25 DE DICIEMBRE DE 2011

SAN NICOLÁS
IGLESIA Y FORTALEZA PAMPLONESA

Texto: Fernando Hualde




En pleno centro de Pamplona se alza la iglesia de San Nicolás, cuyas paredes nos hablan de oraciones, de arte, y de guerras.

En pleno centro de Pamplona, con entradas por el Paseo de Sarasate, la Plaza de San Nicolás, y la calle San Miguel, encontramos, más reluciente que nunca, la iglesia de San Nicolás. Curiosamente su fachada más visible, la del Paseo de Sarasate, es la menos moderna, proyectada en 1882 por Ángel Goicoechea; el resto son fachadas medievales que cobijan un interior de una gran belleza.
Estamos ante una de las iglesias en torno a la cual se articulaba uno de los históricos burgos de Pamplona, el de San Nicolás obviamente, que inició su andadura, como núcleo de población, a partir del año 1110; levemente posterior al burgo de San Cérnin, y por supuesto muy posterior al de la Navarrería.
En el último lustro este templo ha sido sometido a todo un completo proceso de restauración exterior, que ha venido a complementar a la fase anterior que afectó de lleno al interior del templo. Era una obra de necesidad, las fachadas clamaban al cielo, y nunca mejor dicho, por el color que había alcanzado la piedra a causa de la polución del tráfico; y la peatonalización de la calle San Miguel y de la Plaza de San Nicolás, así como la importante reducción de tráfico en el Paseo de Sarasate, invitaban a tomarse en serio de una vez la limpieza de la fachada de esta iglesia-fortaleza, con el resultado que hoy vemos.


Tercer burgo

La de San Nicolás es una iglesia que hay que entenderla dentro de un contexto histórico. Queda en Pamplona muy lejos aquél núcleo autóctono de pobladores que se agrupaban y se apiñaban al abrigo y amparo de lo que hoy es la Catedral de Pamplona. Posteriormente, de la mano de la ruta jacobea, vemos aparecer a partir del año 1090 un nuevo núcleo de población, de origen franco, que se fue agrupando en torno a otro templo emblemático, el de San Saturnino, o San Cernin (traducción al occitano del nombre anterior). Y tan sólo dos décadas después se creó un “burgo nuevo”, así llamado inicialmente, también de origen franco, que se artículo al amparo de la iglesia de San Nicolás, de la que enseguida tomó su nombre.
En la confluencia de aquellos tres Burgos, como tierra de nadie, quedó un pequeño espacio, predestinado desde entonces a ser un espacio, a futuro, que viniese a reconciliar y a unir a estas tres poblaciones. Ese espacio es donde, tras el Privilegio de la Unión, se levantó el Ayuntamiento de Pamplona.
Pero, volviendo de nuevo a aquellos primeros años de estos burgos, observamos cómo en base a unas pugnas mercantilistas, pues mercaderes eran en su mayoría, se inició lo que hoy denominaríamos una guerra civil que enfrentó abiertamente a los tres núcleos de población.
Aquellas circunstancias bélicas hizo que cada uno de aquellos burgos levantase sus propias murallas y crease su propio sistema defensivo. Y dentro de este sistema vemos como coronan sus templos con altivas torres vigía; una de ellas fue la de esta iglesia de San Nicolás, de un aspecto que podría ser muy similar a la de la torre que hoy vemos, levantada esta de ahora en 1924 por José Martínez de Ubago tratando de recrear la torre, o torres, que allí hubo hasta 1512.
Y es así como, tantos siglos después, olvidada ya aquella concepción de los viejos burgos, y afortunadamente superada aquella guerra fraticida, nos queda hoy la huella de un tiempo felizmente pasado, torres y matacanes incluidos, reconvertidos en arte y en patrimonio que nos permite entender y acercarnos mejor a la realidad de lo que entonces fue la ciudad de Pamplona.
Así pues, en este contexto, es donde hay que situar la construcción de una iglesia dedicada a la advocación de San Nicolás, que fue entonces de estilo románico, y que nacía con dos funciones muy claras: atender las necesidades espirituales de sus vecinos, y ser bastión defensivo ante cualquier ataque exterior por parte de los otros burgos.


