22 DE AGOSTO DE 2011

IZAGAONDOA
UN VALLE QUE LUCHA POR SU PATRIMONIO

Texto y fotos: Fernando Hualde


Panorámica de Izagaondoa desde Beroiz

Izagaondoa, a través de su asociación cultural, ha iniciado una obra de recuperación de su patrimonio que debe de ser ejemplo para muchos municipios.

Hace poco más de un mes dedicábamos en esta sección un reportaje a la exposición etnográfica que este verano puede verse en la iglesia de Iriso (valle de Izagaondoa), y que permite acercarnos a las labores y a las formas de vida, a través de los objetos, que los vecinos de este valle han protagonizado en los últimos siglos.
El éxito de la iniciativa de la Asociación Cultural Valle de Izagaondoa si para algo ha servido, y está sirviendo, es para tomar conciencia de que hay todavía una sensibilidad importante hacia nuestro pasado, que hay interés por él, que hay voluntad de que no se pierda ni se diluya en el olvido. Y esto, en un valle tan deprimido demográficamente como lo es Izagaondoa, y a la vez con un patrimonio tan rico, es especialmente importante.
Se corre el riesgo institucional de quedarse en meros espectadores, observando cómo un reducido grupo de quijotes trabaja por su propia historia y por su propia cultura; quijotes estos que, sensibles a su propio patrimonio, frecuentemente tienen que desviar sus esfuerzos a realizar mil gestiones administrativas encaminadas a obtener unas ayudas que no pecan precisamente de generosas. Algo falla en todo esto. Se echa un poco en falta invertir los papeles. Se supone que este tipo de iniciativas debieran de ser el fruto de un esfuerzo permanente por parte de la administración, tratando esta de premiar a aquellas personas que, además de enfrentarse a su propia supervivencia como colectivo humano, están dispuestas a implicarse y a comprometerse en la defensa del patrimonio que les rodea.
Sea lo que sea, lo cierto es que Izagaondoa se está moviendo, y de una manera ejemplar. A sus espaldas tienen un patrimonio que está pidiendo a gritos una intervención permanente, seria, eficaz, con mimo y con cariño. Y por delante lo que tienen es trabajo, ¡mucho trabajo!, y desde todos los frentes imaginables. Vamos a hacer aquí, muy por encima, un breve repaso a todo lo que espera en Izagaondoa, y lo hacemos al amparo de esta exposición, con el deseo de que cada vez sean menos los espectadores y sean más las manos dispuestas a colaborar, a trabajar, a empujar.


Patrimonio histórico

Todos sabemos que la riqueza del patrimonio histórico es relativa. De la misma manera que sabemos que toda la historia, por muy local que sea, es importante y merecedora de ser conservada.
Izagaondoa, a pesar de ser poseedor de una rica historia local, su desarrollo histórico trasciende mucho más allá de sus fronteras gracias al castillo de Leguín, que es la fortaleza documentada más antigua que se conoce en Navarra merced al episodio bélico que en ella se vivió el 23 de julio del lejano año 924.
En cualquier caso el castillo de Leguín, el santuario de San Miguel de Izaga, y todos y cada uno de los núcleos de población que configuran este valle, tienen una historia apasionante, interesante, y que merece la pena recomponerla con detalle.


Patrimonio arquitectónico

Izagaondoa es uno de los valles navarros que mayor número de despoblados tiene. Quiere esto decir que el número de casas que hay en ruinas es considerable, y buena parte de ellas dignas de un estudio a fondo, antes de que caigan. Interesa la distribución de los espacios, la ubicación de los hornos, el material de construcción, los herrajes, y otros muchos elementos de la arquitectura popular. La portalada de la casa Pedroz, en Urbicain, viene a simbolizar y a mostrarnos el futuro que les espera a todos estos elementos.
A ello hay que añadir las iglesias que hay en el valle, algunas de ellas de un especial valor arquitectónico, y que están pidiendo a gritos una intervención inmediata. Guerguitiain es el más claro ejemplo, y el más doloroso.
E Izagaondoa y Unciti, de forma excepcional, tiene un riquísimo patrimonio de fuentes medievales, neveras, molinos… En algunos de estos elementos se ha intervenido ya; pero la mayoría siguen esperando. Y no hay que olvidar que el día que estos dos valles tengan todo su patrimonio arquitectónico restaurado e interpretado, serán –lo son ya- un recorrido turístico de lo más atractivo que se puede encontrar en Navarra.


Patrimonio artístico

No es este el momento de hacer un repaso a todo el patrimonio artístico de Izagaondoa, pues afortunadamente es mucho. Sin embargo es un patrimonio que requiere y necesita una intervención. Es de destacar lo que se ha hecho ya en torno al calendario medieval de la iglesia de Ardanaz, o lo que se ha investigado en torno al coro de la iglesia de Turrillas (actualmente en la Catedral de Pamplona), pero hay muchas más cosas, hay un crucero muy importante en Ardanaz, hay una imaginería religiosa como el Cristo de Zuazu o la Virgen de Beroiz, más todo lo que hay en retablos, en claves, en dinteles y en otros emplazamientos. Inventariar, documentar, conservar y difundir serían los cuatro pilares básicos de una intervención eficaz en torno a este patrimonio.


