15 DE DICIEMBRE DE 2008

LA SERRERÍA DE BURGUI
RECUPERADO UN NUEVO OFICIO

Texto: Fernando Hualde



            El pasado día 7 la localidad de Burgui incorporó a su ruta de los oficios un nuevo elemento, se trata de una antigua serrería mecánica que desde ese día queda convertida en un nuevo recurso turístico y en un homenaje permanente a la tradición maderista de esta villa roncalesa.

Hace unos años, aprovechando todo el trabajo que venían realizando en torno a la recuperación y difusión del patrimonio almadiero, la localidad roncalesa de Burgui, bajo la organización de la Asociación Cultural de Almadieros Navarros, se embarcó en un nuevo proyecto que desde entonces se viene materializando bajo la denominación de “Burgui, pueblo de los oficios”, y que se desarrolla ejemplarmente por los vecinos de Burgui bajo la forma de voluntariado ambiental.
El oficio de almadiero quedaba salvaguardado a través de la celebración anual del “Día de la Almadía – Almadiaren Eguna”, a través de la apertura de un museo, y a través de la colocación, junto al puente, de una almadía a tamaño real con un panel explicativo. A ello hay que añadir las actividades propias del colectivo almadiero como pueden ser charlas, exposiciones, concursos de fotografía, etc.
Vino después la recuperación de la antigua nevera medieval, ligada en otro tiempo al castillo de Burgui. Hubo que limpiar el terreno, vaciarla de tierra, basura y escombros, limpiar sus paredes, reconstruir las partes dañadas, y colocarle una cubierta. En su interior se recreo el viejo sistema de almacenaje de la nieve y quedaron expuestas las herramientas que para ello se empleaban. Este nuevo elemento, junto al panel explicativo que se colocó a su lado, permitieron salvaguardar el oficio de nevero, o nivero, así como la historia de la nivera de Burgui.
A esto le siguió la recuperación de una calera, emplazada en su ubicación original, en el camino de la foz. El oficio de calero y los usos que hasta hace unas décadas tuvo la cal quedaron plasmados en un panel junto a esta calera. Y con ello la memoria de un nuevo oficio quedó incorporada a esta ruta.
Vino después la construcción de una gran cubierta, y bajo ella los vecinos de Burgui reconstruyeron un horno de pan, en recuerdo de los antiguos hornos vecinales, y en recuerdo, claro está, del oficio de panadero. Un panel explica cómo se hacía el pan, cómo se regulaba el uso de los hornos vecinales, como trabajaban los panaderos y con qué herramientas, así como la historia de los hornos de esta localidad roncalesa.
Bajo esa misma cubierta se levantó una carbonera, que hoy permite al visitante interpretar un viejo oficio que tenía como objetivo la elaboración del carbón vegetal, y poder observar también cómo se construye y cómo es por dentro una carbonera.
Por si todo esto no fuese suficiente, en estos últimos años se ha restaurado el viejo puente medieval que esta localidad tiene sobre el río Esca. Este trabajo, que afronta su fase final, ha permitido, a través de un panel, recomponer el oficio de cantero, explicar cómo se trabajaba antaño la piedra, cómo se hacía un puente, así como exponer la historia de este emblemático puente. Mención aparte merece la recuperación y restauración del puente de La Botxuela, culminada recientemente por los voluntarios burguiarres.
Al margen de todas estas intervenciones que son las que hoy configuran la ruta de los oficios, y que permiten exponer un patrimonio material, tangible, visualizable y palpable; en todo este mismo tiempo se ha trabajado igualmente en salvaguardar la memoria de las últimas alpargateras de esta localidad, que con la llegada del invierno se iban andando a Francia a trabajar en las fábricas de Maule o del Bearn. Se trabaja también en la realización de un inventario de todos los picaportes de la villa de Burgui, como homenaje a los herreros que hacían estas piezas. Sin olvidar que la recuperación actual del antiguo Camino Real que recorría el valle de norte a sur, ha permitido en la ermita de la Virgen del Camino abordar en un panel cómo era el oficio de ermitaño.


