30 DE SEPTIEMBRE DE 2012

JUNTA DE PUYETA
HERMANDAD ENTRE ANSOTANOS Y RONCALESES

Texto: Fernando Hualde
Fotos: Fondo Documental Erronkari

Junta de Puyeta - 2008


Ayer la ermita de Puyeta, en Ansó, fue escenario de una antiquísima tradición en la que las autoridades ansotanas y roncalesas se encuentran, se escuchan, y a través de la palabra mantienen la buena convivencia.

Sucedió ayer, sin ir más lejos. Y sucedió donde siempre sucede, en la vieja ermita de Nuestra Señora de Puyeta, término municipal de Ansó (Huesca), muy cerca de la muga con Navarra, a escasa distancia del término de Garde. Allí, en esa ermita, en la sala de reuniones que hay en la casa del ermitaño, ayer, festividad de San Miguel, igual que se hacía hace cuatrocientos años, ansotanos y roncaleses, volvieron a sentarse en torno a una mesa para hablar, para compartir quejas, problemas y soluciones. Pirineo se escribe con la “p” de palabra, y esta, la palabra, ha sido siempre sagrada en estos montes. Y ayer, rodeados de bosques, rodeados de historia, ataviados con la indumentaria de siempre, la ermita existente en el viejo camino que unía Garde con Ansó, fue escenario de esa reunión anual denominada Junta de Puyeta, o Junta de San Miguel, indistintamente.


Juntas

Para mejor entenderlo hay que decir que siglos atrás existió en todo el Pirineo la costumbre de celebrar juntas anuales entre las autoridades de los valles; de tal manera que, una vez al año, las autoridades de un valle se reunían con las de otro valle colindante en un punto que fuese intermedio. Aquellas reuniones, o juntas, generalmente tenían una fecha fija, y tenían todas en común un mismo “orden del día”. Reunidos en el punto acordado, los alcaldes y representantes de esos municipios, primeramente dedicaban un tiempo a oírse las quejas: - “un vecino de vuestro valle ha estado entrando durante varios meses con sus ovejas a pastar en el término nuestro sin tener permiso para ello”, - “pues un vecino de vuestro valle se metió el día 12 con sus vacas hasta la fuente de…, cuando hasta el 15 no estabais autorizados”. Y así, una a una, iban expresando sus quejas.
Una vez oídas estas, se procedía a buscar las soluciones, teniendo siempre como objetivo que aquello no volviese a suceder. Cada alcalde tomaba nota de los errores, travesuras, o malicias, de sus vecinos.
Seguidamente dedicaban las autoridades un tiempo a escucharse los problemas; solían ser a veces problemas de convivencia fronteriza, o en otros casos problemas que padecía y sufría cada municipio, es decir, se comentaban los estragos que había causado un incendio, o una epidemia, o… Y en muchas ocasiones los unos enriquecían a los otros explicándoles cómo habían solucionado ellos cuando les había tocado algo similar. En este punto del orden del día se lograban también acuerdos para mantener límpios y en buen estado los caminos que intercomunicaban esos pueblos o esos valles.
Y el tercer punto del orden del día solía ser el nombramiento de los guardas que ambos valles ponían para vigilar que nadie ocupase los pastos del otro valle fuera de la fecha establecida, o que nadie llevase sus rebaños a la fuente del vecino si todavía no estaba autorizado, o que los caminos y puentes se conservasen fuertes para aguantar sin problemas el paso de las caballerías, o…


