30 DE ENERO DE 2011

TRIBUTO DE LAS TRES VACAS
MILENARIO Y ÚNICO

Texto y fotos: Pablo Roa y Fernando Hualde

Sillería del coro de Isaba - Tributo de las tres Vacas

El Tributo de las Tres Vacas acaba de ser declarado Bien de Interés Cultural Inmaterial. Estamos ante una reliquia ritual con una antigüedad muy superior a la que se dice.

Resulta un tanto extraño, probablemente, abordar periodísticamente un tema de verano en pleno invierno; pero creo que esta concesión puede hacerse perfectamente con el Tributo de las Tres Vacas, cuya celebración, coincidente con las fiestas de San Fermín, hace que muchas veces  se aborde esta tradición limitándose a la mera crónica del acto.
En esta ocasión, además, el pasado 24 de enero, en la localidad de Peralta, el Gobierno de Navarra tomaba el acuerdo, que aplaudo, de darle a la ceremonia del Tributo de las Tres Vacas la declaración de Bien de Interés Cultural Inmaterial, sumándose así a las declaraciones de esta misma categoría recibidas anteriormente por los carnavales de Lantz, y de Ituren y Zubieta.
Independientemente de todo lo que ello conlleva de compromiso institucional a la hora de preservar y difundir esta valiosa joya del patrimonio navarro, el paso dado por el ejecutivo navarro tiene el valor añadido de que, por fin, alguien empieza a darse cuenta del valor que tiene lo que cada 13 de julio sucede sobre la piedra de San Martín, en el collado de Ernaz.

Piedra de San Martín - Collado de Ernaz

Antigüedad

Navarra, no cabe duda, es una tierra rica en tradiciones; somos propensos a darles a algunas de ellas el pomposo calificativo de “ancestrales”, como queriendo dar fuerza así a su antigüedad. Sin embargo, entre todas ellas destaca este ritual, curioso a la vez que sencillo, del pago anual del Tributo de las Tres Vacas.
¿Desde cuando existe esto?. Esa es la pregunta del millón, que se suele decir. La declaración de Bien de Interés Cultural Inmaterial viene apoyada en el hecho de que, según la nota de prensa facilitada por el Gobierno de Navarra, “es el tratado internacional vigente más antiguo de Europa”, a la vez que sitúa su origen en el año 1375.
Sin querer ensombrecer para nada la declaración de BIC, sino todo lo contrario, con el afán de justificar esta declaración todavía más, quisiera puntualizar, una vez más, este error que venimos arrastrando desde hace bastantes años.
Hay que decir con claridad y con rotundidad que lo que nosotros llamamos Tributo de las Tres Vacas, y los bearneses denominan Junta de Roncal (“Junta de Roncal” o “Junta de Ernaz” era el verdadero nombre de esta ceremonia), no tiene su origen en 1375. Es muy anterior a esta fecha.
1375, no nos cansaremos de decirlo, es el año de la primera referencia documental. Y esa primera referencia documental es la sentencia arbitral dictada por Ansó el 12 de agosto de 1375 con la que se pone fin a años de disputas y de graves enfrentamientos entre vecinos de los valles de Roncal y de Baretous.
Para que no haya duda, basta con leer lo que esa sentencia, proclamada en la puerta de la iglesia de Ansó el 16 de agosto de aquél año, dice literalmente: “que los dichos baretoneses siempre usaron et acostumbraron dar tres vacas a cada dos annos sines mácula...”. Documentos levemente posteriores, de ese mismo siglo XIV, aclaran únicamente que el tributo se celebra “desde tiempo inmemorial”. Entiéndase, por tanto, que esa ceremonia, ya en el año 1375 se consideraba muy antigua. Aquellas gentes del siglo XIV daban a entender, con expresiones como “siempre”, o “desde tiempo inmemorial”, que el origen de esta ceremonia se perdía en la noche de los tiempos.
Así pues, lo primero que tenemos que tener claro es que no se sabe con seguridad las causas ni la fecha de inicio de esta ceremonia. Sencillamente, no existe hoy ningún documento que nos lo aclare. Los documentos que nos podían haber arrojado alguna luz fueron consumidos por el fuego en el voraz incendio que asoló la villa de Isaba el 27 de septiembre de 1527.
De lo único que tenemos constancia es de que tras el incendio, un tal Juan Martín Hualde, responsable en esa época del archivo del valle, viendo que los documentos que hablaban sobre el origen de esta ceremonia se habían quemado, escribió él un compendio documental en el que narró todo lo que recordaba haber leído en estos documentos sobre las causas y el inicio de este tributo perpetuo. Escribió esta historia bajo el título "Val de Roncal".

