LEACHE
FUENTES Y LAVADERO
Texto: Fernando Hualde
Fotos: Pedro Sola
Abril 2010
Hoy se inaugura en Leache la recuperación del viejo conjunto arquitectónico que durante siglos ha albergado a la fuente, al lavadero y al abrevadero. El trabajo de los vecinos ha permitido devolverle a este espacio el aspecto que tuvo antaño.
Hemos crecido la mayoría de nosotros viendo salir el agua del grifo; nos parece la cosa más normal del mundo. ¿Y quien no tiene hoy una lavadora en casa?. Sin embargo, dentro de la historia del ser humano, estos son inventos de ayer simplemente. Hace unas décadas no existían las lavadoras que hoy conocemos en nuestras casas; y el agua corriente ha llegado a las casas a lo largo del siglo XX, en unos sitios antes que en otros.
Este detalle tan simple es fundamental a la hora de entender y de interpretar la presencia de las fuentes en los pueblos. Con frecuencia solían ser conjuntos arquitectónicos que agrupaban el servicio de fuente, de lavadero, y de abrevadero; seguro que a la cabeza nos viene alguno de los que hemos conocido, o conocemos.
Allí acudían las mujeres con la herrada en la cabeza para poder llevar agua a casa, con la que lavar, guisar, y desarrollar otras tareas domésticas. Allí acudían los hombres con las caballerías que sobre sus artolas llevaban aquellos viejos cántaros de cinc. Allí se congelaban las manos aquellas beneméritas y meritorias damas, frotando y frotando la ropa, a base de jabón hecho con sosa y con grasas animales, que con frecuencia les quemaba la piel. Allí se llevaba el ganado a saciar su sed.
Ellas y ellos allí se juntaban, en la fuente; era algo así como el centro social del pueblo. La fuente y la iglesia han sido siempre en nuestros pueblos ese punto de confluencia vecinal. De hecho, a un trabajo tan sufrido como el de acarrear agua, nunca le faltaban voluntarias; compensaba esa vida rodeada de humedad, a cambio de esos ratos de tertulia, hablando de novios, recordando los bailes, poniéndose al día de la actualidad del pueblo, o echando los tejos a esa vecina siempre apetecida.
Es por ello que hoy, cuando todos tenemos agua corriente en casa; cuando la ropa se lava sola; cuando el ganado, si lo hay, ya no acude a abrevar...; se corre el riesgo de volver la espalda a quien durante siglos fue y simbolizó la vida del pueblo. Las fuentes en muchos sitios han caído en el abandono total; las hay que han desaparecido, las hay que no soportan ya tanta carga de suciedad y deterioro; las hay que más que echar cuatro gotas, lo que parece que hacen es llorar su suerte de haber dado agua durante siglos a un pueblo de ingratos, que ahora las tienen descuidadas.
Y en el otro lado de la balanza están esos pueblos que han sabido valorar el papel de esos conjuntos arquitectónicos; que han sabido valorar lo qué es tener un caño de agua de donde saciar la sed; que han sabido valorar el trabajo que antaño, con gran sentido práctico y con una envidiable visión de futuro, hicieron sus antepasados; que han sabido valorar… y agradecer.
Hoy ponemos el ejemplo de Leache; porque hoy, precisamente hoy 30 de mayo, los vecinos de Leache celebran una fiesta muy especial. En estos años de atrás, entre todos, han recuperado sus fuentes; las han recuperado arquitectónicamente, y han recuperado su historia y su memoria. La fuente y el lavadero han sido en Leache elementos que les han tenido a los vecinos unidos durante siglos, y que ahora han vuelto a ser punto de cohesión.
Fuente Vieja
Se hablaba siempre en Leache de la “Fuente Vieja”; evidentemente cuando a una fuente se le llama vieja suele ser en contraposición a una “Fuente Nueva”. Y en Leache es fácil suponer que la denominación de “Fuente Vieja” nace en 1905, al construirse la otra fuente. Pero, ¿de cuando data la vieja fuente?; vaya por delante que este dato se desconoce, pero sí que podemos decir que lo que es propiamente el pozo se cree que puede ser, nada menos, que anterior al siglo X, según informa en Leache uno de sus vecinos, Pedro Javier Sola Rodrigo, de la comisión municipal de cultura.