Zaltungorri, Puyeta y Ernaz

En el caso concreto del valle del Roncal existieron en siglos pasados tres juntas diferentes.
La primera de ellas se celebraba con el valle bearnés de Baretous. Se llamaba indistintamente Junta de Ernaz, o Junta de Roncal. Su fecha era el 13 de julio, y se hacía en el collado de Ernaz, junto a la piedra de San Martín que, en ese collado, marcaba los límites entre ambos valles. En el caso concreto de esa junta existía en el orden del día un cuarto punto, que era el pago de un tributo perpetuo, pues el valle de Baretous tenía, y sigue teniendo, la obligación de pagar anualmente a cuatro de las villas roncalesas un tributo de tres vacas, que habían de ser del mismo astaje, pelaje y dentaje, sin mancha alguna, y de a cada dos años de edad.
Esa Junta de Ernaz acabó desapareciendo. Pero el carácter perpetuo del tributo que allí se pagaba hizo que únicamente perviviese ese cuarto punto del orden del día. Así pues, el 13 de julio, se mantiene en la piedra de San Martín el pago de ese tributo en una ceremonia que en el valle del Roncal se denomina “Tributo de las Tres Vacas”, mientras que en Baretous la mantienen con la antigua denominación popular de Junta de Roncal.
La segunda de las juntas la celebraban los roncaleses con sus vecinos del valle de Salazar. Su nombre era Junta de Baculecua, o Junta de Zaltungorri. Se celebraba el 30 de junio en el paraje de Baculecua, integrado dentro de otro paraje más amplio que era Zaltungorri (o Zaldungorri), ubicado dentro del término de Vidángoz, junto a la muga con el valle de Salazar, en el viejo camino que unía Vidángoz con Igal.
De esa junta se conserva un acta de 1617; y todo parece indicar que, al igual que le pudo suceder a la Junta de Ernaz, dejó de celebrarse esta en aquella primera mitad del siglo XVII. Fue en el año 2003 cuando se tomó la iniciativa de recuperar esta antigua junta entre salacencos y roncaleses; aquél año, simbólicamente se aprobó el acta de 1617, y se hizo lectura, por parte de los presidentes de las Juntas Generales de ambos valles, del Manifiesto de Zaltungorri. Se celebró durante cuatro años consecutivos, alternando su celebración en Roncal y en Ezcároz, sin embargo desde 2006 no ha vuelto a celebrarse.
Y la tercera de las juntas que celebraban anualmente los roncaleses era la denominada Junta de Puyeta, o Junta de San Miguel.


Junta de Puyeta

Esta tercera junta la celebraban los roncaleses con sus vecinos ansotanos (Ansó y Fago). Su nombre oficial parece que era Junta de San Miguel, mientras que a nivel popular se le conocía con el nombre de Junta de Puyeta, por celebrarse en la ermita de Puyeta, cuyo interior acoge la imagen de la Virgen de Puyeta, patrona de Ansó; esta ermita está situada dentro del término de Ansó, junto a la muga con el término de Garde. Se celebraba el 29 de septiembre, festividad de San Miguel.
Lamentablemente de esta junta no se conocía documento alguno, es más, se desconocía su existencia. En ninguno de los archivos de Ansó ni del Roncal quedaba constancia de su existencia, seguramente porque los libros de actas se conservaban en la propia ermita; y por otro lado, no tenía sentido que el Roncal celebrase juntas con los vecinos de Salazar y de Baretous, y no lo hiciese con los de Ansó.
La solución a este enigma apareció en el año 2000, que es cuando la Junta del Valle de Roncal adquiere un lote de documentos de los siglos XVI y XVII, la mayoría de ellos relacionados con el conflicto originado en 1612 al no recibir ese año los roncaleses las tres vacas que tenían que entregarles los de Baretous. En aquél año los alcaldes de Isaba, Urzainqui, Uztarroz y Garde acudieron en septiembre a la Junta de San Miguel, que anualmente celebraban con los ansotanos en Puyeta, para reclamarles que ejerciesen su papel de mediadores ante este litigio que les enfrentaba con los bearneses, igual que ya lo habían hecho en el siglo XIV a través de la sentencia arbitral de 1375. Así pues, el hallazgo del acta de la Junta de San Miguel celebrada el 29 de septiembre de 1612, hace exactamente cuatro siglos, es la que permitió descubrir, o confirmar, su existencia. A su vez, toda la documentación de aquel litigio viene a transmitirnos que esa junta anual entre ansotanos y roncaleses era algo que se venía haciendo desde siempre.
Estamos, por tanto, ante un documento único, que nos demuestra que en 1612 se celebró esa reunión, que nos permite saber que tenía periodicidad anual, que venía celebrándose con anterioridad, pero lo que no nos revela es hasta cuando se mantuvo viva esta tradición.
Es así como en el año 2006 se pone en marcha una serie de contactos entre ambos valles, que dieron como fruto la recuperación de esta junta en el año 2008. El 4 de octubre de ese año la ermita de Puyeta vivía un día histórico; roncaleses y ansotanos volvían a reunirse de la misma forma, y con el mismo espíritu, que se hacía siglos atrás.
Desde entonces viene celebrándose ininterrumpidamente. Ansotanos y roncaleses caminan juntos, de la mano. Hablan y se escuchan; le dan a la palabra el valor que siempre ha tenido en el Pirineo. La lección está allí, en torno a una vieja mesa. No hace falta más.

