GUSTAV HENNINGSEN
EL ABOGADO DE LAS BRUJAS
Texto: Fernando Hualde
Fotos: Fondo Documental Erronkari y Fernando Hualde
El investigador danés de tradiciones populares, Gustav Henningsen, ha dedicado buena parte de su vida a rescatar la memoria de aquellas personas que, acusadas de brujería, fueron víctimas de la inquisición. Este sábado recibirá un homenaje en Zugarramurdi.
Esta semana Pamplona y Zugarramurdi van a acoger la celebración de las Jornadas en Homenaje al Dr. Gustav Henningsen, jornadas estas que van a celebrarse bajo la forma de un ciclo de conferencias que lleva el título “Akelarre: la historia de la brujería en el Pirineo (siglos XIV-XVIII)”, y que culminarán en Zugarramurdi con un sentido y merecido homenaje al investigador danés de tradiciones populares, Gustav Henningsen.
Es muy posible que a la mayoría de los navarros este nombre no les diga nada. Y es muy posible que más de uno me haya oído decir a mí, cuando abordamos temas de patrimonio dentro de la historia local, que tenemos que espabilar, que lo que nosotros no hagamos, nadie va a venir de fuera a hacérnoslo. Y creo que este es el momento de decir que, aunque pocas, alguna excepción hay. Y en este caso esa excepción se llama Gustav Henningsen, danés, que es esa persona que ha dedicado buena parte de su vida, de su tiempo, y de su dinero, a profundizar, recomponer y sacar a la luz lo que en Navarra, concretamente en Zugarramurdi y en todo su entorno, sucedió hace ahora 400 años. Me refiero a aquél penoso proceso de brujería que derivó en el Auto de Fe de Logroño en 1610, en el que varias personas fueron condenadas a morir en la hoguera.
Recuperar la memoria
Sabemos muy bien que a aquellas personas que murieron en Logroño ya no se les puede devolver la vida; pero lo más admirable, cuatro siglos después, es ver a todos sus descendientes trabajando, como una piña, para devolverles la dignidad, para recuperar su memoria, y para que sus identidades no duerman en el anonimato. Es este un esfuerzo que algún día habrá que premiar.
Y hay que decir, alto y claro, que toda esa labor de rescate de la memoria, que toda esa labor reparadora, tiene en la figura de Gustav Henningsen uno de los principales protagonistas. Su trabajo en torno a la Inquisición y al Santo Oficio es, sencillamente, impresionante. Su incansable labor en los archivos localizando documentos, descifrando caligrafías, y ordenando información sobre cuanto acaeció en Zugarramurdi tiene un mérito que tardábamos ya en reconocer. Y sino… póngase cualquiera de ustedes a descifrar un documento escrito hace cuatro siglos en danés, repleto de abreviaturas, giros y expresiones; y después ya me dirán si no hay que quitarse el sombrero ante todo lo que Gustav Henningsen ha hecho por arrojar luz a aquellos tristes episodios.
Pero, idiomas aparte, que no es poco, lo verdaderamente admirable es el volumen de documentación que este investigador ha manejado, el volumen de información que de allí ha extraído, y sobre todo la capacidad que ha tenido, como antes la tuvo Julio Caro Baroja, de sacar la brujería de ese contexto mítico de bruja nariguda sobre escoba voladora, para situarla con precisión histórica y rigurosa en su verdadero contexto de realidad social de una época que, a nivel europeo, tuvo en Navarra su verdadero epicentro.
Es por ello que Gustav Henningsen, que empezó a investigar sobre la brujería en una pequeña isla danesa, y después pasó a Galicia, acabó viniendo a Navarra a hurgar en todos los archivos ante el reto tan grande que tenía delante, todo él basado en realidades. Estaba ante el mayor proceso de brujería que se conoce en la Historia. Cierto es que no hubo brujas, ¡nunca las ha habido!; pero tan cierto como ello es que hubo personas que creyeron serlo, que hubo personas que creían que su vecino o vecina practicaba la brujería y que era fuente de maleficios, que hubo personas que creían que las cópulas demoníacas existían, que veían al demonio con forma de macho cabrío, que…; y que por culpa de todas esas creencias, e influenciados desde las arengas de los púlpitos, y presionados por el Santo Oficio, se sucedieron una serie de acusaciones, denuncias, juicios, condenas a la pena capital, hogueras, dolor, muerte… Y todo eso sí que fue real, sí que sucedió, si que aquellos protagonistas tenían nombre y apellidos. Sobre todo ello, buscando explicaciones, buscando realidades, rescatando identidades…; sobre todo ello, digo, es sobre lo que ha trabajado en Navarra el danés Gustav Henningsen. Y el resultado es grandioso, y altamente meritorio. Por personas como él, o como Julio Caro Baroja, o como, más actualmente, Koro Irazoki, por poner algunos ejemplos, es por lo que Zugarramurdi puede hoy presumir de tener su verdadera historia a buen recaudo, tiene hoy a quien llorar y a quien homenajear, sabe qué es lo que pasó hace cuatro siglos y quien era quien en todo este doloroso episodio.
Escudo de Armas de la Inquisición |
Tesis y libros
Gustav Henningsen hizo su tesis doctoral, The Witches Advocate, basándola en siete años de investigación por todo el norte peninsular, desde 1965 hasta 1972. Paralelamente puso en marcha la creación de un “Banco de Datos del Santo Oficio”. Y fue en 1980 cuando escribió, en inglés, The Witches’ Advocate. Basque Witchraft and the Spanish Inquisition, que un año después fue editado en danés (Heksenes advokat. Historiens störste hekseproces), que en 1983 fue publicado en castellano (El abogado de las brujas. Brujería vasca e Inquisición española), y que este mismo año ha sido reeditado por Alianza Editorial con gran éxito. Habiéndose conocido de este mismo libro otras ediciones en sueco (1987), en húngaro (1988), y en italiano (1990).
Para entonces Henningsen ya había publicado numerosos trabajos sobre la persecución a las brujas en Europa, sobre investigaciones etnológicas en España, sobre las causas de la Inquisición española, y sobre otros muchos temas, todo ello en revistas especializadas de diferentes países. En homenaje a Julio Caro Baroja publicó en 1978 un magnífico trabajo sobre “Alonso de Salazar y Frías. Ese famoso inquisidor desconocido”; y ese mismo año dedicaba a “Las víctimas de Zugarramurdi” un pequeño trabajo de trece páginas en la revista Saioak.
La realidad es que desde 1969 hasta el presente año 2010, Gustav Henningsen no ha dejado de publicar trabajos arrojando luz sobre todo lo que sucedió en Zugarramurdi y en el resto de Europa. El proceso de Logroño, con más de cinco mil sospechosos, con dos mil acusados, en el que la localidad de Zugarramurdi fue la gran perjudicada, ha sido el caballo de batalla de este investigador sueco.
Aquél proceso pasó a la historia, entre otras cosas, porque uno de los inquisidores, Alonso de Salazar Frías, se erigió en defensor de las brujas, fue algo así como el abogado de las brujas, igual que cuatro siglos después lo sigue siendo Gustav Henningsen.
Este sábado, por la mañana, Zugarramurdi va a ser testigo de un bonito homenaje. Se va a reconocer y a agradecer la labor de este hombre; allí estará el Gobierno de Navarra, allí estará el Ayuntamiento de Zugarramurdi arropado por todos sus vecinos, y allí estaremos todas aquellas personas sensibles con nuestra historia y agradecidos con quienes colaboran a rescatarla del olvido.
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