26 DE JUNIO DE 2011

¡LÍBRANOS DEL MAL!
OBJETOS, CONJUROS Y RITOS EN BUSCA DE PROTECCIÓN

Texto y fotos: Fernando Hualde

Amaiur.- Crucero en la entrada del pueblo

El ser humano ha implorado siempre la protección. Las formas de hacerlo perviven hoy en todo nuestro entorno, en cualquier pueblo, en cualquier rincón.  

Pasear por cualquier rincón de nuestra geografía lleva implícito el tropezar de continuo con elementos, vigentes hoy, que vienen a recordarnos la necesidad que tiene el ser humano se buscar la protección a la sombra de determinados ritos, creencias, costumbres, tradiciones… Son expresiones que en muchos casos nos pasan desapercibidas, pero que tras ellas hay una actitud subliminal ante lo sobrenatural.
Hoy en día pocas son las personas que creen en las brujas, mucho menos en las que van montadas en una escoba. Pero hay una realidad, y esa realidad nos dice que hubo épocas en las que sí había gente que creía en las brujas, sí que había gente que pensaban que estas copulaban con un macho cabrío (el demonio), que daban a luz sapos, y que tenían poderes sobrenaturales con los que podían interferir en personas, casas y haciendas. Incluso… había también personas que creían realmente que tenían esos poderes, que creían ser brujas. Y fruto de todas estas creencias de unos y de otros nos encontramos con una realidad de acusaciones, persecuciones, procesos, destierros, e incluso muertes. ¡Que se lo digan a los vecinos de Zugarramurdi!, por citar el ejemplo más conocido.
Tras aquella epidemia brujeril, en la que la propia Inquisición reconoció su error, y también durante la misma, la sociedad navarra vivió rodeada de signos con los que buscaban la protección de Dios, defenderse del demonio, y de todos aquellos seres a él vinculados. Aquella costumbre sigue hoy plenamente vigente. Vamos a repasar alguno de aquellos objetos y ritos.

Urbicain.- Doble protección en la puerta de un corral

La cruz

La señal de los cristianos, decía y dice el catecismo, es la Cruz. Estamos ante el símbolo protector más popular. Se ponían cruces de piedra en los caminos, delimitando los términos municipales, con las que se protegían los terrenos de cada localidad; eran las denominadas cruces de término. Cruces similares se ponían también en los pueblos, a la entrada y a la salida de los mismos, y siempre con el mismo fin protector. De estas cruces, o cruceros, todavía nos quedan muchos por toda Navarra. Son elementos a proteger y a conservar.
Cruces se ponían también en la parte alta de la chimenea, en el exterior de la casa. Eran un elemento ornamental que protegía a la casa de cualquier intento de incursión de las brujas. No hay que olvidar que la chimenea era el elemento troncal de la casa, que la recorría de arriba abajo, que en su parte inferior estaba el fuego –elemento sagrado e indispensable-, y que en torno a ese fuego se escenificaba toda la transmisión oral de una generación a otra.
Las cruces, bien forjadas en hierro, o bien talladas en la piedra, eran presenciales en los vanos de los edificios, en los dinteles, en las portaladas. Así, ni las brujas ni el demonio, podían entrar en una casa si el signo de la cruz estaba en la puerta, en las ventanas, o en la chimenea.
El día de la Cruz, en mayo, se llevaban a la iglesia decenas de pequeñas cruces hechas con palitroques, juncos, u otros elementos vegetales; aquellas cruces se bendecían, y luego cada casa se ocupaba de ponerlas en todos los campos y heredades de la propia casa, sabiendo que de esa manera los campos quedaban libres del peligro que suponían las tormentas, las plagas y cualquier otra desgracia. Y raro era el corral con ganado en cuya puerta no se colocase una pequeña cruz.

