29 DE ABRIL DE 2011

VOLUNTARIOS DE ORO
RECONOCIMIENTO EN EL DÍA DE LA ALMADÍA

Texto: Fernando Hualde
(Nota: Este reportaje fue reproducido parcialmente)


Decenas de personas hacen posible que se celebre en Burgui el “Día de la Almadía”. Ese voluntariado será homenajeado el sábado con la Almadía de Oro.

Este próximo sábado, un año más, miles de personas acudiremos a Burgui para ver el descenso de la almadías por las aguas del Ezka. En estos tiempos en los que las señas de identidad tienden a difuminarse a una velocidad vertiginosa, las almadías, los espalderos, las migas, el queso… se nos presentan como una terapia necesaria, como unos elementos, aparentemente intrascendentes, que nos están reclamando tornar la vista hacia atrás, no como un gesto de aldeanismo o de involucionismo, sino para que no perdamos nuestras referencias, que por ser referencias de pasado, lo son también de futuro.
El próximo día 30 se van a entregar dos Almadías de Oro; una de ellas será para Mikel Zabalza, montañero, que de alguna manera encarna el esfuerzo personal por llegar a algo, igual que los almadieros, y además en un momento en el que en pocos meses han sido varios los montañeros navarros que han dejado su vida en la montaña.


Grupo de voluntarios

La otra Almadía de Oro, que es en la que vamos a incidir hoy, en esta sección, va a ir para todo ese grupo de voluntarios que, desde el año 1992, año tras año, sacan adelante, y con éxito rotundo, la celebración de esta fiesta.
Es de justicia destacar que el éxito de todas estas ediciones del Día de la Almadía – Almadiaren Eguna recae sobre un amplio equipo de personas. A unas se les ve y a otras no se les ve. Y todas son piezas claves. Sale todo bien gracias a la labor complementaria de decenas de voluntarios. Se combina aquí la tarea de quienes construyen en el monte las almadías, la de quienes hacen los almuerzos, la de quien gestiona las ayudas, la de quien solicita los permisos y maneja todo el papeleo, la de quien pone los carteles, la de quien hace los folletos y los distribuye, la de quien se ocupa del protocolo, la de quien engalana el pueblo, la de quien señaliza y atiende los aparcamientos, la de quien pone las papeleras, la de quien atiende a los invitados, la de quien baja sobre las almadías conduciéndolas con éxito, la de quien barre y retira la basura cuando todos se van, la de quien atiende a los medios de comunicación, la de…, la de todos sin excepción. He aquí la grandeza de una fiesta como esta, con un éxito compartido y afortunadamente muy repartido.
Todo este esfuerzo, minuciosamente coordinado, si en algún sitio es posible es en Burgui; doy fe de que es un pueblo generoso, desprendido…, en donde proliferan las personas que saben darlo todo sin esperar nada a cambio. Esta actitud tiene mucho que ver con el espíritu almadiero, con el espíritu heredado de una generación a otra. Y tiene mucho que ver con la historia de este valle, personas dispuestas y combativas, con unas miras muy superiores a las del propio ombligo, y celosos defensores de las tradiciones y de la memoria de quienes nos precedieron.
En cualquier caso la realidad está allí, al alcance de la memoria. Este sábado, día 30, se cumplirán veinte años de celebración ininterrumpida del Día de la Almadía; y es obligado admitir que hay que descubrirse ante la labor realizada.


Juantxo

El homenaje en forma de Almadía de Oro al grupo de voluntarios está muy lejos de ser un auto premio por parte de la Asociación de Almadieros; es más, hubiese sido de desear que este reconocimiento que se va a vivir el sábado en Burgui nunca se hubiese realizado. Cierto es que se va a reconocer la labor del voluntariado, pero quienes de alguna manera vivimos implicados en las tareas de defensa del patrimonio sabemos que en estos casos no se está haciendo nada de más, sino lo que se debe; aunque en estos tiempos hacer lo que se debe en torno a nuestra cultura, lamentablemente es digno de reconocer.
El colectivo de voluntarios está repleto de nombres anónimos; y sin embargo el sábado la Almadía de Oro va a tener un nombre propio, y a través de él van a estar representados todos los voluntarios. Se trata de Juantxo Gartzia de Azilu, fallecido el pasado mes de septiembre.
Mientras su salud se lo permitió, Juantxo fue un voluntario ejemplar; fue un motor de actividad, locomotora en no pocas empresas. Persona comprometida, aliado de las causas difíciles, promotor de mil historias…; fue aquél que predicó con el ejemplo empezando a dar luz a una nivera medieval que se ocultaba bajo la maleza y bajo la tierra, el que se empeñó en recuperar y dignificar viejos oficios, el que también puso empeño en recuperar la vieja lengua de nuestra tierra, y la historia incómoda, y el que anduvo por los caminos de la memoria, y tantas y tantas historias. Ese era Juantxo, un artista que fue capaz de aparecer, desaparecer, y dejar a su paso toda una estela de amigos.
Seguramente que un buen profesional de la escritura en la prensa sería capaz de desligar la amistad y los sentimientos ofreciendo a los lectores un reportaje mucho más imparcial. No es mi caso, ni tan siquiera mi estilo. En este ocasión he de reconocer que la figura de Juantxo no dejaba indiferente a nadie, ni tampoco a mí; nos tocó luchar juntos en más de una trinchera (almadías, oficios…); y en la última que luchamos, allá por el mes de septiembre, yo tuve más suerte que él.
Este sábado Juantxo Gartzia de Azilu estará ausente a la orilla del río, y en el bar, y en las calles, y en el frontón. Pero estará más presente que nunca en el recuerdo de todos; estará representando a todo el voluntariado, no en vano, a pesar de que sus ideas políticas no eran compartidas por todos, podemos decir que, con su carácter, siempre, allá por donde pasó, a sus espaldas le quedaba una puerta abierta.
Igual que esos robles que resisten las temibles corrientes de aire en la foz de Burgui, igual que esas locomotoras que ante cualquier adversidad apretaban los dientes y seguían con paso firme y meta bien marcada, igual que aquellos almadieros que no soltaban el remo a pesar de las embestidas del río…, igual que todos ellos, así era Juantxo.
Este sábado Burgui es cita obligada. Es cita con la tradición, con nuestra cultura, y con quienes desde el anonimato hacen posible todo esto.


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