CASTILLO DE ATXORROTZ.
ARQUEÓLOGOS NAVARROS EXCAVAN UN ANTIGUO BASTIÓN NAVARRO
Texto: Fernando Hualde
En tierras guipuzcoanas, navarras en otro tiempo, se alzó durante siglos el castillo de Atxorrotz. Estos días un grupo de arqueólogos navarros trabaja en sacar a la luz sus restos y su historia.
En más de una ocasión nos hemos asomado aquí a parcelas del patrimonio navarro que en la actualidad, físicamente, están fuera de las fronteras de Navarra; la razón de ello la encontramos en el hecho de que el Reino de Navarra tuvo en otro tiempo unas fronteras mucho más amplias que las actuales. Es por ello que hoy nos adentramos en tierras guipuzcoanas, pertenecientes en otro tiempo a la corona navarra.
Allí, en el Alto Deba, en el término municipal de Eskoriatza, ha existido durante siglos –y allí están sus restos todavía- el castillo de Atxorrotz, ocupando la cima del monte del mismo nombre, con sus 738 metros de altitud, desde donde se domina todo el valle de Leniz. Dentro de lo que fue su recinto fortificado está hoy la ermita de la Santa Cruz, centro espiritual importante en la zona, desde donde una reliquia del Lignum Crucis bendice anualmente los campos y las cosechas de esa tierra.
Arqueólogos navarros
Esta pasada semana, el 30 de septiembre, se presentaban en el Ibarraundi Museoa las obras de excavación arqueológica que se iban a iniciar al día siguiente por parte de la empresa Larrate, de la localidad navarra de Bera. Así pues, durante estas dos primeras semanas de octubre las arqueólogas Oihana Artetxe y Naia Semper, con la colaboración del escritor e historiador Iñaki Sagredo, se pondrán al frente de los trabajos arqueológicos que se van a desarrollar en los cimientos de uno de los castillos más importantes que llegó a tener el Reino de Navarra. El presupuesto de estas obras asciende a 12.000 euros, de los que el Departamento de Cultura de la Diputación Foral de Gipuzkoa se hará cargo de algo más de la mitad, financiando el resto el Ayuntamiento de Eskoriatza.
Va a ser una excavación pedagógica; no solo se van a buscar resultados a la hora de ampliar los conocimientos que se tienen sobre este castillo, sino que se va a buscar que los escolares aprendan lo que es un trabajo arqueológico y cómo se hace, a la vez que se les va a explicar in situ la historia de ese castillo.
En este sentido es obligado destacar el importante papel que desarrolla Iñaki Sagredo, autor de los tres tomos, editados por Pamiela, de “Navarra. Castillos que defendieron el Reino”, y autor también de otros muchos folletos y trabajos sobre los castillos navarros, quien a través de sus conferencias poco a poco va consiguiendo rescatar la memoria de todas aquellas fortalezas vinculadas al Reino de Navarra, animando a la vez a la puesta en marcha de trabajos arqueológicos que permitan sacar a la luz datos e información ocultos hasta ahora. Iñaki Sagredo, todo hay que decirlo, no solo escribe y habla, sino que es el primero en tirar de pico y pala.
Lo importante es que desde el día 1 de octubre se está dando continuidad a unas excavaciones que Ignacio de Barandiarán inició en los años sesenta del pasado siglo. “Se trata de recuperar el castillo como un punto importante de referencia, ya que en la provincia de Gipuzkoa de este tipo de castillos medievales no hay nada recuperado”, afirmaba Iñaki Sagredo en la presentación de los trabajos a realizar.
Ahora mismo, lo que hay en la cima de Atxorrotz son restos de un recinto amurallado que ocupan 470 metros cuadrados de superficie; quedan igualmente los restos de un aljibe labrado en la roca, con forma de paralelelípedo, y con una capacidad de unos 30.000 litros de agua, con el que se aseguraba la provisión de agua a la guarnición en caso de asedio; y quedan restos, debajo de la muralla, de una pequeña cueva o galería que al menos estuvo habitada en la Edad de Bronce. Esto es todo lo que queda, y sobre estos restos lo que hay son hipótesis sobre la existencia de un torreón (posiblemente bajo la actual ermita) y de otro tipo de edificaciones.
