Texto: Fernando Hualde
Foto: Archivo de Diario de Noticias
Basílica de San Gregorio Ostiense |
Son muchos los
centros religiosos a los que tradicionalmente se ha acudido en Navarra buscando
la mediación divina para sanar de alguna enfermedad. Un audiovisual recoge
ahora la historia de algunos de ellos.
El Museo Etnológico “Julio Caro Baroja”, que viene
a ser oficialmente el museo etnológico de Navarra, pese a no estar abierto al
público, viene desarrollando una serie de actividades propias de su
especialidad que, lamentablemente, tienden a pasar desapercibidas. Por otro
lado, su incomprensible falta de sede, a veces nos hace olvidarnos que queda
compensada, que no justificada, con el hecho de que toda la colección está
instalada en un almacén en el que las piezas están debidamente cuidadas,
conservadas, catalogadas y atendidas, en unas condiciones adecuadas que para sí
quisieran muchos museos etnológicos.
Dentro de sus múltiples actividades nos vamos a
detener hoy en la importante labor que esta institución viene realizando con la
Editorial Pyrene, en donde la profesionalidad largamente acreditada de Eugenio
Monesma, y los conocimientos de Susana Irigaray (jefa del Servicio de Museos
del Gobierno de Navarra), se están traduciendo en la producción y edición de
varios audiovisuales que afectan a fiestas, tradiciones, religiosidad popular,
oficios tradicionales extinguidos, y un largo etcétera vinculado al patrimonio
material e inmaterial de Navarra. El último audiovisual, que acaba de ver ahora
la luz, está dedicado a los “Santuarios
de curación en Navarra”, y como toda grabación etnológica que se precie, es
una pequeña joya.
10 santuarios
Independientemente de las creencias que cada uno
tenga, o de lo que piense sobre estas cosas, es una realidad en Navarra el
hecho de que durante siglos, incluso todavía hoy, hay personas que han acudido,
y acuden, a alguna ermita, iglesia, santuario…, para implorar a la imagen
titular su mediación divina ante determinadas enfermedades. No me refiero, por
tanto, a esas advocaciones religiosas a las que se acude en busca de protección
ante futuros maleficios, que de alguna manera vienen a ser todas, sino a esas
otras a las que se acude cuando se está enfermo, implorando de ellas la sanación.
Y es aquí donde incide de lleno este audiovisual al que aludo.
Los autores nos muestran un total de diez
santuarios a los que la gente acude todavía hoy en busca de la sanación.
Concretamente son: San Gregorio Ostiense, San Miguel de Aralar, Santa Quiteria
de Viloria, San Jorge de Azuelo, Santa Coloma de Mendaza, San Urbano de Gascue,
Santa Felicia de Labiano, San Quirico en Navascués, San Juan Xar, y la Virgen
de los Conjuros de Arbeiza. Estos son los lugares en los que se ha grabado, en
los que se han recogido testimonios. Ciertamente la lista podría ser, y lo es,
aún más larga, y hago aquí mención especial a las ermitas de Santa Colomba
(Meoz, Lónguida), de San Miguel (Zuazu, Izagaondoa), de San Gervás (Arzóz,
Guesalaz), Santo Cristo de Burdindogi (Iragui, Esteribar), de la Virgen de
Idoya (Isaba), y muy especialmente la de la Virgen de Zuberoa (Garde); a esta
última tradicionalmente, y durante siglos, se ha llevado a las mujeres
endemoniadas (epilépticas) para que sanasen. Pero lo importante es que en los
diez santuarios citados anteriormente se han recogido testimonios, oraciones,
cánticos, ritos, costumbres, dejando así a buen recaudo una parte muy
importante de esta curiosa parcela de nuestro patrimonio, tan arraigada en
buena parte de la sociedad navarra.
Obsérvese que en algunos de estos santuarios, y en
muchos casos con la complicidad de la propia diócesis, ha llegado a extinguirse
casi en su totalidad la costumbre de acudir allí. A ello hay que añadir que la
tendencia actual, con algunas excepciones, va reduciendo la afluencia de
asistentes a este tipo de citas religiosas. Por todo ello, este nuevo
audiovisual se nos antoja que es una intervención importante, una intervención
oportuna, en donde los testimonios recogidos cobran un valor especial.
Aguas, ritos y oraciones
Son relativamente abundantes las advocaciones a
las que se acude cuando se tiene dolor de cabeza; incluso las hay
especializadas en las enfermedades de la garganta. Otras son, algo así como los
actuales médicos de familia, o de cabecera
que se decía antes, a las que se acude un poco para todo.