Patrimonio documental

El Archivo General de Navarra, el Archivo Diocesano de Pamplona, el propio archivo del valle, y el interior de las casas, acogen un importante número de documentos en donde se apoya la historia del valle; suelen ser procesos, actas, ordenanzas, testamentos, inventarios, etc. No basta con saber que en esos archivos hay documentos que afectan a Izagaondoa; hay que localizarlos, identificarlos y trascribirlos para poder conocer su contenido, y de esta manera ir poniendo piezas en ese puzzle gigante que es la historia del valle.
Hay que ser capaces también de recoger todos esos impresos que realmente nos aportan algo; me refiero a programas de fiestas, recordatorios (primera comunión, defunción, etc.), y cuantos nos sirvan en un futuro para conocer las costumbres, e incluso para certificar que hubo vida en determinados núcleos de población que hoy se nos muestran despoblados, e incluso físicamente desaparecidos.
Me consta que existe ya un trabajo muy bueno y muy importante sobre el patrimonio documental de Izagaondoa, que ha permitido recomponer toda la oiconimia (nombres de las casas) y las generaciones que han habitado cada una de sus casas. Pero el trabajo que queda todavía por hacer es monumental.


Patrimonio fotográfico

Una intervención muy agradecida desde el punto de vista afectivo es aquella dirigida a recopilar el patrimonio fotográfico. Pueblo por pueblo, y casa por casa, hay que recoger todas esas fotografías de antaño que nos permitan documentar el día a día de cada uno de estos lugares y de sus gentes; que nos permitan conocer cómo vestían, cómo trabajaban, cómo eran sus casas, sus romerías, etc.
Son fotos que hay que datar, que hay que ubicar, que hay que poner nombre y apellidos a quienes en ellas aparecen. El proceso pasa por escanearlas a una buena resolución y devolverlas de inmediato a sus dueños. Y con todas ellas crear un archivo fotográfico lo más amplio posible. Nos sorprenderá comprobar que hay muchas más fotografías que las que sospechamos.
Ese archivo fotográfico debe de ser enriquecido, igualmente, en base a una política de ir fotografiando en la actualidad cuanto sucede.
Todo esto se entiende mejor, por ejemplo, cuando hoy vemos fotos de Izánoz, un pueblo del que tan sólo queda el topónimo, ni tan siquiera las piedras de sus casas. O cuando vemos esas fotos de la vida en Urbicain, o en Mendinueta, por poner tan solo algunos ejemplos.


Patrimonio oral e inmaterial

Probablemente sea esta la intervención que más urge. Hemos asistido en las últimas décadas a la desaparición de unos oficios y de unas formas de vida que habían pervivido durante siglos. Y todavía hoy tenemos entre nosotros a esas personas mayores que el destino ha convertido en los últimos de muchos de estos oficios, en los últimos testigos de todo ello. Estos ancianos, tal y como se está haciendo en decenas de pueblos y valles de Navarra, deben de ser entrevistados y grabados en vídeo en base a unos criterios etnográficos, buscando de ellos su testimonio, que nos cuenten lo que ellos conocieron, que nos enseñen cómo jugaban de pequeño, lo que cantaban, las fiestas que conocieron, las costumbres, las palabras, dichos, refranes, la romería a Izaga…
Y para que todo esto sea realmente eficaz debe de hacerse dentro de las pautas de calidad y de criterios establecidas dentro de lo que está siendo el Archivo del Patrimonio Oral e Inmaterial de Navarra. Y sin olvidar de que, a corto plazo, estos ancianos habrán desaparecido ya, desapareciendo con ellos las posibilidades de salvaguardar tan importante parcela de nuestro patrimonio.


Patrimonio etnográfico

Asistimos este verano a una iniciativa que, si mal no recuerdo, no conocía precedentes en este valle. El patrimonio etnográfico era una de las asignaturas pendientes importante; cierto es que esta exposición no es la varita mágica que permite aprobar esta asignatura, pero no cabe duda de que es el primer paso, y además un paso grande e importante. La muestra que se ve en Iriso ofrece una visión global de las herramientas y elementos etnográficos que durante siglos han estado presentes en la vida de los vecinos del valle.
Se impone ahora, desde este punto de partida, dar continuidad a esta línea de trabajo. Todo el material expuesto, antes de ser devuelto a sus dueños, debiera de ser sometido a una catalogación detallada, al estilo de las que se hacen en los museos navarros. El siguiente paso, con la colaboración de los vecinos, sería el de recorrer las casas, una a una, localizar piezas y catalogarlas. Todo ello bien acompañado de una buena campaña de sensibilización y de difusión.

Y trabajando por todo esto aquí expuesto, por lo que realmente estamos trabajando es por el más importante de todos los patrimonios, el patrimonio humano. Sé muy bien que todo esto suena a utópico, que es demasiado trabajo para tan pocos quijotes, pero no por ello me resisto a marcar estos objetivos; y los marco con esperanza, sabedor de que hay ya gente trabajando, algo que todavía estamos por ver en otros municipios mucho más poblados y con unos presupuestos más boyantes. Izagaondoa, sus gentes de ayer y las de hoy, bien merecen un esfuerzo extraordinario, bien merecen un respaldo de las instituciones, y bien merecen ese arrimar el hombro de los vecinos del valle y de cuantos deseen colaborar en que todo esto no se pierda.
Que nos sirva de ejemplo Izagaondoa. Y adelante por ese camino que han emprendido.

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