12 DE ABRIL DE 2009

BOLANTES DE RESURRECCIÓN

Texto: Fernando Hualde



            Hoy, Domingo de Resurrección, salen a la calle los Bolantes de Luzaide-Valcarlos; toda una tradición secular que se revitalizó en los años sesenta del pasado siglo, y que hoy se nos muestra como una de las señas de identidad del Pirineo navarro.

Como sucede en todos los sitios, en Navarra hay muchas tradiciones que después de siglos de pervivencia se han perdido; pero es de justicia también reconocer que gracias a numerosas iniciativas populares, son también muchas las tradiciones que se han recuperado, que se han convertido en seña de identidad, y también, ¿porqué no decirlo?, en recurso turístico.
Hoy es Domingo de Resurrección, punto final de la Semana Santa. Nunca le han faltado a esta fecha celebraciones religiosas en las que se festejaba la resurrección de Cristo; incluso la propia celebración del Aberri Eguna tiene su origen en estas celebraciones religiosas, concretamente en aquél momento en el que Sabino Arana, estando este día de hoy asistiendo a una procesión, tuvo la inspiración de que este día debía de celebrarse el Día de la Patria Vasca, o Aberri Eguna, y que esa canción religiosa de saludo al Señor (“Agur Jaunak”) que en ese momento alumbraba su inspiración, debía de ser en adelante el himno de todos los vascos. Y antaño era costumbre en no pocas localidades de nuestra tierra celebrar esta jornada, no solamente con los actos religiosos de rigor, sino con danzas populares, danzas estas que con el paso de los años se fueron perdiendo poco a poco. Tan sólo una localidad las ha mantenido, y las conserva vivas, llenas de colorido, en su fecha de siempre. Se trata de Luzaide, Valcarlos; tuvo que ser en los años sesenta cuando se impuso revitalizar esta vieja tradición antes de que siguiese los mismos pasos que los de otras localidades vecinas. Luzaide supo resucitar las ganas de bailar.


Domingo de Resurrección

Hoy es el día esperado en esta localidad de salir a la calle los luzaidarras; son muchas semanas de preparativos y de ilusión. Es el momento de dar paso a la música, a los trajes; es el momento de llenar sus calles de color y de buen ambiente, gracias siempre al son de la música y al espectáculo que ofrecen los diferentes personajes que danzan.
Detrás de las danzas de los bolantes hay una labor y un esfuerzo que no se ve. “El dantzari más pequeño tiene unos cinco años y el más mayor unos cincuenta. Entre esta edad el grupo se compone de unos 100 dantzaris que un mes antes se entrenan y ensayan las danzas del día de Pascua. Los ensayos se hacen normalmente los sábados y los organiza la Junta de Bolantes, la cual se compone de unos siete luzaidarras”, dice Iurre Bidegain en el último número de la revista Mendixut.
Pero quien hoy se acerque a esta localidad podrá observar que además de unas danzas francamente bonitas y armoniosas, hay también unos trajes espectaculares, que exigen un cuidado y un mantenimiento escasamente valorados. El traje de los hombres es tan complejo como vistoso, a base de cascabeles, botones decorativos, cadenas doradas, txapelas rojas, faja en la cintura, y las míticas cintas de colores que adornan y cuelgan de sus espaldas. Este traje, con camisa y pantalón blanco (este último adornado en sus laterales con entrelazos de arriba abajo), es todo un símbolo de identidad de Luzaide-Valcarlos. Las chicas llevan un traje de falda blanca decorado con dos cintas, una granate y la otra verde, una camisa y un chaleco; este último es precisamente el que determina las filas del pasacalle, puesto que existen dos colores: granate y verde. Pero no podemos ni debemos olvidar que las danzas de esta localidad exhiben igualmente variados y ricos personajes con elegantes ropas. Este conjunto de personajes, con su variedad de indumentos, son lo que siempre se han llamado bolantes, utilizándose también para ellos un nombre bastante menos conocido que es el de karakotxak.
Es importante tener en cuenta que las mujeres se incorporaron a estas danzas en los años sesenta, y que hoy es el día en el que su participación está centrada principalmente en la Martxa, en las Kontradantzak y en el Baile de la Pera.
De todos estos personajes que configuran el grupo de danzas en esta localidad fronteriza el más popular es precisamente el que le ha dado nombre al grupo, el bolante. Visten estos de la forma que líneas arriba ha quedado descrita, únicamente añadir que en su camisa blanca lucen una pechera que en otro tiempo adornaban con vistosos broches de oro.
Pero no podemos dejar de mencionar a otro tipo de personajes, como es el caso de los zaldunak (jinetes), los gorris, los zigantiak (especie de gigantillas o pequeños gigantes de aspecto femenino), los bandelariak (son los portadores de la bandera y del escudo); sin olvidarnos del siempre esperado makilari, capaz de dejar exhausto a cualquiera que contemple su actuación, y todo ello gracias a la exhibición que hace manejando su palo, o makila; mueve el palo en su mano, lo pasa por el cuello, y lo llega a tirar a varios metros de altura cogiéndolo cuando cae, y todo ello sin dejar de bailar un solo momento. Informa este mes la revista Mendixut que el makilari más joven de Luzaide es Mikel Iribarne Etcheverry, de tan sólo once años de edad.


