14 DE FEBRERO DE 2010

TIEMPO DE CARNAVAL

Texto y fotos: Fernando Hualde




Navarra entera se llena estos días de disfraces, de ritos ancestrales, de personajes curiosos y extravagantes, y de trasgresión permanente. Es tiempo de Carnaval.

Antes de entrar en harina, y aunque rara vez lo hago, quisiera dejar aquí constancia de mi agradecimiento por todas las muestras de cariño que a lo largo de esta semana, y por muy diversas vías, se me han hecho llegar desde Luzaide – Valcarlos por el reportaje del pasado domingo. Han sido especialmente numerosas en esta ocasión, y por eso aludo a ellas.
Hago extensible también mi agradecimiento a aquellas personas que en algunos foros de Internet han arremetido contra mi asignándome etiquetas políticas por haber dicho que Valcarlos era el primero del Camino. Unos me han acusado de querer echar por tierra el esfuerzo del gobierno de UPN creyendo que trataba de crear malestar ante el acto del pasado día 9; mientras que otros han querido criticar al reportero Hualde por ignorar que más allá de Luzaide, aquello también era Navarra; estos me ven coincidente con UPN y PSN. Pues eso, que a todos muchas gracias por las etiquetas políticas, ya están todas en mi colección; algunas ya las tenía de antes. No obstante, puesto a elegir, me quedo con los vecinos agradecidos, es cuestión de gustos.
Y así, mientras a algunos los tengo entretenidos buscándome las cosquillas, un servidor se va de Carnaval. Seguro que tampoco faltará a quien no le guste.


Trasgresión

La expresión “tiempo de Carnaval” la asociamos siempre a ese periodo de tiempo, previo a la Cuaresma, en el que siguiendo un ritual nos disfrazamos dando así rienda suelta a una trasgresión social que el resto del año no se da. Los hombres se convierten en mujeres, y viceversa; los pobres se convierten en ricos, y viceversa; incluso en muchos casos nos vemos convertidos en animales, o convertimos lo profano en sagrado, o echamos a la hoguera aquello que nos representa a todo lo malo. Y todo ello en medio de un buen ambiente, con humor, con color, con plasticidad, con originalidad…; haciendo renacer una vez al año a míticos personajes de gorros cónicos, o vestidos con tela de arpillera (con sacos viejos, para que nos entendamos), o con vistosas blusas de colorines, con caras tiznadas, horcas ensangrentadas, pieles a modo de abrigo, cencerros en el trasero rítmicamente meneados, botanas que golpean, cuernos que resuenan queriendo retrotraernos a tiempos ancestrales… Es todo un mundo mágico, etnográficamente rico, y fotográficamente atractivo. En este sentido Navarra es una tierra privilegiada y muy plural en todas sus expresiones carnavalescas, reflejo inequívoco de la pluralidad que tiene en su tiempo ordinario. No cabe duda de que la declaración de Bien de Interés Cultural debiera de extenderse a otros muchos carnavales de cuantos se celebran en este viejo reino; basta con hurgar en algunos de ellos para encontrar verdaderas reminiscencias de ritos milenarios. Allí están los mamuxarros de Unanu, el hartza de Arizkun, los zaratrakos de Isaba, los zarramuskeros de Cintruénigo, los mutillak de Ihabar, los saku-zarrak de Lesaka, los momotxorros de Altsasu, y muchísimos más. Igual que allí están los ajusticiamientos de Miel Otxin (Lanz), Amandixarko (Isaba), Aitezarko (Ihabar), Aittun aundiya y Amiñ txikia (Arbizu)… Y con todos ellos, allí están músicas, canciones, danzas, ritos, y mil detalles más que no son menos merecedores de una protección institucional, que por otra parte nunca la han necesitado para sobrevivir al paso de los años y de los siglos.



La fecha de los carnavales

Decimos que es ahora tiempo de Carnaval, pero… ¿cuándo se celebran los carnavales?, obsérvese que cada año son en fechas diferentes. Trataré de explicarlo lo mejor que pueda y sepa.
Bien, bastaría hacer un análisis de los personajes y ritos del carnaval –igual que pasa con la mitología- para darse cuenta que hay un paralelismo con otras culturas, en este caso pre cristianas. Hablo de las fiestas romanas (saturnales y lupercales), o hablo de las fiestas en honor a Dionisios que se hacía en la antigua Grecia, por poner algunos ejemplos próximos.
Son culturas antiguas, y que mayoritariamente se regían por un calendario marcado por las fases de la luna. Es decir, el año comenzaba con el solsticio de invierno. Sin embargo, el calendario actual está marcado por el sol, de tal forma que los días nos señalan la posición de la Tierra respecto al sol. El calendario solar, por tanto, vino a sustituir al calendario lunar.
La Iglesia Católica es esa entidad que todavía se maneja con ambos calendarios. Las navidades, el santoral, y determinadas solemnidades marianas, por ejemplo, corresponden al calendario solar, se corresponden con días fijos.
Pero, por otro lado, la Iglesia estableció que el domingo siguiente a la primera luna llena del primer plenilunio de la primavera se celebrase en toda la cristiandad la Pascua de Resurrección. A su vez, el Miércoles de Ceniza debe de celebrarse cuarenta y sesis días antes de la Pascua de Resurrección, dando así paso a la Cuaresma (cuarenta días) y a la Semana Santa (siete días).
De la misma manera que está establecido que la Ascensión debe de celebrarse cuarenta días después de la Pascua de Resurrección; o que Pentecostés debe de ser cincuenta días después que la Pascua de Resurrección; o que la festividad del Corpus Christi tiene que celebrarse el siguiente jueves al octavo domingo después de la Pascua de Resurrección, o lo que es lo mismo, sesenta días después del domingo de Resurrección.
Sépase, por tanto, que la luna es la que marca el establecimiento de todas estas festividades. Y los Carnavales en este caso van condicionados a la fecha del Miércoles de Ceniza. Lo normal es que se celebren los tres días anteriores, o en otros sitios los tres jueves anteriores, con sus correspondientes y variadas denominaciones.
Pues eso, que es tiempo de Carnaval. Merece la pena acercarse a conocer esa gigantesca riqueza que tenemos por toda la geografía de Navarra y que estos días sale a la calle en sus más variadas expresiones. Sin duda unos son más conocidos que otros; algunos gustan de pasar desapercibidos, libres de aglomeraciones; los hay también que han sabido convertirlos en recurso turístico. Todo es respetable, y nosotros, como público, no estaría de más que supiésemos adaptarnos al posicionamiento que ha tomado cada localidad. Que sepamos también que los ioaldunak de Ituren y de Zubieta son uno de los símbolos más conocidos del carnaval navarro, que probablemente son los que más se usan fuera de su contexto geográfico local; pero que en nuestra tierra hay muchos más personajes, no tan conocidos, pero sí igual de valiosos. Y sería bueno que poco a poco fuésemos conociendo este mundo mágico de pinceladas ancestrales que en estos días salpica nuestra geografía.
Y, dicho esto, me voy de Carnaval, de zaratrako concretamente.

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