23 DE OCTUBRE DE 2011

VALLE DE SALAZAR
PATRIMONIO ORAL E INMATERIAL

Texto y fotos: Fernando Hualde


El Archivo del Patrimonio Oral e Inmaterial de Navarra se ha visto incrementado recientemente con las aportaciones del Valle de Salazar.

Era el mes de febrero de 2007 cuando en la localidad de Oronz, concretamente en la casa de Juan Luis Pena, se iniciaba un trabajo en el valle de Salazar que iba a durar unos años. Ese día se ponía en marcha la recogida del patrimonio oral en este valle del Pirineo navarro, trabajo éste que iba a ser el que representase e inmortalizase a los salacencos en el Archivo del Patrimonio Oral e Inmaterial de Navarra.
El pasado sábado, en la Casa del Valle (sede de la Junta General del Valle de Salazar), situada en Ezcároz, se presentaba públicamente el resultado de este trabajo. Estamos hablando de 41 entrevistas grabadas en vídeo, en las que han hablado un total de 58 personas, correspondientes a las 14 localidades que configuran este valle.
Se trata, nada menos, que de más de cien horas de grabación de testimonios en los que las personas mayores del valle han contado sus recuerdos y sus vivencias de una época que hoy, a las nuevas generaciones, les resulta difícil imaginar.


Urgente

El valle de Salazar se incorpora así a la ya larga lista de municipios y valles navarros que, acogiéndose a la iniciativa de la Universidad Pública de Navarra –desarrollada en una parte muy importante por la Fundación Euskokultur-, han perpetuado su memoria en el Archivo del Patrimonio Oral e Inmaterial de Navarra impulsado por la mencionada entidad universitaria, un archivo que, sin duda, su creación es ahora mismo la obra cultural de mayor envergadura que se está haciendo en Navarra. Digo, y es cierto, que la lista de municipios es larga, pero cierto es también que la lista de municipios en Navarra en los que todavía no se ha hecho este trabajo, es todavía más larga, dolorosamente larga.
No ha de faltar, a nivel de ayuntamientos, quien se ampare en la crisis para huir de ese pequeño gasto que supone salvaguardar, institucionalmente y con garantías de conservación, la memoria de aquellas décadas en las que nuestros pueblos sufrieron una transformación total. Esos ayuntamientos, pocos afortunadamente, no han entendido lo que nos estamos jugando. Que no piensen que los más ancianos, los que pueden todavía contarnos cómo era la vida en su pueblo, o cómo eran aquellos oficios y costumbres ya desaparecidas, o cómo eran aquellas canciones o aquellos juegos de antaño, o…; que no piensen, digo, que estos ancianos van a vivir siempre, que se van a quedar a esperar mejores épocas presupuestarias. Por ley de vida se nos van a ir.
Y sería un error muy grave pensar que los testimonios que podamos recoger dentro de diez o quince años tienen el mismo valor que los que recojamos hoy; una generación de diferencia es mucho, sobre todo si hablamos del momento en el que se ha producido un cambio tan brusco en la sociedad rural.
Hoy todavía podemos recoger testimonios de quienes han vivido la guerra, o los de quienes descendieron por el río en almadías, o los de quienes hicieron tejas, o cal, o carbón; o los de quienes escucharon hablar en cualquiera de las lenguas vascas previas al euskera batua, o los de quienes vieron en sus pueblos vestir la indumentaria tradicional de su valle, o los de quienes hicieron a mano el queso, o vieron pasar a los maquis, o circulaban con carros, o… Dentro de unos años esta gente que ha asistido al final de unos hitos patrimoniales que habían pervivido entre nosotros durante siglos ya no estarán entre nosotros.


Satisfacción salacenca

Es por ello que el valle de Salazar está de enhorabuena. Hace unos años la Junta del Valle entendió la importancia y la necesidad de este trabajo y habilitó una partida presupuestaria para ello. Y este es el momento, así lo vivimos el pasado sábado, en el que todos sentimos que ha merecido la pena el esfuerzo que se ha hecho en estos últimos cuatro años.
En el archivo del valle quedan las narraciones de los ancianos de hoy contándonos con todo lujo de detalles cómo eran las fiestas de antaño, cómo se vivía las Navidades, qué se hacía en la escuela, cómo era la relación con los otros pueblos del valle, cómo mataban el cerdo, o los secretos de la medicina popular, o qué se hacía antaño cuando una persona fallecía, o cómo se vivía el noviazgo, la vida en las bordas, el uso del cable para el transporte de la madera, o los primeros vehículos, o el uso del zaraitzuera (vascuence salacenco), el trabajo de hilado de la lana, la colada de la ropa, las vivencias de la guerra, los recuerdos de los maquis, lo que se cantaba en las rondas, los bailes, los juegos, los carnavales, la religiosidad popular… ¿Somos capaces de asimilar el valor incalculable de todos estos testimonios?, ¿somos capaces de entender que dentro de cuatro, cinco, seis… generaciones, los niños salacencos van a poder conocer su pasado y sus costumbres contadas directamente por sus propios bisabuelos?.
Para mejor entender la importancia de lo que ha hecho el valle de Salazar con este trabajo de recogida del patrimonio oral basta con saber que algunas de las personas entrevistadas ya no viven. De no haberles grabado antes se hubiesen llevado consigo todos los conocimientos que les dio la vida.
Tengo que decir, y hablo con conocimiento de causa, que no sólo las autoridades salacencas entendieron la importancia de este trabajo, sino que los propios vecinos, en un alarde de responsabilidad y de hospitalidad, se han volcado durante estos años para que todo quedase recogido. Abrieron las puertas de sus casas, y también las de sus vidas, y ante la cámara que les grababa lo compartieron todo con las generaciones venideras. A veces hasta los detalles más íntimos.
El Salazar, como también lo han hecho otros valles, nos ha dado una lección magistral. Clama al cielo, ante la evidencia del valor de estos trabajos, que todavía haya que andar mendigando a algunos ayuntamientos para que se animen a sufragar estos trabajos en sus respectivos municipios. Otras tareas municipales, por mucho que repercutan en nuestro bienestar, pueden esperar; y esto… no espera. Mañana será tarde.


