SAN SATURNINO
PATRÓN DE PAMPLONA
Texto: Fernando Hualde
San Saturnino bautizando a San Fermín. Pintura de 1497, en Artajona |
Pamplona –y con ella también Artajona- celebra hoy la festividad de San Saturnino, patrón. Vamos a tratar de acercarnos hoy a lo que fue su vida y su paso por Pamplona.
El 26 de noviembre de 1611 el Ayuntamiento de Pamplona tomaba el acuerdo de declarar a San Saturnino patrón de la ciudad. Quiere esto decir que a partir de hoy entramos dentro del año conmemorativo del cuatrocientos aniversario de este patronazgo, y es de prever que dentro de un año el día de hoy, 29 de noviembre, sea especialmente solemne.
Aquellos ediles de hace cuatro siglos, que a la hora de tomar esta decisión valoraron en aquél momento la labor misionera en Pamplona que tradicionalmente se atribuye al mártir San Saturnino en su condición de primer evangelizador de la religión cristiana en la entonces romana Pompaelo (actual Pamplona), no sospechaban entonces que siglos después todavía iba a ser creencia generalizada en muchos pamploneses que el patrón de Pamplona era uno de los bautizados por San Saturnino: San Fermín, hijo del senador Firmo. Quede aclarado una vez más que el patrón de Pamplona es San Saturnino; y que San Fermín y San Francisco Javier son copatronos de Navarra por partes iguales. Otra cosa muy diferente es que siglos atrás Saturnino tuviese sinónimos como Cernin, Sernin, Serenin, Sornín, Sadurní (en catalán), o… Fermín. Pero en este caso entiéndase que estamos ante dos santos diferentes.
Lo cierto es que desde el 26 de noviembre de 1611 San Saturnino se erige en patrón y protector de la ciudad de Pamplona. Aquél acuerdo alcanzado ese día establecía que la noche del día 28 de noviembre se encendiesen hogueras en su honor; y que el día 29 se hiciese una procesión solemne, desde la Catedral hasta la iglesia que lleva su nombre, es decir, hasta la iglesia de San Saturnino, o de San Cérnin (en lengua occitana). En ese cortejo estaría presente el Cabildo catedralicio, quienes debían de ocuparse de celebrar la misa y de predicar el sermón correspondiente a la misma.
Obispo y mártir
Dice la tradición que siendo Saturnino obispo de Toulouse, precedido de su colaborador Honesto, y recomendado por éste, tuvo a bien visitar Pamplona para predicar en ella. Se dice también que sus palabras sirvieron para convertir al senador Firmo, y que el propio Saturnino bautizó en la fe al hijo de este, Firmus, posteriormente San Fermín. Se habla, igualmente, que utilizaba para bautizar el agua de un pozo que había delante de un templo romano en el que se adoraban dioses paganos, erigido en honor a la diosa Diana, y que con el agua de ese pozo llegó a bautizar hasta 40.000 personas. Sobre aquél templo pagano pudo levantarse la actual iglesia de San Saturnino; y aquél pozo sería el que hoy se conserva delante de esta iglesia, y en el que una placa nos recuerda que “aquí está el pozo con cuya agua, según tradición, bautizó San Saturnino a los primeros cristianos en esta ciudad”. Una de aquellas personas, Firmus, se entregaría después a la vida religiosa, evangelizaría en Francia, se consagraría como el primer obispo de Pamplona, y conocería después el martirio al ser degollado por no querer renunciar a su fe; hecho este que le permitiría alcanzar la santidad, convirtiéndose en el primer santo navarro. Y ya puesto, si antes hemos aclarado que San Fermín no es el patrón de Pamplona, ahora conviene recordar que tampoco era negro, o “de color” que se dice ahora; la tez oscura que luce su imagen está conseguida a base de humo de vela.
Pero volvamos a la figura de San Saturnino. Al margen de estos datos locales extraídos de la tradición oral sabemos de él que fue el primer obispo de Toulouse; que se dedicó a predicar y a evangelizar por el sur de la Galia (Francia) –concretamente en Aquitania-, Pirineos y norte de la Península Ibérica; se sabe igualmente que sufrió persecución por evangelizar, siendo encarcelados Honesto y él en Carcasonne por obra y gracia del prefecto Rufino; y, por último, sabemos también que en una fecha aproximada al año 250 (algunos biógrafos lo sitúan en el año 257) Saturnino fue igualmente martirizado; le ataron con una soga a un toro, y este le arrastró hasta dejar su cuerpo totalmente deshecho. Esta horrible forma de morir hace que en muchas personas aumente el confusionismo pensando que quien murió arrastrado por el toro fue San Fermín, y que de allí procede la tradición taurina de las fiestas que en honor a él se celebran. Craso error.