Jornada de bailes

La jornada comienza hoy a las ocho de la mañana, que es cuando un grupo de dantzaris, ya vestidos con sus atuendos característicos, se reúne en torno a un esperado desayuno-almuerzo debidamente animado por algunos músicos. Posteriormente bajan a animar con sus bailes al barrio de Pekotxeta y a las Ventas. Finalizada esta ronda suben al pueblo en donde se reúnen con el resto del grupo. “Entre los bolantes resalta el nerviosismo y las ganas de empezar a bailar, puesto que este es un día de los más bonitos para nosotros”, declara Iurre Bidegain en Mendixut. Y es que, antes de que los músicos marquen el inicio del baile, en el cruce llegan a juntarse algo más de un centenar de dantzaris.
El escudo de la localidad, la bandera, y un par de caballos son los que encabezan la comitiva por la calle Elizaldea; tras ellos un colorido pasacalle animado por el baile de la Martxa, hasta llegar a la plaza de Santiago. Es allí donde el público espera su llegada. Es el gran momento, todo el año esperado.
Primero es el discurso del alcalde, y después…, después llegan las danzas. Allí, en la plaza, se interpretan danzas como las Euskaldunak-Sorginak, Musikoak, Egi, Azkaindarrak, Lapurtar Motzak, Makilariak, Zazpi Jauziak, y Kontradantzak, entre otras. Toda esta exhibición de folklore finaliza tal y como empieza, es decir, los dantzaris se despiden del público bailando la Martxa. Pero que nadie piense que allí se han acabado hoy los bailes.
Marca la tradición que, después de comer, los bolantes se vuelven a reunir frente a la casa parroquial, y allí, a base de bailes, se hacen merecedores del convite del párroco que les obsequia a todos con una merienda. Y es después de esta degustación cuando Luzaide-Valcarlos vuelve a vivir otro de los momentos más esperados.
Desde la casa parroquial, al son de la música y bailando la Martxa, los bolantes se dirigen hasta el frontón Arretxe. Es para ellos un momento especial, de muchos nervios, saben que cientos de personas esperan allí su llegada, y que ese es el momento de mostrar todo lo que saben hacer, es el momento de demostrar –igual que lo han hecho a la mañana- que esas danzas no se pierden, que la tradición sigue viva, que vive en su sangre, que ellos son portadores de la herencia de numerosas generaciones que les han precedido, que hay sano orgullo de luzaidarras, y que eso orgullo lo van a exteriorizar con manos y pies al son de la música en medio de todo un mar de miradas, de flashes y de aplausos que no hacen sino premiar el esfuerzo que han hecho y fusionarse en ese mismo sentimiento de identidad y de unión con los antepasados.
Todo eso, y mucho más, es lo que sentirán ellos esta tarde en esos minutos de espera antes de entrar al frontón mientras esperan que se les dé entrada tras una breve presentación.
Y allí que entran; y allí que bailan, y bailan, y bailan, repitiendo muchas de las danzas que a la mañana han exhibido en la Plaza de Santiago. Es la puesta en escena de una tradición secular; es todo un homenaje a quienes durante siglos han habitado todos y cada uno de los barrios de esta localidad; es transmisión en directo; es rito; es folklore; es cultura. Una a una, se ponen en marcha todas las coreografías, suenan los cascabeles, pies y manos se agitan con arte, al ritmo de la música.
Al finalizar toda esta exhibición, dos personajes muy curiosos hacen su aparición, son los atxatatupines; se trata de dos luzaidarras vestidos con zarzas, batas…, y en la mano dos porras. Dan ellos tres vueltas al frontón debidamente acompañados, y a continuación los voluntarios del público deben quitarles toda la ropa y utensilios; todo ello controlado por los gorris, jueces en este acto. Esta parte del espectáculo es muy esperada por todos, teniendo siempre presente que aquí hay que jugar limpio.
Y la jornada de hoy acaba con la Martxa. Es el momento de la despedida, un momento sublime que alcanza su máximo apogeo cuando los dantzaris, para decir “hasta pronto” se quitan la txapela. Es en este mágico momento cuando el público emocionado se levanta y aplaude sin cesar. Es la forma de decir gracias.
Sirvan estas líneas para sumarse a ese agradecimiento; quieren también ser aplauso, quieren ser reconocimiento a los bolantes de hoy y a todas aquellas generaciones que supieron transmitir esta costumbre con el resultado que hoy vemos. Queda aquí expresado el deseo de que detrás de estos niños, adolescentes y jóvenes que hoy danzan en Luzaide, veamos cada año una cantera que sea garantía de relevo. Y finalmente, quede aquí la felicitación al Ayuntamiento de esta localidad, y particularmente a Mari Jose Gamio, concejal, en representación de todos los que trabajan en salvaguardar esta seña de identidad, porque han sabido intervenir como había que hacerlo, recuperando como mejor se ha podido las indumentarias de antaño, las de los bailes, y las de la vida cotidiana y festiva, creando con todo ello una exposición permanente, de la mano de la modista Anunchi Mendaza. Es momento de arrimar el hombro, de revisar los baúles, de rebuscar en los armarios, de localizar fotografías, de desempolvar documentos, de ser generosos en las donaciones, y de hacer causa común con el consistorio para que esta seña de identidad no sólo no se pierda, sino para sentar las bases que nos permitan mantenerla documentada a partir de ahora.
Tenemos hoy una cita en Luzaide-Valcarlos. Un cita llena de color y de música, de pasado y de futuro.

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