29 DE MARZO DE 2009

OLAZAGUTÍA - OLAZTI
REY DE LA FABA

Texto: Fernando Hualde



         El 4 de abril Beñat Fresneda Pérez será coronado Rey de la Faba en la iglesia de San Miguel Arcángel de Olazti. Su cuerpo será alzado sobre el pavés al grito unánime de ¡Real!, ¡Real!, ¡Real!.

            El próximo sábado, día 4 de abril, la iglesia de San Miguel Arcángel, en Olazti, acogerá una nueva edición de la fiesta del Rey de la Faba, fusión de tradiciones que, por un lado, nos retrotrae a la época de los Teobaldos, y por otro lado nos permite rememorar cómo eran las ceremonias de coronación de los reyes navarros. La fiesta en sí, organizada por el Muthiko Alaiak, es toda una cita con nuestras raíces y con nuestra historia como navarros; es una fiesta que nos recuerda lo que nunca debemos de olvidar, que nos acerca a lo que es nuestra identidad navarra.
            Beñat Fresneda, vecino de Olazti, será alzado sobre el pavés, o escudo, a los gritos de ¡Real!, ¡Real!, ¡Real!, tal y como antaño se hacía con nuestros monarcas en la Catedral de Pamplona. Detrás de este gesto, rodeado de todo el simbolismo propio de la época, a lo que asistiremos es a toda una lección de historia y de humanidad.
            Cierto es que han pasado muchos siglos desde que los Teobaldos instituyeron en su Corte la costumbre de reunir en su mesa a los niños más desfavorecidos para obsequiarles con un suculento banquete; como cierto es que entre aquellos muchachos se elegía, mediante la suerte del haba dentro de un rosco, a quien por un día sería coronado Rey de Navarra, recibiendo honores como tal, y lo que para ese niño era más importante, recibiendo una buena ayuda económica gracias a la merced real.
            Y más siglos todavía han pasado desde que Eneko Arista fue coronado como primer rey de la monarquía pamplonesa, de lo que posteriormente se conoció como el Reino de Navarra; y tras él, uno a uno, la monarquía navarra fue teniendo sucesión, no sin antes jurar conservar, mantener y mejorar los Fueros de Navarra. Sin este juramento no había posibilidad de ser Rey; y una vez jurado esto ante la imagen de la Virgen del Sagrario, era cuando se producía la coronación bajo un curioso rito en el que el nuevo monarca era alzado sobre un escudo a la vez que era proclamado rey.


Iglesia de San Miguel

            Y esto, y no otra cosa, es lo que se va a escenificar este sábado que viene en Olazti. Sus calles, y muy especialmente su iglesia, van a ser escenario de una fiesta en la que se han sumado estas dos tradiciones, la de la coronación del Rey de Navarra, y la de la elección de un niño como Rey de la Faba. La oportunidad de ver una fiesta como esta es única.
            Y en esta ocasión van a ser los viejos muros de la iglesia-fortaleza de San Miguel quienes van a ser testigos de esta recreación histórica, como si fuese uno más de los viejos alcázares del reino. De hecho, allí están sus matacanes en el exterior reforzando el aspecto defensivo que este templo tiene. Hasta allí, con la imagen del arcángel San Miguel como testigo, llegará la egregia comitiva precedida por el Rey de Armas, y anunciada por los trompeteros de la Corte; hasta allí llegarán las figuras del rey Carlos III y de doña Leonor; y el Príncipe de Viana; y los nobles, y el clero, y los representantes de las buenas villas; allí retumbarán, con real solemnidad, los acordes del Himno de las Cortes de Navarra; allí, ya que en otro sitio ha dejado de oirse, se volverá a oír el juramento de hacer guardar y defender los Fueros, y además en la lengua del país.
            Olazti va a ver a uno de sus hijos coronado como rey, y además con la participación y con la implicación de los vecinos de esta villa. Ellos saben, mejor que nadie, que detrás de esta historia de Navarra que allí se va a recrear, también va a estar presente la historia de la propia villa. En ese templo, bajo esa cubierta, el sábado estará presente la memoria de todos los olaztiarras; de quienes fueron nobles y señores, y de quienes no lo fueron; de quienes durante siglos trabajaron las tierras de su término, y la de quien en tiempos más recientes han vivido de la industria cementera; la de quienes fueron enterrados bajo ese mismo suelo; la de quienes pastorearon en Urbasa; la de quienes rezaron en Aralar; la de quienes vivieron en cada uno de sus barrios, hombres y mujeres. Beñat Fresneda este próximo sábado va a representar a todos ellos, sin excepción, y esa va a ser su responsabilidad, y este debe de ser su orgullo. La historia de la villa y de sus gentes va a estar allí; y con ella la de toda Navarra, con todo su peso de estado independiente y de viejo reino, con su bandera, con sus escudos, con los tres brazos de sus Cortes.
            Invito desde aquí a cuantos todavía conserven un mínimo de sensibilidad hacia lo que es nuestra historia, a asistir este próximo sábado día 4 a Olazagutía / Olazti para ser testigos de una ceremonia que conserva intacta la solemnidad, los ritos, y las formas, de lo que siglos atrás fueron las ceremonias de coronación de nuestros reyes. Toda una exhibición de arqueología histórica y, a la vez, ¿porqué no decirlo?, toda una apuesta de futuro.

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