Así pues, en esta intervención que se desarrolla estos días, lo que se está haciendo es un sondeo estratigráfico, una cata de 10 por 1’5 metros. De allí se extraerán, previsiblemente, todo tipo de restos (cerámicas, flechas, lanzas, monedas, etc.), y cualquier indicio de construcción que salga a la luz será consolidado, pensando siempre en futuras intervenciones. De alguna manera podemos decir que la empresa Larrate va a trabajar sobre seguro, pues se conocen los resultados y el emplazamiento de la cata que se hizo en los años sesenta, y lo que se busca ahora es que este trabajo sea un complemento de aquél.
La idea, una vez que se acaben este mes los trabajos, es poder llegar a hacer una exposición con todo lo que se haya encontrado; exposición que irá acompañada de alguna conferencia en donde se explique el resultado de lo realizado. No hay que olvidar que la extracción de restos va a permitir establecer sobre ellos unas dataciones, que a nivel de investigación se traducirán en avances importantes en los conocimientos que hasta ahora se tienen sobre esta fortaleza.
Quedan por delante nuevas intervenciones; seguramente que los resultados de estos días las van a pedir a gritos. Y sobre todo queda por delante todo un proyecto de musealización del entorno de Atxorrotz, que también lo pide a gritos esta atalaya natural.
El castillo
Y del castillo de Atxorrotz lo que sí podemos decir es que fue uno de los castillos más importantes que tuvo Navarra; sin olvidarnos que en los siglos XII y XIII era, sin duda, la fortaleza más importante que existía en lo que hoy es la actual provincia de Gipuzkoa. Su torreón era una torre vigía que, al menos hasta el siglo XIV, atendía la seguridad de una de las vías de comunicación más importantes que durante siglos hubo entre Europa y la Península Ibérica.
Nos recuerda Iñaki Sagredo que “el castillo de Atxorrotz era cabeza de tenencia, un macrodistrito regido por un tenente. Los tenentes más importantes navarros estaban aquí. Atxorrotz, como punto defensivo, era lo más importante, siendo paso obligado de la llanura alavesa a la costa”.
A finales del siglo XII, que es cuando Gipuzkoa pasa a incorporarse definitivamente al Reino de Castilla, este de Atxorrotz es uno de los castillos que pasa a manos del rey castellano Alfonso VIII.
Llegado el siglo XIV esta fortaleza perdió el glamour que siempre había tenido. Allí queda el dato de 1369 en el que este castillo fue incluido por Ordenanza Real dentro de la relación de castillos abandonados.
Hoy es el día en el que poco a poco los arqueólogos van a buscar que el castillo de Atxorrotz, igual que el ave Fénix, resurja de sus propias cenizas. Ya lo hizo en el siglo XV saliendo de su abandono en tiempos de Enrique IV, siendo utilizado por las tropas reales los años 1457 y 1463; igual que lo vimos, sus restos, ejerciendo su función militar en la Guerra de la Independencia, y en las Guerras Carlistas, incluso en la Guerra Civil.
No. No se trata de que resurja ahora con fines militares. Debe de resurgir su memoria y su historia, que es a la vez memoria e historia de Navarra, Gipuzkoa y Castilla, pues así de caprichosos fueron los avatares históricos. Es Atxorrotz historia de reinos que rivalizaron, pero es también historia y raíz de un pueblo, Ezkoriatza, y de un valle, Leniz.
Estamos en el siglo XXI; estamos también en torno a esa fecha del 2012 en la que Navarra va a empezar a conmemorar –que no celebrar- la pérdida de su independencia. Y no cabe mirar hacia otro sitio, como no caben miedos ni complejos. Los castillos son símbolo de una época, nos recuerdan que la independencia de Navarra fue un hecho real, y durante siglos. Es en ellos donde se combatió en defensa de la integridad del reino, donde se dejó la vida y la libertad.
Es por ello que el castillo de Atxorrotz debe de recuperar su historia, debe de recuperar sus cimientos, debe de constituir un homenaje al pasado de esa tierra, y debe de ser un proyecto de futuro, tanto desde el punto de vista cultural como turístico. No hay vuelta atrás. Que en este esfuerzo no nos falte fortaleza.
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