30 DE AGOSTO DE 2009

EL INCENDIO DE BURGUI Y LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA EN EL RONCAL

Texto: Fernando Hualde



La Guerra de la Independencia fue en Navarra escenario de numerosas confrontaciones en la que el valle de Roncal tuvo siempre un protagonismo especial. El 28 de agosto de 1809 el coronel Plicque arrasaba e incendiaba la villa de Burgui. Ayer los vecinos de esta villa homenajearon a sus antepasados.

Ayer por la tarde los vecinos de Burgui, y con ellos todo el valle de Roncal, protagonizaron en esa villa roncalesa un acto emotivo de recuerdo, para que la historia no se olvide, hacia lo que sucedió en esa localidad hace doscientos años, y a la vez un acto de homenaje a aquella generación de burguiarres que, habiendo perdido sus casas y buena parte de su patrimonio, fueron capaces de empezar de nuevo y de volver a levantar un pueblo lleno de futuro. Sucedía aquella desgracia, en forma de saqueo e incendio, un 28 de agosto de 1809, protagonizada por las tropas de Napoleón, en el marco de la Guerra de la Independencia. El coronel Plicque y sus soldados franceses fueron los responsables del incendio de 126 casas –incluida la iglesia, la ermita del Castillo, y el Ayuntamiento-, de robo y pillaje, y, lo que es más grave, de la muerte de ocho vecinos de Burgui, principalmente ancianos y enfermos que no pudieron huir y que perecieron asesinados a golpes.


Conmemoración

La de ayer fue, como digo, una jornada emotiva. No había nada que celebrar, pero sí había mucho que conmemorar. Allí estuvieron los vecinos de Burgui, descendientes directos muchos de ellos de aquellos hombres y mujeres que en 1809 vivieron en sus propias carnes los horrores de la guerra. Allí estuvo representado todo el valle de Roncal, con sus alcaldes, con sus banderas, con sus trajes, con sus danzas, y con no pocos vecinos. Y allí estuvo, más viva que nunca, la memoria de todos aquellos roncaleses que, lejos de asustarse ante la superioridad numérica y militar de las tropas invasoras, fueron capaces de derrotarles en numerosas ocasiones utilizando el sistema de guerrillas. Y es que la Guerra de la Independencia, con sus desgracias y con sus páginas de gloria, fue vivida en el Roncal con especial intensidad. No podemos olvidar que los roncaleses, sintiéndose agredidos e invadidos, no tuvieron reparo alguno en hacer frente a tan poderoso ejército, derrotándolo en el valle y fuera del valle; en la Ribera les quitaron a los presos; en Tafalla les arrebataron un auténtico arsenal de armas; en Iso, tras dura batalla, les infringieron una dura derrota; de Izalzu los expulsaron; y así podríamos seguir enumerando acciones guerrilleras, lo suficientemente graves, como para que en París, preocupados de invadir toda la Península Ibérica, tuvieran que replantear su estrategia y enviar a miles de efectivos hacia el valle de Roncal. La insurgencia roncalesa se hizo famosa. Apellidos como Cruchaga, Gambra, Glaría, Esandi, Martín… se convirtieron en auténtica pesadilla para las tropas francesas.
En el otro lado de la moneda están las duras acciones militares que el ejército de Napoleón acometió contra el valle de Roncal. Entre ellas está la quema de Burgui (1809), o aún más grave, la quema de Isaba (1813). Acosados por miles de soldados franceses que acudían hacia el valle para acabar con los roncaleses, estos tuvieron el arte y el valor, no de rendirse sin más (que hubiese sido lo lógico), sino de negociar con el enemigo una capitulación que pasase por respetar las vidas de los vecinos.
Cierto es que los franceses engañaron en ese momento a los roncaleses, y que los rehenes que cogieron para garantizar el cumplimiento del pacto fueron trasladados a Pamplona, en donde fueron ejecutados, y sus cadáveres expuestos en la actual cuesta de Labrit.
Pero cierto es también, y esto los franceses no lo sabían, es que mientras el roncalés Ornat distraía a las tropas francesas negociando la capitulación, los combatientes roncaleses huían por el monte llevándose todo el armamento y cuanto de valor había. Por otro lado  resulta curioso imaginarse la escena de un puñado de roncaleses, en la villa de Roncal, rodeados y sitiados por el ejército francés, mas todo lo que se sabía que estaba viniendo desde Olorón, y en lugar de resignarse a morir, dedicándose a negociar una capitulación digna. Supongo que los franceses no saldrían de su asombro; y de hecho las tropas galas no se cansaron de reconocer que los roncaleses eran las tropas más valientes que habían tenido enfrente.
De hecho el espíritu bélico de los roncaleses se contagió por toda la península. Ellos acuñaron el “¡no importa!”, un lema con el que venían a decir, y a demostrar, que aunque les apresasen, aunque les matasen, aunque les quemasen las casas, nada iba a impedir que continuasen luchando contra las tropas de Napoleón y en defensa de su territorio. Es así como el “¡no importa!” de los roncaleses se extendió por toda la península como lema generalizado de la resistencia.


