Texto y fotos: Fernando Hualde
Tras seis años de luchas, reuniones y gestiones, el pasado 10 de abril
comenzaron en Guerguitiáin (Izagaondoa) las obras de rehabilitación de la
iglesia de San Martín de Tours.
Hace ahora seis años, desde esta
sección llamábamos la atención sobre la lamentable situación que vivía en el
valle de Izagaondoa la iglesia de San Martín de Tours, en el despoblado de
Guerguitiáin. A una con esta denuncia pública la asociación Amigos del Románico
puso también en marcha una campaña de sensibilización, a la que dio continuidad
el propio Ayuntamiento de Izagaondoa, y posteriormente entidades como
Astrolabio o como la actual Asociación Cultural Valle de Izagaondoa, así como
no pocas personas particulares. La restauración de la iglesia románica de
Guerguitiáin, obra del maestro cantero Petrus, se había convertido en un
objetivo para quienes entendían que un edificio excepcional, de esas características
propias del románico rural y popular, y revalorizado por la firma del maestro
Petrus tallada en uno de los capiteles, no se podía dejar caer.
El maestro Petrus dejó su firma en uno de los capiteles |
Ruta de Petrus
En el mes de septiembre de 2008, de
la mano de Cederna Garalur, se hizo para los ayuntamientos de Izagaondoa y de
Unciti un inventario de los bienes patrimoniales de estos valles para ser
utilizados como herramienta, o como producto turístico para dinamizar esta
zona. Aquél inventario fue concebido como la Ruta de Petrus, creando así una
marca que poco a poco se va consolidando, y que viene a recordarnos que ambos
valles, y todo ese entorno de la peña de Izaga, atesoran un patrimonio
artístico que está tan sólo a falta de una puesta en valor; de un patrimonio en
el que el arte románico y la arquitectura popular en torno al agua se unen
forjando un producto patrimonial, y potencialmente turístico, que es muy
difícil de encontrar en otros lugares. Y dentro de todo este patrimonio, que
combina iglesias, castillos, ermitas, torres, palacios, fuentes, neveras,
molinos, puentes, canalizaciones de agua, etc.; dentro de todo este patrimonio,
digo, la iglesia de San Martín de Tours (Guerguitiáin) y su autor (Petrus) se
erigen como un símbolo de cohesión y de lucha por la defensa de todo este patrimonio.
Es evidente que la causa de la
restauración de la iglesia de Guerguitiáin tenía, y tiene, varias vertientes.
Por un lado estaba la propia recuperación de un edificio que desde el punto de
vista del románico popular tiene un valor extraordinario; ya solo por eso
merecía la pena. Y por otro lado existía una necesidad social: Guerguitiáin es
una referencia patrimonial; Guerguitiáin, entiéndase su iglesia, es donde han
abierto y cerrado su ciclo vital decenas de generaciones de vecinos, por lo
cual ya merece un respeto; Guerguitiáin puede, debe, ser epicentro de toda una
actividad cultural y turística; y la recuperación de Guerguitiáin debe de ser,
institucionalmente, el punto de arranque para dar vida, sentido, y contenido, a
la Ruta de Petrus, que está predestinada a ser una ruta con mucho futuro. Todo
ello, además, en una zona demográficamente deprimida, necesitada de un
revulsivo que le devuelva la vida que un día tuvo.
Esta era la situación de
Guerguitiáin. Y en el otro lado de la balanza, o en la misma balanza, tanto da,
estaba la realidad de que al Arzobispado no le podía resultar atractivo
invertir en una iglesia de un lugar deshabitado, de que el Gobierno de Navarra
(de donde podía venir la financiación) no era el propietario, y de que detrás de
esta necesaria restauración había un costo económico.
Cabezas y motivos vegetales en la portalada |
Seis años
Entre el año 2006 y el 2012 lo que
se ha vivido es un proceso de presión, de difusión, de negociación, de ilusión,
ocasionalmente de decepción, y finalmente de euforia por el desenlace. En esa
andadura hemos visto reuniones en abundancia, recogida de firmas, visitas de
los parlamentarios, visitas de los responsables del Arzobispado, y… como en
todos los sitios hay ojos, también hubo visitas no programadas del anterior
consejero de Cultura y Turismo, Juan Ramón Corpas, que quiso ver con sus
propios ojos el estado real de ese edificio y el mensaje artístico que hay
encerrado en él, con todo lo que ello implica de transitar con un vehículo por
esas pistas. Podemos decir, por tanto, que la restauración de esta iglesia es
un tema que ha permanecido vivo durante estos seis años, y también en el
candelero informativo, lo cual forzaba también a dar una respuesta pública a lo
que era una demanda pública.
