9 DE MARZO DE 2008

CASA DE LA MEMORIA
ISABA ACOGE EL PATRIMONIO RONCALÉS

Fotos: Fernando Hualde


            La memoria de un valle, el del Roncal, ha quedado recogida en un nuevo equipamiento museístico que se abrió el pasado mes de enero en Isaba.

Hace unas semanas, en enero, abría sus puertas en Isaba un equipamiento museístico, que es fruto y resultado de muchos años de trabajo. La Casa de la Memoria – Oroipenaren Etxea es algo más que un museo, forma parte de un ambicioso proyecto, denominado “Pax Avant”, entre los valles de Roncal y de Baretous, que tiene como objetivo recuperar y dar a conocer de forma conjunta el patrimonio de dos valles unidos por unas montañas, por la historia, y por una misma sangre; dos valles que, aunque ubicados en diferentes regiones y naciones, no entienden de fronteras.
Así pues, dentro de este proyecto común, mientras la localidad bearnesa de Arette trabaja para que en ella abra sus puertas La Maison de la Mémoire como elemento articulador de la identidad histórica y cultural del valle bearnés de Baretous, en Isaba funciona ya este espacio museístico que aspira a apuntalar la historia y el patrimonio roncalés, albergando entre sus muros una interesante colección etnográfica, y en donde la indumentaria y el uskara roncalés son ya protagonistas de honor, como elementos diferenciadores que son respecto a otros enclaves pirenaicos. Se trata, en definitiva, de una ventana desde la que poder asomarse a este territorio histórico y singular que es el Roncal, con la posibilidad de contemplar no sólo el pasado, sino en donde participar en esta apuesta de futuro que están –estamos- haciendo los roncaleses, una apuesta por un futuro vivo y sostenible forjado entre los propios roncaleses y quienes visitan este valle.


Museo

            Desde un punto de vista etnográfico estamos ante una colección de piezas interesante. Algunas de estas piezas puedo garantizar que son realmente excepcionales, como es el caso de determinadas prendas de vestir, de una puerta de borda rica en inscripciones, de un molino manual de piedra, o de un primitivo xurapeko de madera (para lavar la ropa con la técnica de la ceniza), por poner algunos ejemplos.
            Llama la atención la exhibición de indumentaria roncalesa, con vocación de ser uno de los ganchos de este museo. En esta materia se ha hecho un esfuerzo extraordinario por parte de un grupo de mujeres de la localidad, que han reproducido con gran fidelidad todas y cada una de las prendas de la indumentaria tradicional que en el valle de Roncal se usaba en los días festivos.
            No faltan piezas relacionadas con la agricultura y con la ganadería, ni faltan piezas referentes a los juegos, a la música, al hogar, o a la explotación forestal, entre otros temas. Especialmente atractiva, y que a nadie deja indiferente, es la reproducción del interior de una borda, o para ser exactos, de una cabaña pastoril; en cuyo exterior se nos muestra toda la colección de útiles que antaño empleaban los pastores para hacer el afamado queso de esta tierra.
            En el museo está también presente la historia del valle, obligadamente resumida, en la que de una forma pedagógica el visitante podrá acercarse a episodios históricos relevantes como lo fueron las batallas de Olast o la de Ocharren, claves para entender el milenario escudo del valle y el derecho de bardenaje. Allí se explica porqué el roncalés es un ser libre, no sujeto a señorío; o qué papel desempeñaron los vecinos de este valle en tiempos de la conquista de Navarra, o durante la francesada. Queda recogida, igualmente, la historia de esa institución antiquísima que es la Junta del Valle de Roncal.
            Todas estas piezas y toda esta historia se ven reforzadas en la izabar Casa de la Memoria con una buena colección de audiovisuales, muy bien elaborados, que nos ayudan a interpretar mucho mejor todo que entre esas paredes se ve y se explica.


Etnografía de rescate

            Seguramente, quien se acerque a partir de ahora a visitar este nuevo museo va a salir encantado, con la seguridad de que temas como el de la indumentaria o el del uskara roncalés, le han aportado algo diferente, algo que el visitante no había encontrado en otros museos.
            Pero, y esto hay que decirlo con claridad, la Casa de la Memoria es un museo vivo, y como tal entiende que no está completo. Etnográficamente hay todavía algunas ausencias, que son lagunas a tener en cuenta; hace falta ampliar el número de piezas relativas a la religiosidad popular; hace falta completar las piezas que nos permiten interpretar el proceso de manipulación de la lana, del lino y del cáñamo, desde su recogida hasta su conversión en prenda de vestir; se está trabajando en localizar y en tratar de conseguir piezas antiguas de indumentaria; y así sucesivamente. Es cuestión de tiempo que todo esto vaya apareciendo hasta consolidar una colección lo más completa posible.
            Este museo ha entrado ahora en una nueva etapa. Físicamente está en Isaba, pero no es el museo de Isaba sino el de todo un valle, esa es su aspiración y su realidad, y así lo están entendiendo ya roncaleses de otros pueblos del valle que han empezado a donar piezas a la Casa de la Memoria, porque han visto con claridad que muchos de esos objetos que guardan en el sabayao de su casa allí no hacen nada, únicamente estropearse y acumular polvo, mientras que en la Casa de la Memoria son piezas que cumplen un papel divulgativo, son piezas que muestran a propios y a extraños unas formas de vida ya extinguidas; son piezas que, independientemente de que acaben expuestas o no, se van a conservar limpias, se van a cuidar, y van a ser útiles a la hora de investigar y de reconstruir con detalle el patrimonio etnográfico roncalés y pirenaico. Se trata, en definitiva, de poner en valor, un patrimonio que, de otra manera, tarde o temprano, esta abocado a su desaparición.
            A partir de ahora cada pieza que se entregue al museo irá acompañada de la firma de un documento de cesión o de donación, y seguidamente será catalogada tal y como va a establecer que se haga la futura Ley de Museos.