Posibilidades

Soy consciente de que el pasado sábado los vecinos y las autoridades del valle de Salazar vivieron uno de los días más importantes de su historia. Y lo mejor de todo es que esa sensación, conforme pase el tiempo, va a ir en aumento. El tesoro que ahora tienen no tiene precio. Pero a la vez no hay que olvidar que eso es como un diamante en bruto. Ahora hay que pulirlo, ahora hay que sacarle brillo, para poder lucirlo, para que la joya sea más joya todavía.
Desde este momento se abre un mundo inmenso de posibilidades al amparo de las nuevas tecnologías. Documentales temáticos en DVD, trascripciones, trabajos de investigación, aulas de trabajo, terapias… y mil cosas más.
He vivido muy de cerca este trabajo, y debo decir, confesar, que de todos los trabajos que he hecho, pocas veces he sentido tanta satisfacción por lo realizado. Se nos han abierto todas las puertas, y con esa misma satisfacción tengo que decir que todas, absolutamente todas, se nos han quedado abiertas. En las primeras entrevistas me acompañó Alodia Ulibarrena, que supo entresacar de las personas mayores todo tipo de cuentos y secretos; y en el resto de las entrevistas, la mayoría, me ha acompañado Aritz Ibáñez, un experto folklorista. Obligado es también decir que sin la colaboración, dentro del valle, de Rita Labiano y de Jezabel Oroz hubiese sido mucho más difícil realizar este trabajo. Y, como si de los créditos de una película se tratase, creo que hay que admirarse ante el inmenso trabajo realizado por el personal de Euskokultur Fundazioa y de Labrit Multimedia, que entrevista a entrevista, han desgranado con minuciosidad de detalle todos los temas que se abordan y en qué minuto y segundo se empieza a hablar de ellos y se deja de hablar de ellos; una obra de titanes.
Hay que decir, con toda la claridad del mundo, que el trabajo cultural que hay detrás de toda esta recogida del patrimonio oral e inmaterial salacenco es gigantesco. Pero mucho mayor aún, y esta es la grandeza de esto, es la labor social y humana que esconde esta actividad. Esto vale más que nada. Ejercitar la memoria de las personas mayores, hacerles revivir las diferentes etapas de su vida, ofrecerles la posibilidad de comunicar sus vivencias a sus descendientes que no llegarán a conocer, acompañarles, ilusionarles, ayudarles, escucharles… Y todo ello a cambio de una lección de vida, de esfuerzo, de austeridad, que me la dieron a mí como entrevistador, y conmigo a las generaciones actuales de salacencos y a cuantas vengan detrás.
Allí, para siempre ya, se queda el testimonio del último almadiero salacenco; allí se queda el de la última molinera de Ochagavía; allí se queda el de quienes vivieron en primera fila los trabajos de construcción de la carretera de Igal a Vidángoz por parte de presos y de soldados; allí se queda el testimonio de la última sacristana de Oronz; y el testimonio estremecedor de quien vivió la guerra en la trinchera viendo crecer las uñas a los cadáveres; allí se queda también la parte buena de aquella guerra con relatos que nos hablan de ayudas entre salacencos sin distinción de ideologías; allí se quedan las vivencias de los pastores trashumantes en su camino a las Bardenas; y la explicación de cómo era el aseo personal, cómo se hacía una teja, cómo se herraba un caballo, cómo vivían las vaqueras, y los juegos del recreo, y los berrus navideños, y las romerías a Muskilda, y mil chascarrillos que nos han hecho disfrutar y aprender lo indecible.
Y allí se queda el recuerdo, triste recuerdo, de quien no pudo acabar de contarnos todo, porque la muerte en accidente de tráfico le sorprendió entre entrevista y entrevista, sin poder acudir a la cita.
Felicito desde aquí a todo el valle de Salazar, y lo hago con profundo agradecimiento por todo lo que de sus personas mayores he aprendido. Confío en que este trabajo, y lo que con él se haga a partir de ahora, contribuya a incrementar su orgullo de ser de donde son, de ser salacencos, que eso es algo grande.

1 comentario:

  1. Mi más completa enhorabuena amigo Fernando por el gran trabajo realizado y a las gentes del valle de Salazar por los estupendos testimonios que tienen que haber aportado contando sus vivencias, recuerdos, nostalgias, añoranzas, etc.
    Trabajo impagable este de recoger toda la tradición oral antes de que sea demasiado tarde porque bien es cierto que esta es la última generación practicamente que puede aportarnos datos y testimonios de primera mano de una epoca que se fue y que no volvera. Las siguientes generaciones ya vendran con aquello de : ´Yo le oi a mi padre contar´, pero ya no es lo mismo.
    Tienes que haber disfrutado muchisimo oyendo estas historias tan humanas y sencillas pero llenas de un calor humano que dificilmente entiende la mayoria de la gente de hoy dia.
    Cuando un anciano quiere contarle alguna vivencia a su nieto, en la mayoria de los casos este no le deja ni empezar y le suelta aquello de: ´Venga abuelo no me cuentes batallitas´.
    Y no sabemos lo que nos estamos perdiendo no dejandole contar al abuelo esa historia.
    Estas gentes son enciclopedias de la vida y tenemos muchisimo que aprender de ellos.

    Enhorabuena Fernando por el articulo me ha llegado hasta el alma.

    Saludos.

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