26 DE ABRIL DE 2009

SIGÜES Y SALVATIERRA DE ESCA
RECONOCIMIENTO ALMADIERO

Texto: Fernando Hualde



            El próximo sábado, día 2, la villa de Burgui celebrará el Día de la Almadía, en el que este año se tributará un homenaje a las localidades altoaragonesas de Sigüés y de Salvatierra de Esca, así como al cantautor aragonés José Antonio Labordeta.

Las demarcaciones geográficas actuales, como las de antaño, son las que establecen a qué provincia, a qué comunidad autónoma, o a qué reino pertenece cada núcleo de población. Sin embargo, en el Pirineo Oriental navarro nos encontramos con dos localidades, Sigüés y Salvatierra de Esca –a las que en otro tiempo habría que añadir las de Ruesta, Escó y Tiermas- que, aun perteneciendo a la provincia de Zaragoza, han mantenido durante siglos una convivencia natural con el navarro valle de Roncal, valle este con el que comparten un mismo marco natural como lo es la cuenca del río Esca, o Ezka.


Unidad de sangre

Obviamente la pertenencia de estas dos villas a la Corona de Aragón forzó siglos atrás momentos tensos, especialmente cuando pertenecían al reino de Navarra y este tuvo que replegar sus fronteras hacia el interior perdiendo esta porción de terreno en beneficio de Aragón. Pero frente a ello hay que esgrimir siglos y siglos de buena convivencia y de perfecta armonía, con un río que une, y con una actividad, la almadiera, que convirtió al valle del Esca en una unidad humana y geográfica, sin atender a la imposición de otras fronteras. Incluso podríamos decir que la fusión de culturas tan diferentes, o no tan diferentes, en un espacio tan pequeño se ha traducido, y se traduce todavía hoy, en una riqueza cultural, etnológica y lingüística especialmente interesante. Estamos además ante una fusión de sangre que nos lleva a entender que ámbitos geográficos y administrativos como Aragón y Navarra se diluyen en estas angostas foces en beneficio de un concepto más humano como puede ser, y es, el Pirineo. Es una realidad que aquellas disputas fronterizas de siglos atrás no pudieron evitar entonces, ni lo han podido evitar en todos estos siglos, que la sangre se entremezclase, que los apellidos de estos pueblos subiesen y bajasen por el cauce fluvial.
Desde esta premisa, y aunque es inevitable que para mejor entendernos hablemos de almadías aragonesas y de almadías navarras, la realidad nos dice que en el cauce del Esca no cabe hablar de demarcaciones geográficas. En las selvas roncalesas han trabajado indistintamente vecinos del valle navarro, vecinos de Sigüés y vecinos de Salvatierra; han sudado juntos, como juntos han construido las almadías, y juntos navegaron sobre ellas, esgrimiendo unas veces ciudadanía navarra y otras aragonesa, según interesase ante el peaje de turno. A nadie se le escapa el importante papel que desempeñaron Sigüés y Salvatierra en la salida fluvial de la madera roncalesa por el cauce del Esca; ellos, atravesando la foz, remontando el río, estral (hacha) al hombro, subían en cuadrillas hasta los montes de Isaba y de Uztárroz para explotar aquellas selvas; trabajaron codo a codo con los roncaleses; batían, barranqueaban, ataban, almadiaban…, unas veces para ellos mismos, otras para algún maderista importante del valle. También el río les cobró a ellos su tributo, pagándolo en muchos casos con la propia vida.
Y en la otra cara de esta misma moneda está la excepcional acogida que estos vecinos de la Alta Zaragoza tradicionalmente han dado a los roncaleses; la misma que en la parte alta del Esca, o Ezka, se les daba a ellos en las casas y en las bordas. No había aquí dos reinos diferentes, ni dos provincias, ni tan siquiera existía el sentimiento de ser forastero. Eran todos vecinos del Pirineo, con una misma agua y con una misma sangre. Y así sigue siendo.