Siglo III
A la tradición oral, que es la que ha traído hasta nuestros días estas pinceladas biográficas de San Saturnino, se suman, documentalmente, las denominadas Actas de Surio, escritas en el siglo III por Surio y Ruinart. En cualquier caso hay que constatar que la ausencia de documentos determinantes hace que tanto a San Saturnino como a San Fermín se les sitúe en unos casos en el siglo I, en el siglo III, incluso en el siglo VI; esta última opción, en otro tiempo con mucha fuerza, ya ha sido descartada por los historiadores al darse por válida la antigüedad de la Passio Saturnini, un documento muy importante sobre la vida de San Saturnino escrito entre los años 430 y 450, documento este que aporta datos muy concretos y precisos y que sitúa a Saturnino en el siglo III, sin duda alguna.
¿Fue realmente San Saturnino quien bautizó a los primeros cristianos en Pamplona?; hoy es muy difícil responder a esta pregunta; pero lo que sí parece claro es que no fue el primer evangelizador de la religión cristiana. De hecho, Saturnino acude a Pamplona a petición de Honesto (San Honesto), natural de Nimes e importante colaborador de Saturnino, pues durante su evangelización en esta ciudad romana había tenido serios debates con Firmo, el senador romano, y entendía que solo una persona con el nivel de formación que tenía Saturnino podía resolver aquellas dudas que tenía Firmo. Como así fue.
La duda que se plantea ahora, intrascendente por otro lado, es si durante su labor evangelizadora en Pompaelo (Pamplona) Honesto había bautizado a alguien. Probablemente la tradición oral, y esa placa de bronce que cubre hoy el pozo en la calle San Saturnino, tengan razón; muy probablemente, como sucedió en tantas y tantas localidades, nadie se bautizaba hasta no haberlo hecho antes la autoridad local. Así pues, una vez que Saturnino convenció a Firmo, fue este quien se bautizó primero, después su familia, y seguidamente miles de pamploneses. ¿Miles he dicho?; la tradición habla de cuarenta mil almas las bautizadas; ¿había en aquella Pamplona tanta gente?, ¿vinieron de otros sitios?, ¿es una cifra exagerada?... nunca lo sabremos.
Si de algo tenía fama Saturnino era de ser un buen orador, y además valiente. Dicen que en Toulouse tenía él su propio oratorio, en donde predicaba a diario la religión cristiana; parece ser que al ir a ese oratorio obligadamente pasaba todos los días por delante del Capitolio, que era el gran templo pagano levantado para rendir culto a Júpiter Capitolino. En aquél lugar existía la costumbre por parte de los sacerdotes paganos de sacrificar un toro ante el dios Júpiter, por entender que esta era la forma de obtener las gracias que pedían sus fieles. En una ocasión, conocida la oratoria en la que Saturnino afirmaba la inexistencia de Júpiter, la multitud que se agolpaba delante del Capitolino, rodeó a Saturnino y le exigieron que fuese él quien ese día sacrificase el toro en honor a su dios pagano; Saturnino, fiel a sus creencias se negó a ello haciéndose firme en su convicción de que el verdadero Dios no era precisamente Júpiter. Esto encendió los ánimos de aquella multitud que, enfervorecida por el odio, ataron a Saturnino al cuello del toro utilizando una soga para ello, dejando que el animal arrastrase el cuerpo de Saturnino por las escaleras del Capitolio hasta quedar despedazado.
Otro detalle importante a tener en cuenta es que San Saturnino fue, y es, un santo muy importante en Francia; esto explica que en el siglo IX, a través de la ruta jacobea, su devoción y culto llegase hasta Pamplona, que aquí se levantase un templo en su honor, y que uno de los Burgos de la ciudad llevase también su nombre.
Lo cierto es que en Pamplona, y en Artajona, a este santo se le venera desde hace muchos siglos. Y la Iglesia Católica celebra su fiesta en el día de hoy, 29 de noviembre, y –acabo con esta última curiosidad- se le venera en esta fecha no porque fuese un 29 de noviembre cuando fue martirizado, ni cuando nació, ni cuando fue consagrado obispo, ni nada vinculado con su vida. Se le venera el 29 de noviembre aprovechando que ya ese día había sido asignado en el santoral a otro San Saturnino, mártir romano, muerto hacia el año 300.
Feliz día de San Saturnino.
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