Arruazu.- Placa del Sagrado Corazón de Jesús

Elementos protectores en las puertas

La puerta de la casa era ese punto en el que la petición de protección estaba siempre presente. La colocación de placas metálicas con la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, principalmente, o con el Sagrado Corazón de María, y en algunas zonas de Navarra con la imagen de San Miguel de Aralar, era y es una práctica habitual. Son signos de protección.
Otra costumbre muy arraigada tiene su origen en el Domingo de Ramos. Ese día se bendicen en la iglesia determinados elementos vegetales que son los que luego se ponen en puertas y ventanas. Hablo de palmas, ramas de olivo, de boj rizado, o de acebo, principalmente.
Tampoco solían faltar en las puertas los bocallaves con forma de corazón, rematados en su parte superior con el perfil de la cruz. O los tapajuntas, profusamente decorados con símbolos religiosos; incluso los embellecedores de los clavos tenían también forma de cruz.
Pero uno de los elementos que todavía pervive con fuerza es el eguzki lore, o flor del sol, o flor del cardo. Esta flor simboliza al sol, y en consecuencia al día. De todos es sabido que las brujas solo ejercen por la noche, y que con los primeros rayos del sol se tienen que retirar rápidamente. Así pues, esta flor colocada en la puerta de la casa, para algunos simbolizaba que allí nunca reinaba la noche; y en otros lugares existía la creencia generalizada de que las brujas, para entrar en la casa en la que hubiese una eguzki lore, antes tenían que quitar, uno a uno, todos los pinchos de la parte central de esta flor, ¡y hay miles!, lo cual garantizaba que a las brujas se les haría de día quitando esos pinchos.

Zoroquiain.- Cabeza tallada en piedra contra el mal de ojo

Mal de ojo

Si nos situamos en la época medieval y en siglos posteriores, hasta no hace mucho tiempo, nos encontramos con que ante cualquier enfermedad, desgracia o problema, se creía que la bruja o el brujo de turno nos había echado mal de ojo.
Para contrarrestar esto la sociedad se defendía colocando cabezas de piedra a las entradas de las casas, en la puerta de la iglesia, en las fuentes, etc. Todavía hoy sobreviven decenas de estos elementos en las járcenas de algunas ventanas, en las claves de algunas portaladas, en las entradas de las iglesias, en fuentes, abrevaderos, lavaderos, y en otros muchos espacios públicos, de tal forma que quien por allí pasase quedaba limpio de este maleficio. Incluido el ganado.
Obsérvese que en las maskaradas souletinas, y por extensión en buena parte del Pirineo navarro, subsiste todavía ese curioso gorro que exhibe en su parte frontal un pequeño espejo. El objetivo de este elemento, siglos atrás, no era otro que el de conseguir devolver el maleficio, por efecto rebote, a quien tratase de echar el mal de ojo.

Ardaitz.- Eguzki Lore frente a las brujas

Otros elementos

Raro era antaño el pueblo que no tuviese un conjuratorio. Se trata de ese lugar desde el que el clérigo de turno, desde un lugar elevado o dominante, y ante sus feligreses, podía hacer un conjuro, principalmente para evitar todo tipo de maleficios (plagas, tormentas, epidemias, etc.). Con algunas excepciones, generalmente cruceros de piedra metidos dentro de un habitáculo sin paredes (ejemplo: Huarte-Pamplona), los conjuratorios solían ser los balcones de las iglesias.
En definitiva, la vida diaria estaba repleta de elementos protectores. No faltaba el signo de la cruz sobre el pan antes de partirlo, no faltaban las aguabenditeras en las casas, no faltan las jaculatorias ante el sonido del trueno, no faltaba el escapulario colgado del pecho, no faltaba el detente bala con la imagen del Sagrado Corazón en la camisa del que iba al frente de guerra, ni faltaban las medallas, ni la bendición de la mesa, ni la bendición de los campos, ni el ángelus del mediodía, ni las higas colgando de la mantilla, ni el bendeciré esta casa…, ni una oveja negra en el rebaño, ni el amuleto en el fajín del bautizado, ni la imagen entronizada presidiendo la estancia más importante de la casa. Y muy pronto… en breve, le pediremos a San Fermín que nos proteja, que nos guíe en el encierro dándonos su bendición.


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