23 DE MAYO DE 2008

KARRIKETAN KANTUZ
EUSKERA Y MÚSICA EN RONCAL

Texto: Fernando Hualde


            Roncal acogerá este próximo sábado una nueva edición del Uskararen Eguna, en esta ocasión dedicado a la música y a las canciones populares que, en euskera, se cantaban en este valle.

Este próximo sábado, fiel a su cita anual, el Uskararen Eguna se celebrará en las calles de la villa de Roncal; y además lo va a hacer centrado en un tema estrechamente relacionado con este valle, y muy concretamente con esta localidad. Hablo de la música y de las canciones, y todo ello a través de una lengua milenaria, la que han venido hablando sus gentes desde tiempo inmemorial.
La casualidad ha querido, como si de una premonición se tratase, que tan sólo una semana después de esta fiesta que va a vivir Roncal, Bruselas va a acoger una jornada de trabajo entre la UNESCO y el Parlamento Europeo sobre el patrimonio inmaterial y las lenguas, jornada esta que va a estar centrada principalmente en la lengua vasca y en la que estará presente, y de forma activa, una pequeña representación navarra. Y precisamente en todo esto tiene mucho que ver, o todo, el tema y el espíritu de este Uskararen Eguna que organiza la asociación cultural Kebenko. Allí, en el patrimonio roncalés, están todas las canciones en uskara que en estos últimos años se han recuperado y grabado en el valle de Roncal por parte de la Escuela de Música; allí está el esfuerzo de una decena de lingüistas e investigadores por rescatar, como se ha hecho, letras de canciones, dichos, expresiones, cuentos, leyendas…, exprimiendo la memoria y los conocimientos de aquellos últimos euskaldunes; allí está la labor de los hermanos Estornés Lasa convertida en fructífero diccionario; y allí están los esfuerzos de hoy, de estos últimos meses, de estos días, por rescatar también de la memoria de nuestros ancianos roncaleses infinidad de detalles que se nos estaban yendo sin posibilidad alguna de recuperación, como es el caso de juegos, de dichos, de oraciones, de canciones, y también de formas de vida y de oficios que hace ya mucho tiempo que desaparecieron.
Y es que, aun sabiendo que alguno puede pensar que peco de parcialidad, hay que reconocer que el valle de Roncal, y con él sus compañeros pirenaicos de Salazar y de Aezkoa, están dando una verdadera lección de recuperación del patrimonio inmaterial, labor esta que está sirviendo de referencia a decenas de ayuntamientos y de colectivos. Bastaría con ver el trabajo que se hizo en 2003 en torno al patrimonio fotográfico salacenco y roncalés, con la edición de dos libros, para ver cómo este modelo de intervención ha despertado, y sigue despertando a día de hoy, el interés en muchas localidades de Navarra y de fuera de ella, para repetir exactamente el mismo proceso que en estos dos valles se aplicó.


Músicas, canciones e instrumentos

Este sábado Roncal va a dirigir una mirada retrospectiva hacia aquellas músicas y canciones que antaño fueron habituales. Obsérvese que en las entrevistas grabadas que en todos estos últimos meses se están realizando para salvaguardar el patrimonio oral, es un hecho real que las personas mayores del valle, esa franja de octogenarios y nonagenarios, todavía recuerdan algunos de ellos el hecho de oír canciones en euskera, o uskara, bien cuando salían de casa en casa por carnavales, bien la víspera del día de Reyes, o bien oyéndolas a la madre junto al fogón, por poner algunos ejemplos. Cierto es también que la totalidad de los entrevistados han hecho ya su vida en lengua española, y nos transmiten mayoritariamente letras de canciones –rondas principalmente- en español.
Hubiese bastado con que este trabajo que ahora se está haciendo se hubiese hecho veinte años antes, incluso tal vez menos, para recoger unos testimonios totalmente diferentes, unos testimonios que nos hablaban de una vida en euskera. Quienes ya llevamos un tiempo trabajando con los ancianos, recogiendo testimonios suyos, hemos sido testigos de esa diferencia generacional. Basta con ver que nuestros padres hicieron vida en lengua española, mientras que nuestros abuelos la hicieron en euskera, al igual que todas las generaciones anteriores.
Y si tenemos en cuenta que la lengua vasca se hablaba, pero no se escribía, valoraremos, y no nos cansaremos de agradecer, el esfuerzo y la labor que a lo largo del siglo XX han hecho los lingüistas salvaguardando esta joya inmaterial con la colaboración y paciencia de aquellos que fueron sus últimos portadores, ya todos fallecidos.
Sobra decir que, gracias a ese trabajo hoy conocemos letras y partituras de numerosas canciones de las que cantaron nuestros abuelos; hablo de canciones de iglesia, hablo de villancicos, hablo de nanas, y hablo de un extenso cancionero popular. A todo esto hay que añadir danzas, músicas e instrumentos. Es el caso del ttun-ttun, como baile y como instrumento musical; es el caso de txistus, gaitas y dulzainas; es el caso de las castañuelas, lo mismo aquellas artesanas de boj que hacían los pastores, que aquellas rústicas de piedra que todavía hoy algún anciano es capaz de manejar con destreza entre sus dedos.