Insurgencia roncalesa

Estaba claro que el valor que mostraron los roncaleses en la lucha contra los franceses se había convertido en todo un símbolo para la resistencia. Una muestra de ello la encontramos en el año 1810, que es cuando la Regencia de Cádiz decidió actuar militarmente en la costa cantábrica, ocupada por los franceses. Para ello se organizó una flota hispano-inglesa mandada por el vizcaíno Mariscal de Campo Mariano Renovales (el mismo que fue liberado en la Ribera de Navarra por un puñado de pastores roncaleses), cuyo principal objetivo era ocupar y fortificar Santoña.
Pues bien, dentro de esa flota, además de lo que aportaban los ingleses, había una fragata (de nombre Magdalena), un bergantín (de nombre Palomo), cuatro cañoneros (de nombre Corzo, Estrago, Gorrión, y Sorpresa), una goleta (de nombre Liniers), y una goleta corsaria (de nombre Insurgente Roncalesa). Es así como la actitud de los roncaleses llegó a dar nombre a una goleta, aunque en este caso concreto no sirvió de mucho, aunque siempre queda el consuelo de que a la goleta corsaria roncalesa no la hundieron los franceses sino el temporal que hizo en la costa un mal día de finales de octubre de 1810.

En fin, nos metemos de lleno en el bicentenario de todos aquellos acontecimientos y, por tanto, tiempo habrá de abordar otros muchos aspectos, desde la biografía del guerrillero Cruchaga, hasta el incendio de Isaba en mayo de 1813 nada menos que con 153 casas destruidas.
Burgui es quien ha empezado el rosario de actos conmemorativos en el valle de Roncal; y lo ha hecho con solemnidad y emotividad, con profunda admiración hacia aquellos vecinos que a partir de aquél nefasto 28 de agosto de 1809 fueron capaces de levantar de nuevo un pueblo que había quedado totalmente calcinado.
Ayer se respiraba en Burgui el espíritu solidario de los roncaleses. Con Burgui estaba todo el valle. Y con el valle el Pirineo, inclusive el del otro lado de la muga. Doscientos años después hubo dignidad sobrada para tender la mano a nuestros amigos y compañeros de frontera, hacia aquellos que cuando las tropas de Napoleón arrasaban el valle Roncal, seguían acudiendo días después a pagar su tributo de tres vacas, pues esa era la palabra dada, palabra de pirenaicos. Con gente así solo nos cabe caminar juntos, unidos, con proyectos comunes, pues comunes son también nuestros problemas, y nuestra sangre, y hasta no hace mucho nuestra lengua.
Eso no quita ni un ápice para que mostremos nuestro orgullo, como roncaleses, como descendientes directos de aquellos que hace dos siglos combatieron en defensa de la independencia de su tierra, de la libertad y de la justicia. Es orgullo sano el que sentimos y el que exteriorizamos ahora hacía aquellos antepasados que fueron capaces de levantar un pueblo de sus cenizas, y también hacia aquellos antepasados que, inferiores numéricamente, fueron capaces de ridiculizar al potente ejército imperial de Napoleón; hacia quienes les vencieron en el puerto de Isaba, hacia quienes les derrotaron en las peñas de Garde, hacia quienes dos días después de quemar Burgui castigaban duramente a esas mismas tropas en La Bochuela.
Ayer, como hoy: ¡No importa!.

2 comentarios:

  1. Gracias por esta entrada. Mis antepasados estuvieron allí. Tengo las memorias de mi bisabuelo, José Joaquín Esandi. Pero también dispongo de otras cartas en las que hace referencia a la participación de sus abuelos en los levantamientos de Roncal contra Napoleón.
    Me siento orgulloso de mis orígenes. Espero tener todavía algo de ese temple y nobleza, aunqe sea un poco. Saludos!

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  2. Sebastián:
    Mis antepasados, también Esandi, de Isaba, participaron activamente en la lucha contra las tropas napoleónicas. Si quieres puedes ponerte en contacto conmigo en fhualde@hotmail.es
    Un saludo.

    Fernando Hualde

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