Autoridades de Baretous y del Roncal en el Tributo de las Tres Vacas

Tributo de guerra

Juan Martín Hualde incluyó en esta historia varios pasajes acaecidos en los tiempos antiguos extraídos de los primeros borradores que hasta esa fecha se habían conservado en el archivo del valle. Estos pasajes nos hablaban de la invasión de los cimbrios en el año 628 después de la fundación de Roma (entiéndase por tanto que hablamos del siglo II), de que arrasaron las tierras que hoy configuran el Valle de Roncal, y de que en esta acción contaron los invasores con el apoyo de los vecinos del valle de Baretous, que contribuyeron a los robos, incendios y asesinatos; decía Juan Martin Hualde que “en suma se saca por dichos papeles que desde entonces quedaron los roncaleses indignados contra los bretoneses (baretoneses) y resueltos a tomar satisfación de los recibidos agravios”. Esto dio pie a un justo resentimiento de los ofendidos que, una vez retirados los cimbrios, lanzaron una ofensiva contra los de Baretous quienes, considerándose vencidos, se dice que solicitaron la paz y ofrecieron como tributo de sumisión tres vacas, finalizando así las contiendas entre ambos valles.
Y esta es la explicación que dio Juan Martin Hualde; una explicación que carece hoy de soporte documental (se perdió la pista de estos documentos en Londres), pero que es factible, y que justifica perfectamente el carácter perpetuo de este tributo. No existe, ni ha existido en todo el Pirineo, ningún tributo que siendo por compensación de uso de fuentes y de pastos, sea perpetuo. Curiosamente Pedro Antón Beuler, en su “Historia General” (libro 1º, Cap. 22, folios 124 y 125) nos narra la invasión címbrica con una historia que encaja perfectamente con lo escrito por el archivero roncalés; y lo hace así: “Corrían los años de la fundación de Roma, 628, que serían del Diluvio 2292, cuando los Cimbrios que eran gente de la Alemania del Norte, saliendo de sus tierras vinieron hacia estas partes, y partidos en compañías, la una de ellas venía para Francia, a pasar por los de Auvernia, y entró en España por Isaba, que es el valle del Roncal, en tierra de Navarra, y así como llegaba a los pueblos los destruía y quemaba, y seguía adelante sin parar. Más cuando los españoles lo supieron, ajuntando grandes gentes de celtiberios con los aragoneses y catalanes, diéronle una tal mano que dejando lo que robaban, y muertos y presos gran número de ellos, se volvieron huyendo por donde entraron, y juntándose con Bitinto, rey de Auvernia (antiguo departamento de Francia) se movieron para pasar a Italia, siendo 180.000 los combatientes, como dice Orossio al Lib. 5º y cuando supieron en Roma el campo que llevaban vínoles a detener al paso del Royne el cónsul Fabio con tan poca gente que dijo Bitinto que no tenían harto de las carnes de aquellos romanos, los perros que el traía en su ejército para comer. Mas fue vencido por Fabio, muriendo en la batalla y ahogados en el Royne, huyendo, porque se quebró una puente de madera que hicieron”.
Dando por buena esta hipótesis, y conformes unos y otros del pago anual de este tributo con carácter perpetuo, en este estado continuaron ambos valles, sin tenerse noticia de que en ningún momento se dejase de pagar este tributo, hasta que en 1373 “en lo alto del puerto donde está la línea divisoria y una fuente en el término de España, sito para dar agua a los ganados, acudieron a un mismo tiempo con los suyos Pedro Carrica, roncalés, y Pierre de Sansoler, de Bretons, los cuales armaron competencia sobre quién habría de dar agua a su ganado, y pasando de las palabras a las manos, el Pedro Carrica mató a Pierre de Sansoler. Considerando Carrica que luego vendrían sobre él, se ausentó con su ganado a otra parte.
Luego que llegó la noticia...”. Así comienza la historia real y documentada de lo que sucedió a partir de 1373. Aquellas disputas trajeron como consecuencia que los bearneses dejasen de pagar el tributo en 1373, y en 1374, y en 1375…, hasta que la sentencia arbitraria de Ansó dispuso que se siguiese pagando, recordando a la vez que nunca podía dejar de pagarse. Como así ha sucedido, salvo situaciones excepcionales.
            Trato, por tanto, de decir que ya era hora de que a esta ceremonia se le reconociese su antigüedad, pero no necesitamos bajarle de categoría. Evitemos, de una vez por todas, arrastrar ese error de decir que el Tributo de las Tres Vacas data del año 1375. Ni data de ese año, ni es tributo compensatorio del uso de fuentes y de pastos.
            Después de varios años de investigación, hoy es el día en el que podemos afirmar categóricamente, tal y como lo resaltaba la nota de prensa del Gobierno de Navarra, que, efectivamente, estamos ante la ceremonia y ante el tratado internacional más antiguo que se conserva en Europa y, salvo sorpresas de última hora, es muy probable que podamos determinar que estamos ante el tratado internacional más antiguo del mundo. Y, ¡ojo!, también ante la ceremonia más antigua celebrada ininterrumpidamente, independientemente de que se trate de un tratado internacional o de otra cosa. Evidentemente, en la ceremonia que se celebra en Ernaz, aunque no ha cambiado el ritual oral (salvo algunos detalles en las formas no orales), ni han cambiado los pagadores ni los receptores, sí que han cambiado las naciones, los reinos, los principados, y las provincias y regiones.