Reconocimiento

Y no hace falta remontarse tantos siglos hacia atrás. Todavía hoy, la realización de entrevistas grabadas recogiendo el patrimonio oral del valle de Roncal, y de Burgui en particular, una de las cosas que han desvelado es la excelente relación que había con los vecinos de Salvatierra y de Sigüés. Las campas de Sasi saben mucho de todo esto; en cuanto llegaba marzo allí se juntaban todos a sembrar, para labrar después, como si fuesen un mismo pueblo, conviviendo en las labores, en las bordas, en la fuente.
Hoy, cuando ya hace casi sesenta años que las almadías del Pirineo navarro no se han metido en el río Aragón, se mira este primer sábado de mayo desde Burgui aguas abajo; todavía viven algunos almadieros roncaleses que guardan en su recuerdo un profundo agradecimiento a la ayuda que recibieron en el Matral cuando la fuerza del río les tiraba al agua; todavía viven quienes recuerdan a las cuadrillas del salvaterranos subiendo hacia la Selva Grande de Belagua; todavía viven… Son recuerdos que queremos perpetuar; hubo un beneficio mutuo; hay sangre entremezclada; hay presencia de estos pueblos en las familias roncalesas, y en los nombres de las casas, y en el lenguaje, y en las costumbres. Hubo, y hay, nos dos provincias, sino un Pirineo. Y esto es algo más, ¡mucho más!, que una frase bonita; es una realidad constatable.
No es casual que Sigüés fuese la primera localidad en erigir un monumento a los almadieros pirenaicos. El 4 de febrero de 1989, a las 12’30 horas, se inauguraba en esa localidad un monumento a los almadieros. La escultura está allí, instalada junto a la carretera, en la Plaza de Aragón (frente a la fachada del Ayuntamiento), y muestra una figura esquematizada de un almadiero, en metal, que navega sobre tres troncos. La colocación de este monumento fue una iniciativa del Ayuntamiento de Sigüés y de la Mancomunidad del Alto Zaragoza; y en ella se sienten representados todos los almadieros que un día navegaron por el Esca, los del ayer más inmediato y cuando lo hicieron en siglos anteriores.
En consecuencia, tampoco es casual que este año el colectivo de almadieros navarros haya querido reconocer públicamente la tradición maderista y almadiera de estas dos localidades aragonesas a través de la concesión para ellas de la Almadía de Oro; se sabe con certeza que esta tradición está cimentada sobre la misma vía fluvial que de norte a sur une a todos los pueblos roncaleses, a Salvatierra y a Sigüés; desde el Alto Ezka que nace en Belagua hasta el Matral. No se puede vivir de espaldas a esa realidad, ni se puede ni se debe. El reconocimiento que el próximo día 2 se va a vivir en Burgui quiere ser un homenaje a todas las generaciones de almadieros del Alto Zaragoza que durante siglos trabajaron en el Roncal, que durante siglos forjaron en torno al río un mismo tronco de sabia navarro-aragonesa, a los que dejaron su vida en las selvas roncalesas y en el temible cauce del Esca, a los que abrieron sus puertas y sus hogares a los maderistas del Roncal, a cuantos aguas abajo de la foz de Burgui tendieron una mano de socorro a los almadieros roncaleses que la necesitaron, a todos ellos sin excepción.
Son almadías, Almadías de Oro, las que con gran acierto este año proclaman a gritos entre las paredes de las foces, que hemos aprendido la lección que desde hace milenios nos da el cauce del Esca; es una lección de unidad, unidad de agua y sangre.


El futuro

La construcción de la autovía Pamplona – Jaca va a suponer, a corto plazo, una consolidación, aún mayor, del valle geográfico del Esca como destino turístico de calidad. Dos focos de atracción tan importantes como lo van a ser el pantano y el esquí van a quedar unidos por ese hilo de agua brava que es el río Esca; y entre medio va a quedar una cadena de pueblos en donde todos tienen algo que ofrecer al turista que busque algo diferente. Trashumancia, almadías, Camino de Santiago, naturaleza salvaje, deportes acuáticos, alta montaña, aves, museos, antiguos oficios, angostas foces, mucha historia…; todo ello en poco trozo, todo ello a la espera de ser revitalizado en su conjunto, todo ello en perfecta simbiosis que ha de dar vida a estos pueblos. Se impone caminar juntos, recuperando así el espíritu almadiero que durante siglos ha habido desde Belagua hasta la Venta de Carrica.


No hay comentarios:

Publicar un comentario