Y entre medio de todo esto, como la
argamasa que consolida la piedra, hemos podido ver el informe que sobre esta
iglesia hizo el doctor en Historia, Carlos J. Martínez Alava; hemos podido ver
dos buenos trabajos de Simeón Hidalgo sobre el mensaje en piedra que esconde
esta obra de Petrus.
Se ha hablado cuando había que
hablar, y con firmeza, no han dolido prendas; se ha sabido guardar silencio
cuando había que callar, que también eso es un arte, sobre todo cuando el
cuerpo te pide otra cosa; se han puesto de acuerdo Arzobispado y Gobierno de
Navarra en lo que a propiedad y responsabilidad se refiere. Y el resultado
final de todo ello lo estamos viendo desde el pasado martes, 10 de abril, que
es cuando se iniciaron finalmente las obras de rehabilitación de la iglesia de
Guerguitiáin.
Comienzo de las obras (Foto: Simeón Hidalgo) |
El futuro
La iglesia de San Martín, ¡por fin!,
se está arreglando. Creo que todos debemos de felicitarnos por ello. El proceso
que se ha vivido hasta llegar a ello, en líneas generales, me atrevería a decir
que es modélico (si se hiciese así en otros lugares nos evitaríamos muchos
problemas). Gobierno de Navarra, Arzobispado, Ayuntamiento de Izagaondoa,
Cederna, Asociación Cultural Valle de Izagaondoa, Amigos del Románico,
Astrolabio… es el momento de felicitar públicamente a todos ellos. Incluso, con
toda la modestia del mundo, hay que admitir que esta propia sección
periodística ha puesto también su grano; alguien me dijo que estábamos siendo “como una china en el zapato”. Pues
mejor.
Y a nadie se le escapa que ahora
viene la segunda parte. He de empezar por admitir que personalmente el uso que
se le dé después a esta iglesia creo que es algo secundario. Sería un error
admitir que se ha arreglado “a cambio de…”. Se arregla, así hay que entenderlo,
por puro compromiso con nuestro patrimonio y porque, responsablemente, no podíamos
dejar caer una iglesia como la de Guerguitiáin.
Ahora bien, desde esa misma
responsabilidad, se impone una reflexión sobre el uso que se le va a dar en un
futuro. Hay que partir de que es un edificio, desacralizado, cuya
responsabilidad recae ya plenamente en el Gobierno de Navarra, si no me
equivoco. Y que sería lo más justo rentabilizar este gasto dándole un uso como
dotación cultural.
Decíamos que Guerguitiáin debe de
ser el epicentro cultural y turístico de todo el área de la peña de Izaga, el
símbolo de la Ruta de Petrus. Estamos en el siglo XXI, en donde hay sistemas de
seguridad muy sofisticados y poco costosos; hablo de sistemas de acceso a un
edificio mediante el uso de una tarjeta, hablo de cámaras y sensores de
seguridad; y en consecuencia eso permite darle un uso musealizado, que sirva
para interpretar pedagógicamente todo el rico patrimonio de esa zona, que sirva
para determinadas dotaciones culturales (exposiciones, actuaciones corales,
etc.), que sirva para recoger esas pilas bautismales, capiteles,
aguabenditeras, etc., que parecen estar en algunos sitios a la espera de que el
ladronzuelo de turno se los lleve.
Y no olvidemos que en el entorno de
la iglesia hay unas ruinas, con la responsabilidad civil que eso acarrea. Y
según el uso que se le vaya a dar a la iglesia puede merecer la pena restaurar
alguna de esas casas; tal vez consolidar el resto de las ruinas y eliminar la
maleza. Las posibilidades son muchas.
La iglesia de Guerguitiáin –que no
ermita, no se empeñen algunos- tras seis años de tira y afloja se está
arreglando. Petrus estará contento, pero… todavía le queda a nuestro maestro
cantero alguna espina clavada; casi, casi… a tiro de arcabuz.
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