Del románico al gótico

¿En qué momento pasa del románico al gótico?. Para entenderlo hay que volver de nuevo la mirada a aquella guerra que enfrentó a los tres núcleos de población.
Como en todas las guerras, unas veces sonríe la suerte, y otras… todo lo contrario. Pues bien, una de las situaciones más adversas que vivió el burgo de San Nicolás fue el ataque que en el año 1222 realizaron los vecinos de San Cernin; fue aquella una incursión nefasta. Los susodichos vecinos asaltaron, incendiaron y destrozaron la iglesia de San Nicolás. Aquél templo románico, un siglo después de ser alzado, se vio reducido a cenizas y escombros.
Obviamente, la necesidad apremiaba, hubo que levantarla de nuevo y en un tiempo récord. Nueve años tardó en hacerse la nueva iglesia –la misma que hoy vemos-, y se construyó en base a las tendencias arquitectónicas de ese momento, lo que hoy llamamos estilo gótico. Amplio rosetón para dar entrada a la luz, arcos apuntados, grandes verjas de hierro forjado, y unos muros y unas defensas a prueba de asaltos, son los detalles que marcaron la nueva construcción que debía de seguir atendiendo a sus dos funciones fundacionales: iglesia y fortaleza; si bien, hay que admitir que en esta ocasión se puso especial empeño en esa segunda misión de fortaleza y defensa, podríamos decir que a nivel arquitectónico condicionó más lo militar que lo religioso. Era, por tanto, el año 1231 cuando es consagrado el nuevo templo, concretamente el 22 de noviembre de ese año.
Para quien hoy contemple esta iglesia desde fuera tiene que saber que la entrada y la fachada del Paseo de Sarasate es un añadido del último cuarto del siglo XIX; y que la torre se levantó en 1924, después de haber estado desprovista de esta durante poco más de cuatrocientos años. Incluso podríamos seguir enumerando otras muchas modificaciones que ha ido conociendo esta iglesia durante su existencia, pero nos quedaremos con que su tipología ha cambiado sustancialmente, especialmente en lo que afecta a la cabecera del templo, condicionada inicialmente su construcción por la función defensiva del edificio.
Y por otro lado, lo que sí podemos decir, que los pocos restos que sobreviven de la primera construcción románica permiten sospechar que la iglesia de San Nicolás fue construida aproximadamente en los primeros años del ultimo cuarto del siglo XII.


Última reforma

Al margen de todas las reformas y transformaciones aquí expuestas de manera muy resumida, el siglo XXI ha venido acompañado de una nueva reforma; tal vez restauración sería la palabra adecuada.
Fue en 2003 cuando Xavier Chérrez Bermejo, arquitecto, fue designado para acometer este trabajo. Su misión era la de devolverle a este edificio, dentro de las lógicas limitaciones, el aspecto esplendoroso con el que se le ha visto durante siglos. Había que ponerlo en valor; todo un reto, tanto más si tenemos en cuenta que había que combinar los intereses artísticos con su funcionalidad en pleno siglo XXI. Y para ello Xavier Chérrez contó con la colaboración de la arquitecta Raquel Cantera.
Debemos de hablar de dos intervenciones diferentes: exterior e interior. El trabajo del exterior se ha basado en una buena limpieza, en ordenar los diferentes elementos, y en consolidar la estructura mural. Mientras que en el interior, con muy buen criterio, además de la limpieza correspondiente, se eliminaron algunos añadidos postizos que carecían de sentido.
Probablemente una de las intervenciones que más ha contribuido a su puesta en valor es precisamente la recuperación del rosetón orientado a la calle San Miguel, que en estos años de atrás ha sido totalmente reconstruido.
Por lo demás, lejanas ya las guerras entre los burgos, y lejana por tanto su función militar defensiva, la iglesia de San Nicolás sigue cumpliendo con su función religiosa, ofreciendo para ello un marco artístico revalorizado. Ella ha sido testigo de excepción del paso de los siglos, y con ellos de una evolución vertiginosa que convierte en insignificante a la que la propia iglesia ha llegado a tener.
Queda aquí su historia, resumida, invitándonos a contemplar este templo desde otro prisma, con otros ojos, con sensibilidad, y en su justo contexto histórico. 

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