Actividades

            Sería un grave error pensar que la Casa de la Memoria es simplemente un museo; este nuevo espacio es, afortunadamente, mucho más que un museo, mucho más que un almacén de piezas, mucho más que un espacio expositivo; que, de entrada, no es poco.
            Detrás de la Casa de la Memoria lo que hay son proyectos, algunos de ellos camino ya de convertirse en realidad, como es el caso de la restauración de la antigua bandera de Isaba para ser expuesta en el museo.
La futura Ley de Museos se prevé exigente a la hora de atribuir funciones a un museo; funciones estas en las que la exposición de objetos, importante y fundamental, va a ser una más de las funciones. Se va a exigir por parte de la Administración un compromiso de aplicar una política de cuidado, conservación y catalogación de las piezas; se va a poner sobre la mesa la obligación de establecer una ambiciosa labor de divulgación, de tener un personal cualificado y titulado, de organizar actividades, de facilitar la labor a los investigadores, de crear una buena biblioteca, y de mil detalles más. Y es aquí donde la Casa de la Memoria ha sido diseñada desde un principio teniendo en cuenta esta futura ley y, adelantándose a ella, ha abierto sus puertas con unos objetivos muy ambiciosos, que van mucho más allá que el cumplimiento de todo lo que se va a exigir a los museos navarros en un futuro no muy lejano.
De entrada, este nuevo espacio museístico que se ha creado en Isaba sólo concibe su funcionamiento si se trabaja coordinadamente y conjuntamente con los otros museos existentes en el valle (el de la almadía, el de Julián Gayarre, y el de la trashumancia), con quienes se están dando los primeros pasos de trabajo conjunto. Se trabaja, igualmente, y de forma coordinada, con el Museo de la Brujería (Zugarramurdi), manteniéndose también una excelente relación con el Museo Etnográfico del Reino de Pamplona (Arteta); y siempre en estrecho contacto, y bajo su asesoramiento, con el Museo Etnográfico Julio Caro Baroja (Estella).
No hay que perder de vista que el objetivo final es el de llegar a crear en el valle de Roncal un ecomuseo, o un museo-territorio, en donde se ofertaría de forma conjunta todos los espacios expositivos existentes en el valle (Museo de la Almadía, Museo Julián Gayarre, Casa de la Memoria, y Museo de la Trashumancia), la ruta de los oficios (en Burgui: almadía, nevera, calera, carbonera, horno de pan, puente medieval, horno de pez, etc.), el Camino Real (monasterio de Burdaspal, ermita de la Virgen del Camino, crucero de Urzainqui, dolmen de Arrako, etc.), la ruta de los contrabandistas, la ruta patrimonial Isaba – Arette (puentes de Belagua, ermita y venta de Arrako, karst de Larra, piedra de San Martín, etc.), el mausoleo de Gayarre, iglesias, ermitas, castillos, otras pequeñas colecciones etnográficas, y el propio entorno natural. No cabe duda de que estamos hablando ya de una oferta excepcional y única en Navarra.


Uskara roncalés

            Ha quedado claro con anterioridad el hecho de que dentro de la Casa de la memoria, en Isaba, había dos temas claves: la indumentaria y el uskara roncalés. Es en estos dos temas en donde se van a centrar los esfuerzos –sin desatender en absoluto todo lo demás-. La indumentaria anda bien encarrilada con la valiosa implicación de varias vecinas de la localidad; existe una amplia labor previa de investigación, de confección de patrones, y también de promoción del traje roncalés. Ahora se trata de darle continuidad a todo eso de una forma mucho más organizada y de implicar a todo el valle en esa tarea de localización y de conservación de prendas antiguas.
            Respecto al uskara roncalés se quiere que la Casa de la Memoria sea ese lugar que cobije todos los conocimientos que sobre esta lengua existen. Es impagable la colaboración en este sentido del lingüista Koldo Artola. Ya hoy, quien acuda a este museo, va a tener la suerte de poder escuchar la voz de algunos de los últimos vascoparlantes que hubo de la lengua roncalesa; se puede también conocer la identidad de todos estos últimos euskaldunes, y la identidad de los principales investigadores que han trabajado en torno a esta lengua milenaria.
            Pero el objetivo es llegar a mostrar todas las grabaciones que se conocen, todos los documentos, todas las publicaciones, cartas, fotografías, mapas toponímicos, y un largo etcétera que permita salvaguardar la historia de esta lengua.

            Esta es la Casa de la Memoria, en Isaba. Tenemos la Semana Santa a la vuelta de la esquina, y es una buena oportunidad para conocerla. Quien busque cultura y patrimonio que sepa que en el valle de Roncal tiene ya cuatro museos para ver, a los que hay que añadir una oferta turística de primera categoría. Cierto es que se ha buscado crear un buen producto turístico, pero cierto es también que además de ello el esfuerzo iba, y va, encaminado a preservar una historia, una cultura, una identidad, y unas raíces que son milenarias.


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