿de dónde venimos?, pues de todos esos sitios; entre todas esas culturas se ha forjado la historia de San Adrián. El vocabulario es el mejor reflejo de todo ello.
Por lo demás, el “Vocabulario Adrianés” de Jesús Allo es un diccionario bien hecho, etimológicamente bien abordado, y con ejemplos muy claros en cada una de las palabras. El Ayuntamiento de San Adrián, promotor de estos premios de investigación –que copien otros municipios-, ha sabido complementar el esfuerzo de recopilación con la labor de difusión. Da gusto.
Ahora solo falta que los vecinos de San Adrián tomen conciencia de que ese vocabulario no debe perderse, que hay que seguir usándolo con sano orgullo, y que hay que esforzarse en transmitirlo, sabiendo que al hacerlo estamos dando continuidad, de forma natural, a la esencia y a la identidad de esta villa. Merece la pena hacerlo así.  

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