Reconocimiento de las vacas

El valor de la palabra

            El Tributo de las Tres Vacas tiene, además, un valor que está por encima de su notoria antigüedad. Hablo del valor de la palabra.
            Hay un compromiso de pago de un tributo y un compromiso de paz. Y eso, desde hace muchos siglos, se sella con la palabra, se adquiere y se renueva poniendo una mano sobre la otra. Esa es la lección que aprendieron en 2006 los expedicionarios de la Ruta Quetzal, procedente muchos de ellos de países en guerra; y ese es el mensaje que se llevaron a sus países. Que en el Pirineo la palabra vale más que ningún otro documento, y se cumple, y se renueva. Y el pago de un tributo, sin dejar de ser lo que es, se convierte en fiesta y en hermandad. Y la piedra de San Martín, mientras para las administraciones puede ser un punto divisorio, para los hombres y mujeres del Pirineo es un punto de unión. Y la unión es real, no es escenificación de un día. El “Pax avant” tres veces allí repetido se traduce en una convivencia permanente de siglos, en el entendimiento en otro tiempo con una misma lengua, y en una mezcla real de familias, que no de sangre, pues la sangre es la misma, es la sangre del Pirineo.
            Hoy es el día, año 2011, en el que se sigue trabajando juntos, más unidos que nunca, con proyectos comunes, y con ilusiones comunes. Es por ello que la declaración de Bien de Interés Turístico Inmaterial es motivo de celebración; era hora ya de que alguien reparase y pusiese en valor esta ceremonia. Pero sobre todo debe de servir para que esas tres vacas, que han de ser del mismo astaje, pelaje y dentaje, sigan siendo referencia en Navarra y en el mundo de que para que haya paz debe de bastar con la palabra y con una mano abierta. Esa es la lección que nos da el Pirineo, la que nos viene dando “desde tiempo inmemorial”.





No hay comentarios:

Publicar un comentario