14 DE SEPTIEMBRE DE 2009

DOMINGO ELIZONDO,
UN PROHOMBRE AEZKOANO

Texto: Fernando Hualde


En el mismo día que los aezkoanos celebran su fiesta en Aribe, queremos hoy destacar la figura y la obra empresarial de un vecino de esa localidad, Domingo Elizondo Cajén (1848-1929), bienhechor de su valle, Hijo Predilecto de Navarra, e Hijo Adoptivo de Pamplona.


Hoy, domingo, se celebra en Aribe la 32 edición del Aezkoako Eguna, o Día del Valle de Aezkoa. De entrada es una excusa perfecta para acercarse a este enclave del Pirineo navarro, acercarse a sus pueblos, a su historia, a su cultura, a su paisaje, a sus gentes. No es casual que un personaje como Ernest Hemingway, conocedor de numerosos países de Europa, América y África, volviese siempre al entorno de los Baños de Aribe y al Irati. Algo tiene esta tierra.


Particularmente siempre me ha llamado la atención todo aquél movimiento migratorio que se dio en Navarra en la segunda mitad del XIX y primeros años del XX, el mismo que hoy conocemos a la inversa. Los valles pirenaicos acusaron de forma especial un descenso importante de su población; los recursos no daban para todos, y la necesidad de obtener un mínimo de bienestar forzó en aquellos años un movimiento migratorio importante.


Aezkoa no fue ajena a esta desbandada. Marcharon algunos vecinos hacia América, principalmente a Argentina y Chile; y el efecto reclamo funcionó; personas curtidas en el frío, acostumbradas a duras jornadas de trabajo, conocedores de la naturaleza…; personas así, allá tenían futuro y garantías de prosperidad. Y allá que fueron muchos aezkoanos.


Pero si algo diferenció a Aezkoa de otros lugares de Navarra fue precisamente la circunstancia de cómo algunos de aquellos vecinos que un día se fueron y que allá, a miles de kilómetros hicieron verdaderas fortunas, en el ocaso de sus vidas retornaron a su patria chica, a sus pueblos aezkoanos; y aquellas fortunas las emplearon en mejorar la calidad de vida de los suyos. Podían haber vivido como reyes, y sin embargo apostaron por mejorar sus pueblos y por crear las condiciones de vida adecuadas para que nunca más tuviese que irse nadie.




Emigrante


El Valle de Aezkoa, como digo, tiene el privilegio de atesorar entre su patrimonio humano e histórico a algunos personajes que no sólo han contribuido con sus actos y sus obras a forjar la historia de este valle, sino que, además, han alcanzado una proyección que va mucho más allá de las fronteras de su patria chica.


Entre todos ellos, en esta jornada del Aezkoako Eguna, y puesto que se celebra en Aribe, vamos a centrar hoy nuestra atención en Domingo Elizondo Cajén, nacido en Aribe en el año 1848, un 14 de noviembre según consta en el archivo parroquial. Estamos, sin duda, ante un personaje singular y extraordinariamente emprendedor.


Su biografía se nos presenta todavía hoy bastante difusa, hasta el extremo de que aun sabiendo que falleció en Pamplona, se desconoce el año en el que se produjo su muerte, aunque sirva como referencia el dato de que fue Diputado Foral en la legislatura 1915-1917. Se ha llegado a publicar que fue en 1929 cuando se produjo en la capital Navarra su fallecimiento.


De sus primeros años sabemos que en plena juventud, en 1866, y por circunstancias que se desconocen, marchó a Argentina. Las necesidades sociales de aquella época, así como el carácter decidido de Domingo Elizondo, contribuyeron decisivamente a que diese el paso de buscar nuevos horizontes, un futuro diferente al que le esperaba en su pueblo. Sin apenas equipaje zarpó desde el puerto de Baiona en un buque mercante hacia Argentina. Tenía entonces tan sólo 18 años, y llegaba con las manos y los bolsillos vacíos. Se sabe que en cuanto llegó a Buenos Aires, sin perder tiempo, pues la necesidad era grande, se puso a trabajar de inmediato en el puerto para ganarse sus primeros sueldos, para ganarse unas primeras remuneraciones que le permitiesen ver la vida de otra forma.


