AEZKOA
LECCIONES DE VIDA
Texto: Fernando Hualde
La creación del Archivo del Patrimonio Oral e Inmaterial de Navarra es una labor imparable. Pueblo a pueblo, valle a valle, se está salvaguardando la memoria de nuestros ancianos. El valle de Aezkoa ha sido uno de los pioneros.
Hace unas semanas se presentaba en Aribe, en la Casa del Valle de Aezkoa, el resultado de varios meses de trabajo. Pueblo a pueblo, con la cámara de vídeo a cuestas, Pui Ziaurriz ha acometido el laborioso quehacer de entrevistar a cuarenta y tres personas mayores de este valle, recogiendo sus testimonios de vida, recomponiendo oficios y costumbres. Es patrimonio oral e inmaterial que ya no se pierde; es patrimonio que va a pasar a engrosar los fondos del Archivo del Patrimonio Inmaterial de Navarra, impulsado por la Universidad Pública de Navarra, archivo este cuya creación se nos está perfilando como la iniciativa cultural y etnográfica más importante que en este momento se está haciendo en Navarra.
No nos podemos hacer una idea de la dimensión de este trabajo, ni tampoco nos hacemos idea de la importancia que tiene; aunque a ambas cosas quiere ayudar este reportaje. Solamente cuando se ve hecho este trabajo de grabación de entrevistas etnográficas, como es el caso ahora del valle de Aezkoa y de otras muchas zonas del norte de Navarra, es cuando los ayuntamientos son conscientes de que la inversión que han hecho es, sin duda, la mejor inversión que nunca habían realizado; es ahora cuando se quiere más, es ahora cuando muchos ayuntamientos lamentan no haberlo hecho antes, es ahora cuando ya no hay que ir a ofrecer la posibilidad de hacer ese trabajo sino que vienen a buscarlo. La Fundación Euskokultur es quien se está haciendo cargo de esta recogida del patrimonio oral en las merindades de Pamplona y Sangüesa, así como en la Baja Navarra; mientras que la Universidad Pública se hace cargo de las merindades de Estella, Tafalla y Tudela. Varios equipos de investigadores trabajan simultáneamente en diferentes zonas de Navarra realizando cientos de entrevistas.
Memoria recuperada
Se trabaja con los más ancianos, se les entrevista buscando que su testimonio sirva para recomponer cómo era la vida antaño en el pueblo, cuales eran los juegos, qué es lo que cantaban en carnavales, cómo se hacía el pan en casa, cómo se mataba el cerdo, cómo se lavaba la ropa, qué ritos se seguían ante la muerte de una persona, cómo eran las fiestas, qué se rezaba, cómo se hablaba, cómo se llamaba cada cosa…, y así, uno a uno, mil detalles más.
Y precisamente, porque se trabaja con los más ancianos, algo muy común que está sucediendo con este trabajo, es el ver cómo algunos de ellos nos dejan para siempre, por pura ley natural, después de haber sido grabado su testimonio; esto es una prueba evidente del oportunismo de este trabajo, es una prueba evidente de lo importante que es intervenir ya en torno a todo ese patrimonio oral e inmaterial que atesora la memoria de nuestros mayores.
Aezkoa, como ya lo han hecho recientemente –o lo están haciendo- otros pueblos y valles de Navarra, acaba de dejar salvaguardada una parte muy importante de su memoria y de su patrimonio. Allí han quedado, recogidos para siempre, cuarenta y tres testimonios de un estilo de vida que hoy se nos antoja impensable. Los niños aezkoanos de hoy, y muy especialmente los que vengan después, van a tener la suerte de poder conocer por boca de quienes les han precedido cómo se vivía realmente en esos pueblos del Pirineo navarro; van a poder ver a sus bisabuelos, o a sus tatarabuelos, hablándoles de una guerra que vivieron, de unos maquis que por allí pasaron, de cuando tuvieron que emigrar a otro continente porque la necesidad achuchaba, de cuando hacían el pan en casa, y también el jabón, de lo que era el matatxerri, el auzolan, de cómo era la vida en las bordas, de cómo se hilaba la lana, y van a saber de aquellas fiestas de antaño, y de aquellos carnavales anteriores a la guerra; van a descubrir esos niños del futuro que antaño había animales en todas las casas, que todo giraba en torno a la religiosidad popular, que en invierno los pastores se iban a Iparralde con sus rebaños, y el camino que usaban para ello; van a saber lo qué eran las galtzapertolas, o el gaztazaharra, o cómo se protegía a las ovejas en aquellos tiempos en los que los lobos les acechaban, o cuando llegó la luz eléctrica a la fábrica de armas y de cómo se las apañaron hasta entonces para alumbrarse.