Junta de Puyeta - 2008


MANIFIESTO DE PUYETA

(Texto del manifiesto con el que culmina desde 2008 cada una de las ediciones de la Junta de Puyeta)


En la ermita y paraje de Puyeta, reunidos con fecha (…) las autoridades y vecinos de los valles de Ansó (Huesca) y de Roncal (Navarra).

            Hubo un tiempo, siglos atrás, no sabemos hasta cuando, en el que ansotanos y roncaleses nos reuníamos una vez al año en esta ermita y paraje de Puyeta, y lo hacíamos en el mes de septiembre, el día de San Miguel. Aquí se reunían las autoridades de ambos valles para escucharse, para dialogar, para compartir problemas, y para buscar soluciones a los mismos. A aquel acto se le llamaba Junta de Puyeta, o Junta de San Miguel. Era la fuerza del diálogo. Era con la palabra como solucionábamos cada problema que surgían. Eran pactos de hermanos, hermanos de sangre, pues era el Pirineo quien corría por nuestras venas.
            Nos unía entonces una misma lengua vascongada; nos unían entonces –y nos unen ahora- unos mismos montes; nos unían los caminos y quienes a ellos les daban vida; nos unían… y nos siguen uniendo… el vuelo del águila, el tránsito de las ovejas, los destinos almadieros, la faja y el calzón, el oso, y sobre todo una rica y extensa historia que desde el siglo VIII nos ha visto caminar juntos en muchas ocasiones.
            A nadie se le escapa que de la proximidad nace el roce, y que por ello nuestra vecindad es también una historia de pleitos; el uso de los pastos, de las fuentes, los prendamientos de ganado… eran motivos de tensión entre nosotros. En esto somos iguales a cualquier lugar del mundo.
            Inicialmente fuimos fundadores de un mismo reino y de una monarquía, lo que posteriormente fue el Reino de Navarra; posteriormente el devenir de la historia, siempre caprichoso, quiso que pese a nuestra vecindad perteneciésemos a reinos diferentes, con castillos y tropas enfrentadas.
            Pero lo que tampoco se le escapa a nadie es que unos y otros, ajenos en muchas ocasiones a esas tiranteces, hemos convivido juntos en un mismo espacio, nos hemos unido cuando el enemigo invasor nos acosaba; y hoy es el día en el que nuestra sangre está entremezclada: los apellidos, los nombres de las casas, los topónimos… son un recuerdo permanente de esa realidad.
            Es por ello que hoy, como hacían antaño nuestros antepasados, queremos reeditar esta reunión anual, aquí, muy cerca de donde se unen nuestros valles, ante la Virgen de Puyeta.
            Los nuevos tiempos van marcando la desaparición de aquellos problemas de antaño, pero los compensan con la aparición de situaciones nuevas, con problemas comunes, a los que razones tácticas, y sobre todo de sangre, nos invitan a unirnos, a valorarlos juntos, a comentarlos juntos, a buscar juntos una solución, porque nuestros pueblos y nuestros valles demográficamente están heridos, compartimos un mismo panorama desolador, y juntos tenemos que hacerle frente.
            Y desde la toma de conciencia de esta triste realidad que tenemos delante, queremos a la vez proclamar que durante siglos hemos demostrado una y otra vez que somos capaces no sólo de afrontar cuantos problemas se nos han puesto delante, sino de superarlos siempre con éxito. Y esta vez no va a ser la excepción.
            Desde Puyeta, ansotanos y roncaleses, unidos en el recuerdo a Miguel Grima, nos sentimos comprometidos a no reconocer, nunca, otra arma que no sea la palabra. El valor de esta es sagrado en el Pirineo, con ella hemos sellado siempre nuestros pactos, con ella hemos solucionado siempre nuestros problemas. Que nunca más volvamos a sufrir las consecuencias de haber prescindido de la palabra.
            A ello nos comprometemos las autoridades de ambos valles, en esta ermita de Puyeta; igual que nos comprometemos a reunirnos aquí, año tras año, a partir de este.
            Así sea.




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