3 DE FEBRERO DE 2008

ZUGARRAMURDI
A LA CONQUISTA DEL MUNDO

Texto: Fernando Hualde


            La Feria Internacional de Turismo (FITUR) está siendo estos días la plataforma publicitaria en donde Zugarramurdi y su Museo de las Brujas se dan a conocer al mundo entero.

Madrid ha sido desde el miércoles hasta hoy, domingo, la capital mundial del turismo. La Feria Internacional de Turismo (FITUR) que anualmente, por estas fechas, se celebra en el recinto ferial de Madrid pasa ya por ser el escaparate turístico más importante del mundo. Lo que allí acontece tiene una repercusión mediática que es imposible de medir; es por ello que cada país, cada comunidad, o cada región, conscientes de la importancia que tiene este evento, hacen lo imposible para presentar allí sus recursos turísticos. Empresas y medios de comunicación de todo el mundo fijan su atención en cada uno de los atractivos que se ofrecen, con todo lo que ello supone posteriormente.
El departamento de Turismo del Gobierno de Navarra sabe muy bien que allá, en Madrid, se juega mucho nuestra tierra. FITUR es un altavoz que hay que aprovechar al máximo, y su celebración a primeros de año ofrece la oportunidad de presentar públicamente las campañas planificadas para todo el año en base a unas citas culturales. El objetivo no es otro, lógicamente, que el de incrementar el número de visitantes a nuestra comunidad; y esta feria obliga a hacer una apuesta fuerte, con un stand, el de Navarra, que cada año se perfila más completo y mejor equipado. Este año Kukuxumusu ha puesto color y animación a las cuatro estaciones que en su día inmortalizaron los hermanos Julio y Pío Caro Baroja; mientras que el Cuarteto Sarasate, recordando a nuestro internacional violinista en el centenario de su fallecimiento, nos ha transmitido con el violín que sólo se puede entender la eclosión de músicos que nuestra comunidad ha aportado al mundo entero visitando nuestra tierra, fuente inmejorable de inspiración.
Así pues, en función de lo que cada año se va a promocionar, algunas localidades de Navarra tienen la gran suerte de poder asomarse a ese grandioso escaparate, apareciendo dentro de él, pudiendo el mundo entero conocerles, y dando paso a una posible promoción que nunca se sabe hasta donde llega. Estar presente en FITUR, para cualquier entidad local, es un billete premiado de lotería.


Museo de las Brujas


Y este año, aunque han sido algunas más las localidades o zonas de Navarra que han estado presentes estos días en Madrid, hay una que, en mi opinión, ha brillado con luz propia; esa es Zugarramurdi.
Esta localidad supo años atrás poner en marcha una compleja maquinaria de reciclaje; y si digo reciclaje es porque han sabido reconvertir su historia, su cultura y su patrimonio, en un recurso turístico que hoy hace envidiar a cualquiera. Con la salvedad de que esa historia y ese patrimonio, pese al uso turístico que se hace de ellos, no sólo siguen intactos, sino que sus vecinos los han apuntalado a través de este equipamiento museístico para que no corran el riesgo de que el paso de los siglos difumine unos hechos que nunca debieron suceder.
El Museo de las Brujas – Sorginen Museoa, que es el resultado de todo este esfuerzo, ha tenido la habilidad de saber situarse dentro de este escaparate mundial. Esto ha permitido que un pueblo tan pequeño como Zugarramurdi haya sido capaz de aprovechar al máximo esta oportunidad. Y esto hay que decirlo alto y claro para que se sepa. Zugarramurdi, a pesar de coincidir FITUR con los carnavales, ha sabido entender que este tren no pasa todos los días precisamente, que había que estar a la altura –y bien alto que ha puesto el listón el Museo de las Brujas-, y una representación de sus vecinos se han trasladado este fin de semana a Madrid para representar en el stand de Navarra una escenificación interpretada y contextualizada de lo que pudo ser siglos atrás un akelarre.
Ha sabido venderse el Museo de las Brujas; ha sabido estar en el momento oportuno donde había que estar. Ha sabido dar una imagen, combinando historia y museografía, que dista mucho de esa otra imagen pachanguera de bruja con verruga, varita mágica, y bola de cristal.


Akelarre


El jueves se presentó en un acto público el Museo de las Brujas – Sorginen Museoa, y ayer y hoy el público ha tenido la oportunidad de conocer en Madrid una historia que nos remonta cuatro siglos hacia atrás, que nos habla de Inquisición y de brujas, de perdones y de hogueras. Una historia que no es leyenda, que tiene nombres y apellidos, que tiene un final de pesadilla.
A ese público se les ha contado esa historia con música y con danzas, con tocados medievales y con indumentos añejos, con sentimiento y con fidelidad histórica. Se ha sabido en Madrid lo que es un akelarre, se ha dado a conocer el patrimonio histórico de este enclave navarro; y, lo que es mejor, detrás de esa coreografía había cariño, había justicia, y había una sangre, la sangre de los descendientes de aquellas personas que fueron juzgadas y ajusticiadas en el Auto de Fe que en 1610 se celebró en Logroño.
Y a la vez se les ha dicho en Madrid, en ese escaparate mundial, que Zugarramurdi es hoy un pueblo que ha matado dos pájaros de un tiro; por un lado, entre todos los vecinos, han hecho que aquellas personas que hace cuatrocientos años fueron perseguidas y quemadas tengan hoy un homenaje permanente a su inocencia; y por otro lado, puesto que ya aquella historia no se puede evitar, se ofrece inteligentemente como un atractivo turístico en el que las cuevas, el museo, y el propio entorno natural y paisajístico son tres razones de peso para acudir a Zugarramurdi, sabiendo además que de allí uno se va siempre plenamente satisfecho.
Me consta la ilusión con la que se ha preparado en las últimas semanas la escenificación de este akelarre en FITUR; y me consta, y es de agradecer, esa predisposición que han tenido para adaptarse a las exigencias del guión y del espacio escénico. Con esa actitud llegarán hasta donde quieran llegar. Han sacrificado algunos los carnavales, la cena y el ambiente del pueblo, pero creo no equivocarme si digo que les ha merecido la pena, que aquellos que hace cuatro siglos habitaron Zugarramurdi habrán aplaudido su actitud donde quiera que estén. Yo también lo hago.



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