Serrería

Todo esto era hasta ahora el conjunto de intervenciones patrimoniales que los vecinos de Burgui han desarrollado en este último lustro; pero el punto final ni se ha puesto, ni se contempla llegar a ponerlo. En el punto de mira del voluntariado de Burgui están las antiguas tederas (hornos de pez), la tejería, la Cueva de los Cuchareros, y muchas más cosas.
Y en medio de todo esto surgió hace no mucho una nueva oportunidad, y que además no se ha dejado perder. Jesús Aranguren, de la empresa sangüesina Construcciones Aranguren (especializada en restauraciones de construcciones antiguas), al tener conocimiento de todo lo que se iba haciendo en Burgui para recuperar los oficios de antaño, se puso en contacto con algún vecino de esta localidad y con la Asociación de Almadieros para ofrecerles una serrería mecánica antigua que tenían en sus talleres, y que su empresa hacía el año 1965 la había comprado en Burgui a la sociedad Urzainqui – Laspidea, ubicada en las afueras del pueblo, saliendo hacia Roncal. “El asunto era que en Sangüesa se iba a hacer la restauración del convento del Carmen, y el artesonado había que hacerlo con madera antigua; los carpinteros no querían trabajar con ese tipo de madera, pues tenía muchos clavos, así que tuvimos que buscar una sierra mecánica que pudiese hacer este tipo de trabajo, y la localizamos en Burgui, ya prácticamente en desuso”, cuenta Jesús Aranguren.
Y es así cómo aquella antigua sierra mecánica, que había sido utilizada en Burgui por la sociedad Urzainqui – Laspidea durante, al menos, la década de los años cincuenta, fue trasladada a Sangüesa, a un almacén; y desde aquél año de 1965 ha sido utilizada no solamente para la restauración del convento del Carmen en Sangüesa (actual conservatorio de música), sino para otras muchas restauraciones llevadas a efecto por toda la geografía de Navarra entre los años 1965 y 1980 aproximadamente.
Con esta sierra se cortaban los troncos “a chuletas”, para posteriormente hacer los baquetones, que venían a ser unas curvas con remate que se hacían en los laterales de las maderas. Tal y como indica Félix Sanz, presidente de la Asociación Cultural de Almadieros Navarros, “los peones hacían rodar los maderos sobre dos paratos (maderos en función de soportes) hasta el carro de la sierra. El madero a serrar era sujetado fuertemente mediante unos ganchos dentados. El volante de la sierra  de cinta, que era la que aserraba el tronco, era impulsado entonces por un motor de gasoil. Muy poco después se aplicaría la electricidad.  El carro con el madero, que rodaba sobre un carril, tenía que ser desplazado manualmente por un aserrador  -trabajo duro si lo hacía siempre el mismo aserrador- , mediante una manivela  con cadena”.
La serrería que desde ahora se puede contemplar en Burgui, además de esta sierra mecánica cuenta también con un aserradero manual, que era, sin duda, el modo más tradicional de aserrado. El procedimiento era sencillo; sobre el tronco, ya pelado, se trazaban unas líneas rectas y paralelas que marcaban el grosor que se quería que tuviesen los tablones; estas líneas hacían de guías para los aserradores, que ponían el máximo cuidado y empeño en no salirse de ellas con la sierra ni un milímetro. Cuenta Félix Sanz que “sobre la plataforma se colocaba un hombre, que asía un mango de la sierra, tiraba hacia arriba y tenía mucho cuidado en que  el corte siguiera las líneas guías marcadas. Debajo de la plataforma, otros dos hombres, asidos a cada lado del otro mango, tiraban hacia abajo con fuerza. El tirón hacia abajo era el que mordía más en la madera. El trabajo era duro y paciente. Se empleaba mucho tiempo para aserrar poca cantidad de madera”. Lo cierto es que en Burgui este sistema tradicional de cortar la madera, fácil de verse entonces en varios puntos del pueblo (en la Venta del cruce de Vidángoz, en el puente, en la cueva, etc.) se mantuvo hasta los años cuarenta del pasado siglo XX. Todavía se recuerda, entre otras, la imagen de los hermanos Gárate: Francisco, Ciriaco, Braulio y Pío; sin olvidarnos tampoco de aquellas cuadrillas de santanderinos que venían al pueblo a realizar esta labor de aserrado manual. Se dice que muchas veces los aserradores tenían la picardía de dejar los tablones sin acabar de serrar, para evitar la acción de los amigos de lo ajeno.
A la sierra manual, como ya hemos visto, le sucedió la sierra mecánica, que serraba mucho más, más rápido, y con más precisión. La máquina sustituía al hombre, igual que pasaba con las almadías, igual que pasaba con los trabajos agrícolas, igual que pasaba en tantos y tantos oficios.


Agradecimiento

Burgui ha recuperado hoy, gracias a la generosidad y a la sensibilidad de la empresa sangüesina Construcciones Aranguren, y gracias también al trabajo bien hecho, desarrollado de forma voluntaria en los dos últimos años realizado por varios vecinos de Burgui durante los fines de semana; ha recuperado –digo- otra pieza importante de su patrimonio, una pieza que viene a complementar ese homenaje permanente que en este pueblo se vive y se palpa hacia los maderistas roncaleses, que fueron capaces de hacer de este oficio, no sólo una forma de supervivencia, sino toda una seña de identidad.
Sé muy bien que el equipo de voluntarios que han trabajado en Burgui en el montaje de esta serrería, no buscan ni anhelan ningún tipo de reconocimiento. Suelen ser labores anónimas. Sin embargo a un servidor le gusta destacar que detrás de este tipo de intervenciones patrimoniales hay siempre personas, personas que sacrifican una parte importante de su tiempo, personas que tienen nombres y apellidos, y es mi deseo que consten aquí, en señal de agradecimiento. Sus nombres son: Lucio Arribas Molinero, Daniel Zabalza Garate, Jesús Aspurz Sanz, Iñaki Ayerra Arrarás, Javier Ganuza Goñi, Juantxo García de Acilu, Irineo Glaría Urrutia, José Mª Ezquer Mina, Alfonso Lacasia Ezquer, Peio Lapeña Ber, Fernando Salvador Lacasia,  Francisco Javier Sanz Artuch,, Pedro Jesús Sanz Calvo, Fernando Sanz Calvo, Dani Tellería Andonegi, José Gamayo Martínez, Hilario Glaría Urzainqui, Javier Petrox Urzainqui, Primitivo Palacios Glaría, Manolo Zabalza Fayanás, Arturo Erlanz Abad, Alfredo Ezquer Mina, Lidia Ezker Abadía, Charo Quel Moncayola, Ana Barrena Arellano, César Ibarrola Vergara, e Iñaki Pidal Belasco. A todos ellos, y a la empresa Construcciones Aranguren, sirvan estas líneas de reconocimiento y de agradecimiento.


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