AYER Y HOY, DOS MUNDOS INIMAGINABLES
Texto: Fernando Hualde
Foto: Javier Bergasa (Diario de Noticias)
El rápido crecimiento demográfico de un lugar suele generar contrastes
importantes entre el ayer y el hoy. Es el caso de Zizur Mayor.
En plena ruta jacobea, y a mitad de
camino entre dos puntos emblemáticos de esta ruta, Pamplona y el antiguo
hospital y basílica de Nuestra Señora de la Perdonanza, se encontraba situada,
y allí sigue estando, la localidad de Zizur Mayor. Ni Pamplona ni Zizur son hoy
sombra de lo que fueron; y de aquella basílica de la Perdonanza, tan importante
en otro tiempo, y que se mantuvo hasta el siglo XIX, hoy apenas queda el
topónimo de “El Perdón”, o “Erreniega”. No hay que olvidar que la carretera de
Pamplona hasta Puente La Reina no se construye hasta bien avanzado el siglo
XVIII, y que hasta entonces esta era la ruta principal, siendo fundamental para
los peregrinos jacobeos los servicios que prestaban los Hospitales de Cizur Menor, el de Guendulain, y este de Nuestra
Señora de la Perdonanza.
Vamos hoy a centrarnos en Zizur.
Resulta curioso pensar que hoy, en cualquiera de los muchos portales de
viviendas que hay en su urbanización habitan más familias que las que había en
toda la localidad siglos atrás. Y precisamente por eso, para que no se pierda
la memoria de lo que fue su historia y de lo que fueron sus gentes, hacemos hoy
este guiño a su pasado.
Etimológicamente parece que la
palabra Zizur puede estar relacionada con el vocablo zintzur, o txintxur, que
algún lingüista ha traducido como “altura pequeña”. C Y es que, como tantas
otras muchas localidades de la cuenca de Pamplona, el núcleo de población de
Zizur Mayor nace sobre un pequeño montículo de arenisca; era esta una táctica
defensiva la de emplazarse sobre una colina desde la que poder dominar los
accesos.
Historia
Es en el año 1097 cuando encontramos
la primera referencia documental que delata la existencia de Zizur, en este
caso como sobrenombre locativo. En el siglo XIII vemos que los Hospitalarios de
San Juan eran los propietarios de la mayor parte del término de Zizur Mayor;
incluso la Colegiata de Roncesvalles y la Catedral de Pamplona tuvieron
posesiones en este lugar.
Tenemos constancia de que en el año
1420 debió de haber una riada importante, la cual se llevó por delante los dos
puentes que había sobre el río Elorz, que eran el puente de Anduy y el puente de Echavacoiz creando un serio problema de
comunicación; el propio Carlos III tomó cartas en el asunto, ordenando
repararlos, para que Pamplona pudiese mantener la comunicación con Estella y
con todas las localidades intermedias. Algún autor apunta a la posibilidad de
que date de ese momento el hoy denominado Puente
Viejo, sobre el río Eloz, en el camino de Ardoi.
Un año más tarde, 1421, es este
mismo monarca quien hace concesión al concejo de Zizur Mayor, y durante seis
años, de las primicias con el fin de que pudiesen reparar la iglesia de San
Andrés, pues había constancia de que a causa de su estado los vecinos no se
atrevían a entrar en ella. Todo apunta a pensar a que el actual templo gótico
es el resultado de la reconstrucción que se hizo entonces. Hay que admitir que
estamos ante una iglesia de gran belleza arquitectónica, tan bella como
desconocida; no es casual que el 20 de agosto de 1973 esta iglesia de San
Andrés, en Zizur Mayor, fuese declarada Monumento Nacional.
En su interior llama poderosamente
la atención el retablo, obra de Juan de Bustamante, fechado en 1539; es un
retablo renacentista, a base de tablas pintadas, que fue restaurado en los años
cuarenta del pasado siglo XX. Y, seguramente, como herencia del templo
anterior, la iglesia acoge un crucifijo románico de transición al gótico.
Fue en el año 1979 cuando se puso en
marcha la construcción de una urbanización al otro lado de la N-111 que es la
que acabó transformando por completo la realidad demográfica de este lugar. No
hubiesen imaginado aquellas gentes de antes una segunda iglesia, ni un centro
de salud, ni unos centros de enseñanza como los que hay ahora, ni biblioteca,
ni piscinas, ni semejantes torres, y mucho menos la transformación que ha
sufrido el viejo Camino Real.
Claro que… los vecinos de ahora
tampoco lo tienen fácil para imaginar al Zizur de antaño, cuando las almadías
pasaban por la cendea, cuando en todas las casas había ganado, cuando el agua
de consumo había que ir a buscarla a la fuente de Boltxoko y cuando todos los
vecinos se comunicaban en vascuence porque no conocían otro idioma.
Curiosidades
Una cosa que empieza a caer en el
olvido es que de Zizur Mayor se ha extraído mucha piedra de arenisca para la
construcción; tal vez, en la actualidad, el edificio más emblemático que se
conoce construido por piedra de esta localidad es el Hospital General de
Navarra, hasta donde se trasladaron las piedras mediante vagonetas aéreas. De
la pedrera de Zizur Mayor se extrajo
también piedra entre los años 1308 y 1310 para la construcción en Pamplona del
castillo de Luis el Hutín (solar del actual Hotel La Perla). Y precisamente,
esas piedras areniscas, pero extraídas a muy poca distancia, dentro ya del
término de Guendulain, son las que se utilizaron en el siglo XIV para levantar
la Catedral gótica de Pamplona.
Queda también dicho que es a finales
del XVIII cuando se hace la carretera que une Pamplona con Puente La Reina
(N-111), que pasaba justo por debajo de Zizur; eso forzó, como a tantos otros
pueblos, a construir una venta en Zizur que sirviese de enlace entre el pueblo
y la carretera; era algo así como abrir una delegación local junto a la
carretera. Esta venta se hizo en la primera mitad del siglo XIX, y se le dotó
de herrería; era la forma de obtener un beneficio de la nueva vía de
comunicación.
Otro detalle a no olvidar es que
dentro del término de Zizur Mayor hubo antiguamente hasta tres ermitas. La
primera de ellas estuvo dedicada a Santa Águeda; fue visitada por el obispo el
3 de noviembre de 1796, y tras esa visita ordena que “no se celebren funciones hasta que se habilite de lo necesario”.
La segunda de las ermitas está dedicada a la Santa Cruz de Ardoi; también la
visita el obispo el mismo día que la otra, ordenando en este caso que “se embaldose o enladrille el suelo”; la
advocación de la Santa Cruz estuvo fuertemente arraigada, y herencia de aquello
es que, a día de hoy, las fiestas siguen siendo en honor a la Santa Cruz, el 14
de septiembre. No hay que olvidar que Ardoi pudo ser un antiguo núcleo de
población, al menos fue un paraje habitado, y que esta ermita pudo ser su
iglesia; junto a este edificio estuvo el cementerio de Zizur Mayor hasta el año
1841. Y la tercera ermita estuvo bajo la advocación de Todos los Santos, y tuvo
gran importancia porque cumplía el papel de sede del concejo, en esta ermita se
reunían jurados y mayorales, tal y como puede verse en un documento de 1654; se
sabe que estuvo integrada dentro del pueblo, en la parte oeste; un documento de
1341 la sitúa en la Plaza del Concejo.
La toponimia hace sospechar, aunque no se han encontrado datos de ello, que
pudo haber una cuarta ermita dedicada a San Bartolomé.
Y de obligada mención es el caso de
Pedro de Aranburu, quien en el siglo XVI estuvo sirviendo en la casa de Tomás
de Goñi, vecino de Zizur Mayor. El hecho en sí no tendría mayor trascendencia
si no fuese porque Pedro se enamoró de la hija de Tomás, Catalina, y esto no lo
consideró digno de una dama como ella, y lo echó de casa. El problema se
incrementó cuando Catalina dio claras muestras de estar ella enamorada de
Pedro, y se marchó de casa tras sus pasos. Y sucedió que en la casa del vizconde
de la Colina, en Cizur Menor, “durmieron
en una cama y tuvieron acceso y cópula carnal, como marido y mujer, y la
desfloró de su virginidad en la dicha noche”. Sobra decir que Tomás de
Goñi, enterado de este escándalo, renegó de su hija y además la encerró en casa
sin dejarle salir. Finalmente ella escapó, dando inicio, o continuación, a un
idilio que no fue nada de fácil, que pasó por el encarcelamiento de Pedro, pero
en el que finalmente triunfó el amor.
Son esto tan solo algunas
pinceladas, algo así como la punta del iceberg, suficientes para que veamos que
al lado mismo de Pamplona está una localidad repleta de historia y de arte,
todo un patrimonio con el que debieran de identificarse y sentir como propio
esos miles de personas que hoy habitan allí, y toda esas generaciones que desde
hace poco más de tres décadas allí están naciendo.
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