UN LEGADO CON MISTERIO
Texto: Fernando Hualde
En el término de Muruzabal (Valdizarbe), en plena ruta jacobea, se alza un templo caprichoso y enigmático.
En plena ruta jacobea de Navarra, todavía en el camino aragonés, el que viene desde Somport, pero muy próximo a su fusión con la vía que viene desde Valcarlos, encontramos una iglesia, o ermita, o capilla, o… llamémosle templo para no errar. En su interior se venera la imagen de Nuestra Señora de Eunate, copia moderna de la desaparecida talla románica. Hito jacobeo por excelencia, bañado en su proximidad por el río Robo.
Sobre Eunate se ha escrito mucho, se ha analizado bajo mil prismas, desde el artístico hasta el esotérico, desde el histórico hasta el legendario, desde el poético hasta el religioso. Y al final uno llega a una conclusión evidente: Eunate es un legado con misterio. Como si de una espesa niebla se tratase, todo un halo de misterio envuelve a este lugar. Y cada uno ve en él lo que quiera ver, como mínimo un conjunto arquitectónico de gran valor. Es lo bueno que tiene. Juan Ramón Corpas describió a la perfección este misterio cuando en uno de sus muchos escritos dijo de Eunate que “posee una etimología discutida, un oscuro origen, una historia nebulosa y una finalidad incierta”.
Personalmente he leído trabajos de quien sostiene que la palabra Eunate viene del euskera, eun ate, es decir, cien puertas, en alusión a la arcada exterior que pudo contar con más anillos concéntricos hasta sumar los cien huecos. He leído las teorías de quien ve su planta y su tejado caprichosamente octogonal como un observatorio astrológico diseñado para ver cada una de las constelaciones. Tampoco faltan quienes ven en este lugar un punto de reunión para aquellos intelectuales del medievo cuyas teorías sonaban a escandalosa herejía. Por no hablar de órdenes militares y religiosas, de atención hospitalaria, de ubicación caprichosa en base a unas coordenadas, de… Al final estamos ante una suma de hipótesis, de teorías, algunas de ellas controvertidas, opuestas, que solo hacen añadir una gruesa capa de enigmas al lugar.
Orden del Temple
Misterio es que se construya este edificio en la segunda mitad del siglo XII, y hasta el año 1520 (siglo XVI) no haya una sola referencia documental de este lugar. O tal vez no sea esto tal misterio, pues hay quien apunta que tras la disolución de la orden del Temple pudo haber una destrucción masiva y exhaustiva de documentación por parte de los nuevos propietarios, precisamente para evitar disputas y reclamaciones ante un posible resurgimiento de los templarios. Sépase, para quien no lo tenga claro, que la Orden del Temple era una institución… mitad monje, mitad soldado, es decir, de carácter religioso-militar, cuyo fin era brindar hospitalidad, protección y seguridad a los peregrinos frente a un bandidaje que iba en auge.
Tampoco falta quien, amparándose en la ausencia total de símbolos templarios, pone en duda este origen. ¿Dónde está su escudo?, ¿dónde sus cruces?; los templarios eran como las tribus urbanas actuales, que gustaban de dejar su huella por todos los sitios. Pero aquí habría que aplicar la misma teoría que para los documentos: eliminación total. De hecho, aquél primer documento de 1520 si algo nos desvela es que hasta entonces hubo allí una rica simbología; dice textualmente: “…y tiene diversas cruces en campo colorado en las paredes de la dicha iglesia…”.
Y sin que sea tampoco concluyente hay que decir que un estudio detallado de todos los edificios existentes en Europa con planta octogonal nos permite descubrir que casi en su totalidad son todos ellos de origen templario.
Aún y todo tampoco faltan historiadores que, apoyados también en ambigüedades documentales, alimentan la hipótesis de que detrás de Eunate no estaba la Orden del Temple, sino la de San Juan de Jerusalén. Y para ello argumentan la existencia de un documento de 1251 en el que el prior de los sanjuanistas cede a los cofrades de Obanos el hospital para hacer sus reuniones; y lo único cierto es que ese documento no desvela si ese hospital es el de Eunate o el de Puente la Reina. Más misterio para un edificio religioso que se supone que se complementaba, formando trío, con el hospital y el cementerio.
Historia y arte
Pero no todo es enigmático en Eunate. Hay una realidad palpable, y una historia constatable. Este edificio aparece en aquella especie de “edad de oro” para el arte románico que canteros y mazoneros protagonizaron en torno al Camino de Santiago durante la segunda mitad del siglo XII, bajo el reinado en Navarra de Sancho VI el Sabio. Se respondía en aquél momento, con este derroche de arte, a las nuevas necesidades logísticas que traía consigo el auge espectacular que el cristianismo le estaba dando a la ruta jacobea.
Otra certeza es que en el siglo XIII había en Eunate una capilla funeraria que servía de sede a una cofradía religiosa, anterior a otra cofradía que allí existió en honor a la Virgen, cuya ordenanza de constitución data de 1487; y que en ese templo se hacían por aquél entonces las reuniones de los jurados y mayorales de Valdizarbe; venía a ser Eunate la capital del valle, al menos ese papel cumplió casi hasta mediados del siglo XIX.
Evidente es también que estamos ante un edifico románico, de planta octogonal, rodeado de una arquería cuya datación vamos a obviarla para no añadir más misterio del que ya tiene este lugar. Un dato cierto es que en el siglo XVII esta arquería debía de estar en ruina, faltaban siete columnas y diecisiete arcos, y todo ello se reconstruyó por obra y gracia de un maestro cantero salacenco, Juan Galban. Esto pudo suceder en el año 1652.
Como si de un apéndice se tratase, el octógono exhibe en su parte oriental un ábside pentagonal, que visto desde dentro es semicircular. Otro apéndice sería una pequeña torre sobre el lado de la epístola. Y un tercer apéndice sería la propia espadaña, diseñada para alojar a dos pequeñas campanas. Es muy probable que, siglos atrás, en donde hoy se alza la espadaña, hubiese una linterna funeraria, pero a pesar de la alta probabilidad, no deja de ser una hipótesis más, que de confirmarse algún día, vendría a confirmar que realmente estamos ante un templo funerario tal y como permiten sospechar los abundantes enterramientos allí encontrados, algunos de ellos con la concha jacobea.
Merece detenerse, observar, y recrearse ante la variedad de canes que hay bajo el alero; toda una muestra de personajes pétreos, seres monstruosos cuyo significado dejo a la libre interpretación de los expertos; y para ellos dejo también el significado enigmático de todas las figuras que exhibe la arquivolta exterior de la puerta principal, y ya de paso, que nos expliquen, si son capaces, porque en el vecino Olcoz hay una portada casi gemela.
El templo de Santa María de Eunate conoció épocas de esplendor, cumpliendo al cien por cien con sus funciones de religiosidad y hospitalidad. Pero también, en la segunda mitad del XIX y primeras décadas del XX, vivió inmerso en un estado total de abandono, hasta que la Institución Príncipe de Viana decidió su rehabilitación, culminando esta en el año 1943. Esta rehabilitación tuvo el buen gusto, y gran acierto, de conservar la cubierta de lajas de piedra.
En cualquier caso, para quien peregrina hoy a la tumba del apóstol Santiago el santuario de Eunate es ese lugar al que se llega solo. Es ese lugar en medio de la nada que ofrece al caminante una cama para descansar, una mesa para alimentar el cuerpo, y un sagrario donde alimentar el espíritu. Éntrese con respeto, en silencio, dejando que sean los sentidos quienes se deleiten ante la magia que entre esas piedras emana.
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