Intervención

Sé muy bien que llegamos tarde a la hora de salvaguardar muchas cosas, pero no es hora de lamentarse, pues ya no hay remedio. Lo que hay que hacer ahora, y en ello estamos, es salvaguardar las vivencias y conocimientos de quienes hoy son ancianos, de quienes todavía tienen recuerdos de los últimos coletazos del uskara, de quienes vieron desaparecer la indumentaria tradicional, de quienes asistieron al punto final de oficios y de formas de vida que estuvieron presentes entre los nuestros durante siglos y siglos, o tal vez milenios.
Canciones como el Gairon gaiona, o nanas roncalesas como Margu lili artean, por poner algunos ejemplos, hoy ya no sería posible rescatarlas si no lo hubiesen hecho hace unas décadas quienes lo hicieron. Resulta estremecedor ver que ese trabajo que hace cinco años hicimos para salvaguardar el patrimonio fotográfico en Salazar y Roncal, con toda la información que se recogió en torno a cada fotografía, si lo hiciésemos hoy no llegaríamos a obtener ni la mitad de información. Aquél mismo año de 2003 se hizo en Burgui un homenaje a los últimos almadieros salacencos, cinco en total eran entonces, y creo no equivocarme si digo que ninguno queda ahora.
El minucioso trabajo que desde hace año y medio se está haciendo, con la financiación de las Juntas de Salazar y de Roncal (Aezkoa ya lo tiene hecho), a través de la Fundación Euskokultur y de la asociación Txuri Beltzean, recogiendo el patrimonio oral, si hoy tratásemos de hacer lo mismo ya no llegaríamos a recoger los mismos testimonios, pues algunos de los informantes ya han fallecido. Y no hay que olvidar que los testimonios que se están recogiendo son los de una generación que es clave; de una generación en la que han venido a morir oficios, costumbres y ritos de siglos de antigüedad; de una generación que ha asistido a una auténtica revolución en todos los órdenes.


Músicos en Roncal

Euskera y música se van a dar la mano este próximo sábado en Roncal. No es casualidad que esta villa dedique su fiesta del uskara a la música.
Atrás queda, desconocida para muchos lamentablemente, la figura de Sebastián Albero, nacido en la villa de Roncal en 1722. A nivel estatal fue considerado como uno de los mejores músicos del siglo XVIII, llegando a ser organista de la Capilla Real de la Corte de Fernando VI. Murió joven, con tan sólo 34 años de edad, lo que no fue impedimento para que todavía hoy siga siendo una referencia dentro del mundo de la música. Tiene en Pamplona dedicada una calle; y curiosamente la pamplonesa calle de Sebastián de Albero, tiene su continuidad desde la rotonda del Oberena, con la calle Julián Gayarre, otro roncalés universal que en 1876 llegó a consagrarse en la Scala de Milán como el mejor tenor del mundo. Y es precisamente de Julián Gayarre de quien tenemos recogido uno de los primeros testimonios escritos del uskara roncalés, una carta que escribió a su tía Juana y que se conserva en el archivo de la casa-museo existente en la villa de Roncal.
A la obligada referencia de Julián Gayarre, sobradamente conocido, hay que añadir la de otra gran desconocida roncalesa, Juanita Sanz, nacida en la casa Sanz, y que a principios del siglo XX llegó a ser una popular cantante de ópera. Lamentablemente su temprana muerte le impidió alcanzar la fama de las primeras figuras. Todavía se conservan en Roncal algunas fotografías en las que se le ve a Juanita Sanz actuando en el rellano de la señorial escalera de su casa, a modo de pequeño escenario teatral.
No cabe la menor duda de que esta presencia de figuras musicales en la villa de Roncal responde, no puede ser de otra manera, a una cultivada educación musical que en esta villa se vivía, o como mínimo a una sensibilidad hacia lo bello, música incluida, que frecuentemente tiene su base en una cultura pastoril.
Atrás queda también, no tan lejana en el tiempo, la Banda Municipal de Roncal, creada en 1928 por Antonio Abizanda, disuelta en 1947. Por no hablar de la actual Coral Julián Gayarre, que agrupa a componentes de todo el valle. Y podríamos citar la presencia en Roncal de Alfredo Kraus (1998), o la de tantos y tantos músicos que por allí han pasado tras la estela de Gayarre o participando en los programas veraniegos de Cultur.
Al final, toda esta cultural pastoril-musical y todo ese patrimonio lingüístico que hay detrás de la música popular, es lo que va a estar presente este sábado que viene en las calles de Roncal. Con música, y desde la música, se va a recordar que la lengua vasca no sólo es parte importante de nuestro patrimonio, sino que es la base y la esencia del mismo. Y esto es incuestionable. Y esto es lo mismo que el 2 de junio se tratará de transmitir en el Parlamento Europeo. Karriketan kantuz, en Roncal y en Bruselas. Sin miedo, sin complejos, y bien orgullosos de nuestras raíces. Allí estaremos, en los dos sitios.


No hay comentarios:

Publicar un comentario