22 DE MARZO DE 2009

CAMINO DE SANTIAGO
LA VÍA RONCALESA

Texto: Fernando Hualde



            Hubo unos décadas en los siglos XIV y XV en las que la aparición de la reliquia de Santa Engracia hizo que los dos pasos tradicionales jacobeos que atravesaban el Pirineo se anulasen en beneficio de una nueva ruta que comunicó Mauleon con el valle de Roncal.

El descubrimiento del cuerpo del apóstol Santiago hizo, y hace, que al menos desde el siglo IX la cristiandad haya hecho de su tumba, en la catedral de Santiago de Compostela, un foco de peregrinación que año tras año, siglo a siglo, atrae a miles de peregrinos que hasta allí caminan. La ruta tradicional empleada por los caminantes para llegar hasta donde reposan los restos de Santiago el Mayor es lo que hoy se conoce como Camino de Santiago, un camino que es Patrimonio de la Humanidad, y que algunos han rebautizado como la Calle Mayor de Europa.
Todo el continente europeo, durante siglos, ha estado tejido por una amplia red de caminos y rutas por las que transitaban los peregrinos hacia Galicia. A su vez, todas esas innumerables rutas en Francia quedaban reducidas a cuatro grandes rutas que recorrían el país galo. Uno de esos cuatro caminos pasaba el Pirineo por el puerto de Somport; los otros tres caminos se juntaban en Ostabat, al pie del Pirineo, para entrar a Navarra por Valcarlos. Es decir, el Pirineo era atravesado por dos rutas, que a partir de las inmediaciones de Puente La Reina, concretamente en el término de Obanos, en Navarra, se hacía un solo camino hasta Santiago. Y así ha sido siempre, o casi siempre; y si digo “casi siempre”, es porque hubo un momento, en los siglos XIV y XV, en el que la reliquia de Santa Engracia, su brazo incorrupto, adquirió tal importancia que los peregrinos jacobeos que recorrían Francia, al llegar a las inmediaciones del Pirineo desviaban sus pasos hacia la localidad souletina de Santa Engracia para venerar esta reliquia, hasta el punto de que durante unas décadas los pasos de Valcarlos – Roncesvalles y el de Somport quedaron prácticamente anulados, sin uso, en beneficio de una nueva ruta que desde Santa Engracia cruzaba el Pirineo por el valle de Roncal para unirse en el monasterio de Leire con la denominada vía aragonesa, la procedente de Somport. Esta nueva vía jacobea que nacía en Santa Engracia es lo que posteriormente se ha llamado la Vía Roncalesa.


De la abadía al monasterio


Debido a lo efímero de aquél fenómeno son muy pocos los datos que se conocen sobre la vía jacobea que recorría el Valle de Roncal de norte a sur, incluso de este a oeste. Dentro de este valle navarro existían dos rutas principales. Y para mejor entenderlas hay que situar dos puntos que condicionaban el paso de los peregrinos.
Por un lado está la Abadía de Santa Engracia, que albergaba el brazo incorrupto de esta santa, y que fue, como ha quedado dicho, motivo para que los peregrinos desviasen su ruta para venerar esta reliquia. Para llegar hasta Santa Engracia el Camino de Santiago penetraba en la región zuberotarra por el Hospital de S. Blaise, atravesaba posteriormente Mauleón y, desde la capital souletina, los peregrinos dirigían sus pasos a Santa Engracia en donde hasta el siglo XV alcanzó gran devoción la reliquia de esta santa, conservada hasta entonces en esta localidad, a la que se atribuían propiedades milagrosas. Desde la Abadía de Santa Engracia, que todavía hoy conserva junto a sus muros un precioso cementerio rico en estelas discoideas, los peregrinos subían, por Venta Dominica, hasta el collado de Arrakogoiti, desde donde el camino se adentraba en territorio roncalés descendiendo, por la Venta de Juan Pito, hasta la ermita de Arrako, en Belagua, pasando después por Isaba (esta villa tuvo una cofradía militar en honor a Santiago y todavía hoy celebra sus fiestas mayores en honor a este apóstol), Urzainqui, Roncal y Monasterio de San Martín.
Y el otro punto de referencia es precisamente este monasterio de San Martín. Es fácil pensar que este monasterio nace con las peregrinaciones a Santiago, recibiendo el nombre de San Martín, patrono de Francia, con el que le habrían bautizado los peregrinos franceses. Su emplazamiento hay que situarlo en las inmediaciones de la actual fábrica de Enaquesa; y a nivel jacobeo tenía la suficiente fuerza como para facilitar que muchos de los peregrinos jacobeos que pasaban el Pirineo por Somport, en lugar de bajar hasta la localidad aragonesa Puente la Reina, situada más debajo de Jaca, desviasen su camino, más duro pero más corto, hacia Roncal. Todo parece indicar que esta ruta, procedente de Somport, pasaba por el Puerto de Palo, en Echo, conectaba con Ansó, y de allí pasaba a Navarra, a la villa roncalesa de Garde (obsérvese que su iglesia parroquial está dedicada a la advocación de Santiago Apóstol), con la ermita de Zuberoa como punto de referencia muy importante, que tradicionalmente ha acogido a numerosos peregrinos franceses que hasta esa advocación mariana acudían buscando el remedio a sus males. Y de Garde se dirigía hasta el mencionado Monasterio de San Martín, lugar éste último en donde se juntaba con la ruta que, procedente del valle de Soule atravesaba el Pirineo.
A partir de este monasterio algunos peregrinos optaban por seguir el Camino Real, que era el que les permitía, desde Burgui, atravesar las foces de Burgui y de Sigüés, y unirse en la actual Venta de Carrica con el camino tradicional aragonés.
Otros peregrinos, desde el Monasterio de San Martín iban hacia Vidángoz, incorporándose allí a la Cañada Real, que les permitía continuar hacia Santiago penetrando en el Valle de Salazar, enlazando en Lumbier con la ruta aragonesa que procedente de Jaca se dirigía hacía Puente La Reina, la de Navarra.