Hubiese bastado con retrasar este trabajo unos años para que ya nada de todo esto se hubiese podido salvaguardar. Ya nadie nos hubiese podido hablar de las brujas, ni de cómo se barranqueaba la madera, ni de qué remedios caseros empleaban para curarse, ni de lo que se cantaba en las calles, ni de los juegos de entonces, ni de cómo aprendía en la escuela, ni de un montón de cosas más a las que ahora se ha llegado a tiempo.
Lecciones de vida
El valle de Aezkoa está de enhorabuena. Fue además, todo hay que decirlo, uno de esos valles que desde un principio apostó fuerte por este trabajo, y hoy se ve recompensado de su actitud. Otros pueblos y valles quisieron limitarse en un principio a un mero muestreo de entrevistas, y es hoy al ver los resultados, cuando piden muchas más, cuando se dan cuenta de lo importante que es este trabajo. Conmueve ver a algunas localidades que prácticamente carecen de presupuestos municipales cómo han decidido invertir en esto entendiendo y defendiendo que la prioridad está precisamente en salvaguardar su memoria, que mañana ya es tarde para hacerlo.
Obsérvese que en el tiempo que ha durado este trabajo en Aezkoa, han fallecido cinco de los cuarenta y tres informantes que han sido entrevistados; si se hubiese comenzado ahora a hacerlo ya no hubiese sido posible grabar el testimonio de esas cinco personas; y no es sólo el hecho de que desaparezcan físicamente algunas personas, que pasan a ser archivos irrecuperables, sino que lo que se extingue es una generación, y además una generación que es clave, una generación que ha vivido los últimos momentos de costumbres y ritos milenarios, de una generación que ha visto extinguirse una lengua, una indumentaria, decenas de oficios…
Los testimonios recogidos en Aezkoa son una lección de vida; es el testimonio de una generación que nos habla de vida austera, de vida sencilla, de solidaridad, de compartir, de esfuerzo, de mil valores que hoy también parecen estar en peligro de extinción. Nos enseñan aquellas gentes cómo, sin nada, eran inmensamente felices; nos enseñan cómo con un palo o con una piedra eran capaces de crear sus propios juguetes; nos enseñan, en definitiva, que sin esfuerzo nada había. Nos muestran también el sano orgullo de ser de donde son, no en vano Aezkoa es ese valle del que han salido unos cuantos personajes, hijos de la necesidad, que fueron a lejanas tierras, y en donde los valores adquiridos de austeridad y de esfuerzo les sirvieron para triunfar y para realizar grandes proyectos cuyos beneficios los reinvirtieron en su valle y en sus pueblos, mejorando la calidad de vida de los aezkoanos.
Y esta gente ahora entrevistada nos da además una doble lección. Ellos, como antes hizo la Junta del Valle de Aezkoa y la Fundación Pablo Mandazen, han tomado conciencia de la importancia que ahora tiene su testimonio, y no han tenido reparo alguno, ¡todo lo contrario!, en armarse de paciencia y meter horas y horas de pedagógica explicación, unos en castellano y otros en euskera, contando todos sus recuerdos, todas sus vivencias, todos sus conocimientos, haciendo lo mismo que hicieron aquellos prohombres aezkoanos: reinvertir en su tierra y en sus gentes.
Mi enhorabuena a las autoridades de este valle porque han sabido estar donde había que estar; mi enhorabuena a la Fundación Pablo Mandazen por el apoyo logístico que ha brindado a esta iniciativa; mi enhorabuena a esas cuarenta y tres personas –algunas de ellas ya han fallecido- por su oportuna aportación y por saber entender y valorar lo que se estaba haciendo; mi enhorabuena a Pui Ziaurriz, que ha sabido hacerlo francamente bien, que ha sabido conducir las conversaciones de estos ancianos, y que después ha hecho un trabajo ímprobo, el que nadie ve, de trabajar sobre esas grabaciones seleccionando temas y tiempos de grabación; mi enhorabuena a la UPNA, y muy especialmente a la Fundación Euskokultur, cuyo personal –el de esta última- ha desarrollado los trabajos de edición y de montaje, así como las gestiones administrativas para que todo esto fuese posible. Y, finalmente, mi enhorabuena muy particular a los actuales niños y jóvenes de Aezkoa, y a los del futuro, porque han tenido la suerte de tener unos precursores que les han transmitido sus conocimientos y, lo que es mejor, su espíritu de vida. Muy bien por Aezkoa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario