8 DE ENERO DE 2012

AMAIUR Y EL REY DE LA FABA
UNA CITA CON LOS DEFENSORES DEL REINO

Texto y foto: Fernando Hualde


Obelisco en memoria de los combatientes navarros



El próximo sábado se celebrará en Amaiur la fiesta del Rey de la Faba, que será el primer homenaje en 2012 a quienes hace cinco siglos defendieron la independencia de Navarra.

            Este próximo sábado un entrañable rincón del viejo reino de Navarra volverá a revivir, y a evocar, la realidad histórica que vivió nuestra tierra hasta el año 1512, año este en el que las tropas del Duque de Alba truncaron y modificaron por la fuerza de las armas la trayectoria histórica de Navarra. Y ese rincón no va a ser otro que Amaiur, punto emblemático de aquella guerra, en el que en 1522, las tropas al servicio de la corona de Castilla aplastaron militarmente el último intento, no diplomático, de mantener viva la independencia y la libertad de Navarra.
            La iglesia de Amaiur, en cuyas piedras vive el espíritu de la vieja fortaleza que demolieron los conquistadores, acogerá este sábado una recreación de lo que fue la coronación de un rey de Navarra, y en Navarra; un hecho histórico que no se ha vivido desde entonces. Esta misma ceremonia, impulsada por el Muthiko Alaiak, recreará igualmente otra vieja tradición, truncada igualmente hace quinientos años, en 1512, como lo es la de la coronación del Rey de la Faba, una vieja y bonita costumbre, que introdujeron en el siglo XIII los Teobaldos. Este nuevo rey, que será coronado el día 14, estará encarnado en la persona de Xuban Zaldain Arribillaga, de Amaiur, a quien la suerte del haba agració semanas atrás.

La villa de Amaiur vista desde los restos del castillo

Desaparición y recuperación

            No cabe duda de que esta 49 edición de la fiesta del Rey de la Faba va a tener un significado muy especial, por el año en el que estamos y por el lugar. El año 2012 es el quinto centenario de la supresión de esta fiesta en Navarra. Cierto es que a partir de ese año este festejo se trasladó de la Corte a las calles, no se sabe bien si porque los reyes sucesores no quisieron darle continuidad a esta fiesta, o si porque el pueblo liso y llano no los reconoció entonces como monarcas navarros, o por la conjunción de ambos factores. La realidad es que en 1512 se suspendió esta tradición, y que hasta el siglo XVIII la fiesta del Rey de la Faba tuvo continuidad puntualmente cada 6 de enero en las calles de pueblos y ciudades navarras, parece que en medio de mucho alboroto y regocijo popular.
            Es en el año 1765 cuando un decreto real, dictado por el Real y Supremo Consejo del Reino, prohíbe su celebración argumentando que se venían cometiendo abundantes excesos a cuenta de esta tradición. Y desde ese año, la fiesta de la Faba, lejos de morir, se trasladó a las casas. Hoy, tradiciones como la del rosco, las cencerradas, las carreras de calderos, la tradición de “echar el reinau”, o fiestas del obispo u obispillo (Burgui, Muruzabal, Garínoain, etc.), no son sino reminiscencias y derivaciones de aquella vieja tradición que nos trajeron los Teobaldos.
            Ya en el siglo XX, en 1920 para ser exactos, hubo un personaje amante y defensor de las tradiciones navarras, Ignacio Baleztena, que puso empeño en recuperar aquella secular costumbre. Diseñó una bonita fiesta en la que fusionó en un solo acto dos eventos importantes de nuestra historia: el de la elección y proclamación del Rey de la Faba, y el de la coronación del Rey de Navarra. Y desde aquél año de 1920 no se ha dejado de hacer. Fue en 1964 cuando el Muthiko Alaiak le dio a esta fiesta un nuevo aire; la fiesta del Rey de la Faba pasó ese año de ser una fiesta cerrada y semi privada, a ser una fiesta pública e itinerante por toda la geografía de Navarra.
            Cada edición es una oportunidad para reencontrarse con nuestra historia, con nuestro pasado, con nuestras raíces. Cada edición es un homenaje sencillo y emotivo hacia quienes a lo largo de la trayectoria histórica de Navarra apostaron por seguir siendo un reino libre e independiente.

Interior de la iglesia de Amaiur

¡Real!, ¡Real!, ¡Real!

            Y al margen de ese niño rey que vamos a volver a ver alzado sobre el pavés, a lo que también vamos a asistir este sábado es a una fiel escenificación de lo que siglos atrás fue en Navarra la coronación de un rey. No hay que tener miedo, sino orgullo, a recordar que Navarra fue durante siglos un estado y un reino independiente, con rey, con ejército, con moneda, con un sistema legislativo, con un sistema judicial; y que todo ello se vio truncado hace quinientos años, en 1512.
            El gran error, y el gran problema es que llegamos al 2012 siendo todavía esto un tema controvertido. Se nos va a hablar, y mucho, de lo que pasó hace cinco siglos, ¡no hemos hecho más que empezar!; y... se podrá maquillar, se podrá seguir hablando de anexión, se podrá “amejorar”, pero a veces el lenguaje es perverso, y la realidad, pese a la complejidad, es la que fue. Y esa realidad está en los documentos, tanto en los del bando ganador como en los del bando perdedor; esa realidad dejó una huella de sangre y de destrucción; esa realidad habla de invasión militar y de imposición por la fuerza de las armas. De la misma manera que esa realidad nos habla de que entre los invasores no todo eran castellanos, hubo ciertamente mucho guipuzcoano, mucho vizcaíno y mucho navarro beaumontés que luchó del lado de Castilla; a nada hay que cerrar los ojos. Y la gran realidad es la que nos habla del valor y del temple de muchos navarros que se mantuvieron fieles a su rey y a su reino, que lo dieron todo en Oskía, en Belate, en el Roncal, en Pamplona, en Noain, o en Amaiur, por citar algunos ejemplos. Aspiraban a seguir siendo un reino independiente, y en ese empeño perdieron hacienda, familias, libertad, y la propia vida en muchos miles de casos. Y es a ellos a quienes este sábado vamos a decirles gracias, y vamos a reconocerles su valor, su mérito y su entrega.
            Xuban Zaldain Arribillaga, y toda esa corte infantil que le va a acompañar en su coronación, van a representar este sábado a todos aquellos que hace cinco siglos defendieron el reino, tanto en el asedio del castillo de Amaiur como en cualesquiera de las otras batallas que se libraron. La campana de Amaiur, la de su escudo, toca de nuevo, y nos llama. Son campanadas por cada uno de aquellos doscientos navarros que allí resistieron, y son también campanadas por todas y cada una de las generaciones que durante todos estos siglos le han dado vida a las casas y a las calles de Amaiur.
            En ningún caso, a pesar de la enorme importancia, y a pesar de todo el simbolismo que esconde aquella heroica resistencia que se vivió en 1522...; en ningún caso, digo, hay que olvidarse de la propia historia de esta villa, de sus propias gentes. A veces pasa, como es el caso de Amaiur, que un hecho histórico puntual eclipsa todo lo demás; y es por ello que este sábado que viene el recuerdo y el homenaje va a ser extensivo a todos, a quienes resistieron ante las tropas castellanas, y a quienes antes y después han dado vida a este lugar. Para todos ellos... luz perpetua.
            Suena la campana de Amaiur, y hay que acudir a su llamada. Y sonarán las trompetas de los heraldos anunciando un nuevo reinado, y allí que iremos, a recordar lo que un día fuimos, y lo que nunca debimos dejar de ser.  

1 comentario:

  1. Una vez más, ¡enhorabuena! por el artículo. Espero que sigas escribiendo con esta claridad y frescura sobre esta efeméride tan crucial para Navarra y para los navarros de ayer y de hoy.
    Sospecho que este año mucho vamos a tener que oír y leer de la "Navarra oficial" sobre aquellos aciagos hechos, menos mal que hay quien como tu ofrece versiones menos interesadas.
    Jesús Allo

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