Ruta con futuro


Es importante saber que la recuperación que en estos dos últimos años se ha hecho en el valle de Roncal del denominado Camino Real, así como el mantenimiento de la Cañada Real de los Roncaleses, permiten actualmente poder recorrer prácticamente en su integridad la antigua vía roncalesa del Camino de Santiago.
Cierto es que el Monasterio de San Martín ya no existe; cierto es que en Arrako ya no hay ermitaño, ni en la Virgen del Camino, en Burgui; cierto es que la única cruz en la que pueden detenerse los peregrinos es la de Urzainqui. Pero el camino está allí, con todas sus evocaciones, con todo su entorno natural, con todas sus posibilidades como ruta de peregrinos y como sendero para quien no tenga tan altas miras espirituales. Y aunque no hay un monasterio que dé cobijo y sepultura al sufrido peregrino, como pasaba en el de San Martín; aunque no hay albergues de acogida al caminante jacobeo; si que en esta vía roncalesa del Camino de Santiago hay hoteles, y hostales, y casas rurales, y restaurantes, y centros de salud, y farmacias; y hay también historia, y un rico patrimonio debidamente interpretado, y un entorno natural que en esta primavera nos esta diciendo que lo que no hay es excusa alguna para no recorrer este tramo roncalés de la ruta compostelana.
Tal vez sea el momento de potenciar esta ruta desde Mauleon hasta Sangüesa como ruta jacobea, sabiendo además que se ofrece un recorrido natural de primer orden, con alta montaña, valles como el de Belagua, foces como las de Burgui, Lumbier o Arbaiún, etc.
Es el momento de ofrecer un recorrido en donde el caminante sepa que además de ir por ruta jacobea, va por antiguo paso de los romanos, por la antigua ruta de la lana, por camino de contrabandistas, por ruta de alpargateras, por cañada de trashumancia, por ruta almadiera, por donde huyen y son vencidos los musulmanes, o por donde el Mariscal de Navarra pierde su libertad. Toda una cita con la historia, salpicada además de hitos como la Piedra de San Martín, el dólmen de Arrako, el mausoleo de Gayarre, la ruta de los oficios de Burgui, la arquitectura salacenca, el puente de los Roncaleses (Yesa), o las torres almenadas de Javier.
Para quien busque unas motivaciones religiosas en esta ruta va a encontrar referencias espirituales y marianas como las ermitas de Arrako, Idoya, Zuberoa, Muskilda…, o el monasterio de Leire, o el castillo de Javier, por no hablar de iglesias espectaculares como las de Isaba, Garde, Ochagavía, o la propia de Santa María de Sangüesa.
No hay excusa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario