AJUSTICIADO EN CABANILLAS
Texto: Fernando Hualde
Fotos: Diario de Noticias
Hoy, esta mañana, Cabanillas va a revivir una vieja tradición. Judas
Iscariote será perseguido, capturado y ajusticiado, tras la procesión de “El
Encuentro”.
Domingo de Resurrección. Hoy es día
de bolantes en Valcarlos, de Bajada del Ángel en Tudela, y de otras
muchas tradiciones y ritos con las que Navarra culmina la Semana Santa. Pero de
entre todas ellas, vamos hoy a fijar nuestra atención en una tradición en la
que, de alguna manera, se entremezclan ritos paganos y ritos religiosos,
pesando hoy más lo segundo que lo primero. Y para ello… nos trasladamos a la
Ribera de Navarra, concretamente a Cabanillas. ¿Quién no ha oído hablar del
Judas de Cabanillas?.
Parece esta una costumbre que
pudiera tener su arraigo en ambas orillas del Ebro, y también en la merindad de
Estella. Ayer por la mañana fue la localidad de Tudela quien ajustició a su
Judas particular, el Volatín, tal y
como lo viene haciendo desde el año 1732 –así lo acreditan los documentos-,
aunque algunos sitúan sus orígenes en el siglo XVI. En este caso Judas está
representado por un muñeco articulado en torno a un eje, sobre el que da
vueltas velozmente, y que en su boca es portador de un petardo que, al explotar
destroza sus ropajes; esa al menos es la intención. Todo ello en medio del
regocijo popular, y adornado con un pregón previo y un ambiente festivo muy
atractivo. En otros sitios fueron muñecos de paja, ataviados con todo tipo de
harapos, y quemados en la hoguera; algo así como la versión cristiana del
carnaval: un muñeco y una hoguera en la que se quema a quien representa al mal.
Evoluciones diferentes de un mismo y ancestral ritual.
Judas de carne y hueso
En Cabanillas la fiesta, en sus
formas, es diferente. El día elegido para el ajusticiamiento de Judas es el
Domingo de Resurrección; pero en este caso el apóstol traidor no está
representado por muñeco alguno, sino por alguien de carne y hueso, encarnado.
Para darle un mayor sentido
religioso a este acto, y como si de una justificación del mismo se tratase, lo
vemos precedido de la procesión de El
Encuentro, en la que una niña, vestida de ángel, le comunica a la Virgen
Dolorosa la gran noticia de ese día: su Hijo… ha resucitado.
Y a esa buena nueva, a la una de la
tarde, en la Plaza del Ayuntamiento, cuando la comitiva romana llega a este
lugar, le sigue ese mágico momento en el que la alegría de la resurrección da
paso a la indignación popular que busca castigar la traición, que busca
castigar a quien vendió a Jesús por treinta monedas, y con un beso, que aún
duele más. Es Judas el responsable de la Pasión de Cristo, quien le hizo pasar
por la muerte, “y una muerte de Cruz”
que dice el salmo. Judas encarna el mal, la traición, lo peor de lo peor. Es el
Miel Otxin de Lanz, el Aitanditzarko de Uztárroz, o el más
moderno Lukas de Aierbe de Burlada,
por poner algunos ejemplos de muñecos populares carnavalescos que representan
al mal y triunfalmente son quemados.
Los txatxos de Lanz, en Cabanillas son elegantes alabarderos convertidos en guardia de honor de Jesús, a ambos lados
del altar, rindiéndole armas y pleitesía en el momento sublime de la
consagración durante la eucaristía previa a la captura de Judas.
Y Judas…, al traidor lo vemos
ataviado con un curioso traje rojo y plateado, con una malla en la cabeza,
corriendo en frenética huida tras haber sido localizado en un balcón de la
plaza, entre una multitud que le increpa, y delante de un grupo de diez romanos
que durante un rato tratan infructuosamente de capturarle; porque a Judas no es
fácil capturarle, muestra una habilidad y una destreza extraordinarias, lo
vemos revolverse y escabullirse con facilidad, nos sorprende saltando desde
algún balcón, capturando incluso a algún rehén infantil, robando lo que
buenamente puede a su paso por las casas, parece muy superior, se salva una y
otra vez cuando ya parecía que iba a ser apresado; pero… sobre el mal siempre
triunfa el bien, y finalmente, tras quince minutos de persecución y de
expectación, Judas es capturado y ajusticiado. La decapitación del traidor por
parte de los cabanilleros se produce a la vista de todos, en un balcón de la
plaza, para luego llevar su cuerpo en volandas hasta el Ayuntamiento. Y a
partir de allí la fiesta sigue.
Desde el siglo XIX
Así se viene haciendo desde el siglo
XIX. Lo esencial no ha variado, aunque algunos detalles sí. Lo que hoy son
legionarios romanos que persiguen a Judas, antaño eran miembros del arma de
Caballería, con capacidad y potestad para, en su persecución, confiscar burros,
mulos y cuantos animales de cuatro patas considerasen conveniente; pero
aquellas carreras de jinetes, por seguridad, dejaron de ser compatibles con la
presencia de un público cada vez más numeroso.
Estamos ante una tradición que las
últimas generaciones de cabanilleros han sabido transmitir, que es hoy una
referencia importante de esta localidad, que es recurso turístico, y que, como
no podía ser de otra manera, es ya una seña de identidad que llena de orgullo a
los vecinos de esta localidad ribera.
Hoy, esta mañana, nuevamente las
cornetas volverán a anunciar en la plaza del Ayuntamiento, la llegada de la
comitiva romana, la llegada de una carroza con romanos y romanas. Hoy, esta
mañana, nuevamente volverá a aparecer, ¿quién sabe de dónde?, la figura ágil de
Judas el de Iscariote, iniciando una carrera alocada. Y hoy, esta mañana, la
traición será castigada con la victoria del bien sobre el mal.
Cabanillas nos espera.
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