Estamos ante una fuente que ha tenido su lógica evolución; evolución esta que nos permite conocer que a principios del siglo XIII es cuando se construyó la cubierta; posteriormente, anexo a esta, se hizo el lavadero, con una pared de unos 170 centímetros de altura que protegía a las usuarias en los momentos en los que el cierzo atacaba, y probablemente, a una con esta pared se hizo también el aska en la parte norte y el suelo empedrado que recorre todo ese conjunto arquitectónico, desde el aska hasta la fuente.
Fue en el siglo XIX, independientemente de otras posibles reformas que hubiese habido con anterioridad, cuando se acomete en este espacio una importante reforma que cambió considerablemente el aspecto de este espacio. Esto sucedió en 1868, fecha esta que quedó grabada en la piedra, y lo que se hizo entonces fue sustituir la vieja calzada, que debía de estar muy deteriorada, por otra nueva calzada de piedra; se acondicionaron los caminos de acceso, y ya de paso se recreció el aska, el pocillo de la fuente, y la pared protectora a la que se le incorporaron por el lado sur tres pilastras, que son las que permitieron construir entonces una cubierta de madera y de lajas de piedra.
En el siglo XX, hace aproximadamente sesenta años, es cuando el agua corriente llega a las casas de Leache. No hace falta ser muy listo para intuir que a partir de ese momento es cuando la Fuente Vieja empieza a conocer su ocaso y deja de ser ese elemento imprescindible en la vida del pueblo. Durante muchos siglos había suministrado agua a decenas de generaciones; resulta curioso pensar que prácticamente en los últimos mil años ese elemento arquitectónico había conocido a la totalidad de los vecinos de Leache. Y de pronto la vida cambió. El agua llegaba también a cada una de las casas; y el ganado empezaba a escasear.
Fuente Nueva
Ya con anterioridad a 1950 el manantial de la Fuente Vieja se vio necesitado de un poco de ayuda, pues su caudal había descendido. La causa no era otra que el hecho de que en 1905, en la parte Este del pueblo, junto a los huertos, se había construido una nueva fuente, con un gran abrevadero. Era la “Fuente Nueva”.
Curiosamente para hacer aquella fuente se empleó la portada románica de la antigua iglesia de San Martín de Tours, de la encomienda de San Juan de Jerusalém. La puesta en marcha de esta nueva fuente se tradujo en que en la Fuente Vieja tan sólo quedó en servicio el lavadero, que a su vez, para subsistir, necesitó de una nueva canalización, en este caso procedente de la Fuente Nueva. Aún y todo resultó insuficiente, y en los años cuarenta del pasado siglo hubo que hacer una lavadero nuevo.
Lo cierto es que la Fuente Nueva construida en 1905 y en años posteriores, allí, en la cabecera de los huertos, fue eliminada, destruida, en el año 1955; y en ese lugar se construyó un gran depósito de agua para el regadío. La vieja portada románica fue trasladada de nuevo hasta la base de la iglesia parroquial, sirviendo entonces como soporte para realizar un “monumento a los caídos”.
¿Y que fue de la Fuente Vieja?. Pues aquellas construcciones de las que estaba dotada fueron vendidas, pasaron a manos privadas, que con un gran sentido práctico las convirtieron en almacén y cubierto. Aquellas grandes lajas de piedra que componían el tejado fueron tapadas con una capa de hormigón. El frontis de la fuente, de grandes sillares en su base, fue directamente eliminado. Y el arco apuntado que servía para ampliar el espacio bajo la bóveda fue cerrado con un tabique de ladrillo, de paso se cubrió el pozo con una capa de cemento que sirvió de suelo, y es así como ese espacio se convirtió en almacén de huevos de dos granjas próximas. “El aska –cuenta Pedro Sola- fue cegada con piedras y tierra, lo mismo que el lavadero, que se convirtió en cubierto para el carro de madera y aperos de labranza”.
El paso de los años, que en el siglo XX fue verdaderamente revolucionario, no solo acabó con la fuente y con el lavadero. También las gallinas desaparecieron, y con ellas desaparecieron los huevos, y con ellos el sentido que tenía aquél almacén. Y tras ello vino el abandono, las hiedras, las zarzas, el abandono y el olvido.