De su trabajo en el puerto pasó a cuidar ovejas, que a buen seguro no era la primera vez que lo hacía. No hay que olvidar que había nacido, y que había pasado los primeros dieciocho años de su vida, en una localidad del Pirineo navarro en la que la ganadería, y también la madera, eran la base de todo.


Pero Domingo Elizondo era una persona inquieta, con visión de futuro, trabajador incansable, y en consecuencia poseía un perfil empresarial que le habría de servir para triunfar al otro lado del charco. Es así como, en aquella lejana Argentina, se inició en el comercio del hierro; dicen sus biógrafos que comenzó ocupando los puestos más humildes para, desde allí, a base de tesón, de esfuerzo, y de constancia, ir ascendiendo hasta los primeros puestos.


Esta tenacidad le permite a Domingo Elizondo empezar a atesorar un capital, cuanto menos, considerable; suficiente para empezar a pensar en inversiones. Y no se hizo de rogar. Con este dinero que había ahorrado colaboró en la puesta en marcha de una ferretería, Ferretería “El Ciervo”, una casa comercial que habría de llegar a ser muy importante tanto dentro como fuera de Argentina.


Allá, en aquél lado del charco, y tan lejos de su Aezkoa natal, Domingo Elizondo contrajo matrimonio con una dama argentina de origen francés, con Graciana Duhalde, con la que tuvo dos hijas: Micaela y Graciana. Al nacer esta última, en el mismo momento del parto, falleció la madre, quedando Domingo viudo desde ese momento, y con la responsabilidad de criar y cuidar a sus dos hijas.


Se dice de Domingo Elizondo que fue un excelente padre, que se volcó desde el principio lo mismo en ejercer su papel de padre, que en sustituir en sus funciones de madre, a la esposa que ya no tenía. Envió a sus hijas a los mejores colegios.




Vuelve a su tierra


Estuvo en Argentina un total de 35 años, y regresó después a su Navarra natal con una fortuna considerable, dejando allá su negocio en manos de sus socios y amigos –también aezkoanos-, un negocio que poco después se convertiría en “Morea, Aróstegui y Cía.”, con gran renombre internacional.


Aquella importante fortuna que hizo en Argentina quiso dedicársela a su tierra; y es así como, a finales del siglo XIX Domingo Elizondo se convertía en el principal impulsor del desarrollo económico del Valle de Aezkoa: fundó una serrería en Aribe, promovió la carretera que recorre su valle natal, creó en 1906 la empresa maderista “El Irati S.A.” (heredera de otra existente en 1842), impulsó la explotación de los recursos naturales de Aezkoa, y esto último trajo consigo la construcción de esclusas, canales y embalses en el Irati y la creación de una línea de ferrocarril que sirviese para dar salida a la riqueza forestal de la zona. Dicho de otra manera, podemos decir que Domingo Elizondo fue en su tierra todo un creador de iniciativas de actividad y de progreso, y siempre, todo lo que hizo, giró en torno al agua y al árbol. Su objetivo no era otro que desalojar la madera extranjera del mercado nacional, y fortalecer el comercio maderista aezcoano.


Además de todo esto, Elizondo industrializó la zona de Aoiz; allí creó serrerías, hornos de carbón vegetal, fábricas de productos químicos elaborados con los residuos de la madera, ferrocarril, y todo tipo de industrias vinculadas con la madera y con los productos derivados de ésta. Desde allí suministraba la energía para el alumbrado de Pamplona.


Este inagotable espíritu emprendedor, y el fruto de todo su trabajo, posibilitó que este vecino de Aribe fuese nombrado Hijo Predilecto de Navarra, e Hijo Adoptivo de Pamplona. Curiosamente su carácter sencillo y montañés le hizo rechazar el título nobiliario de marqués de Irati.


He aquí la biografía resumida de este aezkoano. Me gustaría que fuese una aportación más en la labor de rescatar su memoria, y sobre todo a la hora de situarlo como referencia de lucha y de esfuerzo en estos tiempos en los que la supervivencia de Aezkoa y su desarrollo social vuelve a pasar por actitudes emprendedoras y valientes.

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