Con frecuencia la vía adecuada para sanar, además
de la fe, es el uso del agua. Es el caso, por ejemplo, de San Gregorio
Ostiense, en Sorlada, en donde al agua se le hace pasar por la cabeza del
santo, cuyo interior alberga varias reliquias de San Gregorio; una vez hecha la
acción de “pasar el agua”, se
entiende que esta ya tiene propiedades curativas. Hay, por el contrario, otras
aguas que ni tan siquiera necesitan haber estado en contacto con reliquia
alguna; sirva para ello el ejemplo de la ermita del Santo Cristo de Burdindogi,
en Iragui, en donde existe una fuente a la que la tradición popular le asigna
el hecho curioso de haber sido bendecida por el mismo Jesucristo, con lo cual de
inmediato a esa agua que sale de la fuente se le ha atribuido siempre
propiedades curativas.
Otro elemento sanador son los elementos vegetales.
En San Quirico (Navascués), al acabar la misa de la romería, existe la
costumbre de arrancar algunas ramas y hacer con ellas una especie de collares,
que se los pasan por la cabeza, dejándolos alrededor del cuello, y descienden
con ellos hasta el pueblo (lo recoge muy bien este audiovisual); esas ramas se
colocan después en las casas, no solamente para evitar cualquier posible
maleficio, sino también para que los enfermos sanen de sus males. Un caso muy
similar a este lo vemos en San Miguel de Izaga, en donde los romeros
penitentes, una vez acabada la eucaristía, ponen en sus cruces ramas de acebo,
con las que inician el descenso hacia sus pueblos.
A la ermita de Santa Colomba, en Meoz (Lónguida),
también solían acudir penitentes entunicados, sabiéndose que esta santa es una
excelente mediadora ante los dolores de muelas. Para ello los penitentes tenían
que pasar por su mejilla la calavera, atribuida a la santa, que hay cerca de la
entrada de la ermita dentro de un sarcófago con restos humanos.
Para aliviar los dolores de cabeza, o cefaleas, se
acudía a Santa Felicia (Labiano) pasando el pañuelo por su urna, a San Miguel
de Aralar se iba a meter la cabeza dentro del agujero de la cueva, en Allo se
metía la cabeza en el sagrario que el día de Jueves Santo se había empleado en
el monumento, a la Virgen de Idoya (Isaba), o a San Gervás (Arzóz), por poner
algunos ejemplos. Los reumáticos acudían a San Urbano de Gascue, o a las
ermitas de San Babil existentes en Sangüesa y en Puente la Reina; mientras que
los niños tardíos en hablar se
llevaban ante la imagen de San Antonio, en Guembe.
Para prevenir la sarna, la tiña, o determinadas
enfermedades de la piel, no hacía falta acudir a ningún santuario en especial,
sino que lo que había que hacer en muchos pueblos era sanjuanarse, o saltar las hogueras el día de San Juan. Mientras que
las mujeres, ante los males del pecho, invocaban siempre la mediación de Santa
Águeda.
Testimonio importante
Así pues, recogiendo in situ, buena parte de toda esta amplia parcela de la religiosidad
popular, ha visto ahora la luz este audiovisual del Museo Etnológico “Julio
Caro Baroja”. Es un excelente trabajo que recoge el testimonio vivo y actual de
algunas de estas romerías, así como la narración directa de quienes hoy dan
vida, o son testigos, de todos estos ritos. En ningún caso es algo de siglos
lejanos, algo de nuestros bisabuelos; la mayoría de estas manifestaciones
religiosas siguen vivas; se acude masivamente a algunas de estas romerías, y no
falta quien esporádicamente, y desde lejanas tierras, sigue acudiendo a la
Virgen de Zuberoa de Garde buscando remedio a su enfermedad; o quien sigue
buscando en Amocain la fuente milagrosa de Santa Felicia; sin olvidarnos de
otros muchos ritos, entre religiosos y paganos, que todavía subsisten en muchos
pueblos de Navarra con los que se busca la salud corporal antes que la
espiritual. Todo ello es patrimonio inmaterial, patrimonio que urge recogerlo y
salvaguardarlo, y el audiovisual “Santuarios de curación en Navarra” ha dado en
este sentido un paso muy importante, cumpliendo así con la función que tiene
encomendada el Museo Etnológico “Julio Caro Baroja”.
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