Fue finalmente en el año 2007 cuando este espacio pasó a ser propiedad del Ayuntamiento. Había entonces una pequeña construcción dominada por las hiedras y por las sargas, había una pared muy estropeada, y frente a ella aquellas tres pilastras que en el siglo XIX sirvieron para hacer la cubierta. Así como algunos sillares de la desaparecida iglesia de San Martín. Y todo ello rodeado de maleza.
Restauración
Pedro Sola nos explica el resto: “Unas catas practicadas en el terreno, años antes, confirmaban la existencia de la Fuente Vieja, que unas fotos de 1.927-28 encontradas en Madrid, y cedidas por D. Fermín Doncel, en 1.994, habían devuelto su memoria.
A finales de 2.007, el Ayuntamiento de Leache decidió recuperar éste espacio, trabajando en auzalán y aprobando un presupuesto de 35.000 Euros, para la compra de materiales, el pago de transportes, limpieza del cenagado pozo de 1,45 x 1,45 y 4,70 de profundidad, trabajos de forja y carpintería, y la contratación de profesionales de cantería y albañilería que enseñaran y dirigieran nuestros trabajos de aficionados, sobre todo en la reconstrucción de la cubierta de losas del lavadero, que arrancamos de las mismas canteras de Leache, donde siglos atrás lo habían hecho nuestros antepasados.
Comenzamos las labores el 24 de Mayo de 2.008, con el esfuerzo, colaboración e ilusión de muchos, ayudados por la fortuna que hizo que encontrásemos los grandes sillares de piedra del frente de la fuente, y las dovelas del arco, por lo que pudimos rehacerlo como antaño, descubrimos la mayor parte de la calzada primitiva, que aunque un tanto hundida, pudimos rehacer piedra a piedra, y la base del lavadero, con sus losas originales, azuladas, bajo una capa de hormigón.
A finales de 2.007, el Ayuntamiento de Leache decidió recuperar éste espacio, trabajando en auzalán y aprobando un presupuesto de 35.000 Euros, para la compra de materiales, el pago de transportes, limpieza del cenagado pozo de 1,45 x 1,45 y 4,70 de profundidad, trabajos de forja y carpintería, y la contratación de profesionales de cantería y albañilería que enseñaran y dirigieran nuestros trabajos de aficionados, sobre todo en la reconstrucción de la cubierta de losas del lavadero, que arrancamos de las mismas canteras de Leache, donde siglos atrás lo habían hecho nuestros antepasados.
Comenzamos las labores el 24 de Mayo de 2.008, con el esfuerzo, colaboración e ilusión de muchos, ayudados por la fortuna que hizo que encontrásemos los grandes sillares de piedra del frente de la fuente, y las dovelas del arco, por lo que pudimos rehacerlo como antaño, descubrimos la mayor parte de la calzada primitiva, que aunque un tanto hundida, pudimos rehacer piedra a piedra, y la base del lavadero, con sus losas originales, azuladas, bajo una capa de hormigón.
En cuanto al coste económico hemos recibido una subvención de algo mas de 2000 Euros de Cederna- Garalur y de nuevo la colaboración de los habitantes del pueblo a través del programa "Tú eliges, Tú decides " de la CAN, que nos ha reportado 14.608,45 Euros, en los años 2.007-2009”.
Y es hoy, 30 de mayo, cuando los vecinos de Leache van a hacer de todo este esfuerzo una fiesta. Y no es para menos. La fuente ha vuelto a cumplir con su papel aglutinante. La cultura y el patrimonio cultural de nuevo vuelven a ser canalizadores de la unidad de los vecinos, y es por ese camino por el que hay que incidir.
Leache, igual que sucede con otros pueblos pequeños, da hoy una lección a muchos municipios, concretamente a aquellos que se quedan cruzados de brazos, viendo caer su patrimonio, bajo la excusa de que las instituciones no les ayudan. El patrimonio, en muchos casos, no puede estar esperando a que la crisis sea historia, no puede estar esperando a que lleguen tiempos mejores desde el punto de vista presupuestario. Y los vecinos de Leache han sabido entender esto, y allí está el resultado. Motivo de fiesta… y de orgullo. Así se hace.
Por cierto, ambiente muy bueno y concurrido, que esperamos podamos recordar todos los ultimos domingos de mayo en recuerdo a nuestra fuente, nuestra gente y nuestras constumbres
ResponderEliminarUn saludo