AZAGRA, LA PEÑA
Texto: Fernando Hualde
En la ribera estellesa, flanqueada por el río Ebro, está la villa de Azagra, cuyo nombre en lengua árabe se traduce como “la peña”. Su historia está estrechamente vinculada a la de Navarra.
Hay en Navarra localidades cuya ubicación es privilegiada; y desde luego tener buena parte del término municipal delimitado por el río Ebro, es un síntoma inequívoco de tierra rica y fértil, que para sí quisieran muchos municipios. Una de estas localidades es Azagra, en la denominada Ribera Estellesa, cuya franja de terreno colindante con La Rioja, y delimitada por el Ebro, es una enorme terraza fluvial, prácticamente llana, a la que la proximidad del río y el complejo de acequias que canalizan por doquier aguas del Ebro y del Ega, la han convertido en una huerta gigante y fértil. Sobra decir que una de las bases de la economia local son precisamente las industrias conserveras.
Cierto es que no todo el término azagrés es así; existe esa otra parte, la que se arrima a los términos de Peralta y Funes, que presenta un terreno mas agreste y más accidentado, con algunas colinas que rondan los 400 metros de altitud, y que configuran un terreno ondulado, con abundantes barrancos.
Y precisamente, en la confluencia de esos dos tipos de terreno que conforman el término, es allí donde alza su caserío la villa de Azagra.
Historia
Que me perdonen los lingüistas si me equivoco, y de paso que me corrijan, pero creo que dentro de los nombres de localidades que hoy están habitadas en Navarra, es Azagra el único topónimo que es árabe. Su traducción sería “la peña”, y alude a la peña que presidía las inmediaciones del pueblo, coronada con un esbelto torreón, que desapareció –peña y torreón- a causa de los desprendimientos que tuvieron lugar en los años 1856 y 1874, que forzaron el derribo de toda la mole rocosa a causa de su inestabilidad amenazante. Años antes Madoz describía a esta villa como “situada a la izquierda del río Ebro, en llano, y al pie de un peñasco de 100 varas de altura, sobre el cual existe un antiguo castillo que se cree fabricado en tiempos de los sarracenos”.
Se calcula que fue en el siglo XI, después de tres siglos de presencia musulmana, cuando Azagra quedó en zona cristiana, que es cuando Sancho el Mayor logra consolidar la frontera de Funes.
Pero además de esta particularidad, la villa de Azagra tiene en su haber la gran importancia que ha tenido dentro de la historia de Navarra; hasta el extremo de que en el siglo XII fue el origen de una afamada saga familiar, los Azagra, a quien entre otras muchas cosas se debe la conquista y la regencia, en Teruel, de Albarracín. No hay que olvidar que después de Sancho el Mayor, en los dos reinados siguientes (el de García el de Nájera, y el de Sancho el de Peñalén), esta localidad fue “tenencia”, lo que convirtió a su castillo en una pieza clave para los reyes de Pamplona por ser esta fortaleza un importante bastión defensivo situado en la mismísima línea fronteriza frente a los musulmanes. Y es precisamente esto lo que hace que los Azagra se consoliden como un linaje navarro-aragonés afamado y lleno de prestigio. El primer miembro conocido de esta saga es Lope Garcés, que tuvo a su cargo las tenencias de Ayerbe (1098), de Aibar (1110) y de Estella (1111).
Desde su fundación Azagra había pertenecido a la corona navarra, si bien en el año 1457, cuando la población de azagra se repartía entre el castillo y las cuevas del entorno, el rey don Juan (Juan II) cedió la villa a Mosen Pierres de Peralta, pagando así una deuda que el monarca tenía con este noble. Esta repentina conversión en señorío de realengo no gustó a los azagreses que preferían ser una villa dependiente de la Corona, y no una villa de señorío; no sospechaban entonces que esa dependencia de un “señor” la iban a arrastrar durante siglos. De hecho, Isabel de Foix (viuda de Mosen Pierres) en el año 1504 dejó la villa de Azagra en herencia a su prima la reina Catalina. Después vimos a este señorío bajo la propiedad de Alonso Carrillo de Peralta. Poco más tarde, igual que les pasó a otros pueblos de la zona, Azagra pasó a integrar de nuevo el condado de Lerín, al que ya había pertenecido su castillo antes de que Juan II lo expropiase para pasarlo posteriormente a los Peralta. Y si durante siglos los azagreses han dependido de los Peralta, también marqueses de Falces, durante ese mismo tiempo han sido constantes los esfuerzos de los vecinos por no estar sujetos a señorío alguno. Pese a ello, tuvo que ser la Ley Abolitoria de los Señoríos, la que marcó el principio del fin de esta situación; y si digo tan sólo el principio es porque todavía en el siglo XIX eran los marqueses de Falces quienes, a propuesta del pueblo, nombraban el alcalde ordinario de la villa.
Y esta es a grandes rasgos la historia de esta villa, que como toda villa fronteriza posee una historia rica, entremezclada en este caso con diferentes culturas y religiones. Ya nos acercaremos otro día a la historia de su castillo, o a su parroquia del Salvador, o a su basílica de la Virgen del Olmo, o a su historia más reciente, sus fiestas, la barca que hubo en el Ebro, la elaboración de las redes, los telares de lienzos, las conserveras, o la vieja casa consistorial que subsistió hasta mediados del siglo XX…; son tan sólo algunos ejemplos de las muchas cosas que hoy se quedan en el tintero. Sin embargo, para entender todas estas cosas, es indispensable empezar por los cimientos, por las raíces, pues es allí donde se apoya todo lo demás. Así que otro día daremos continuidad al patrimonio histórico y cultural azagrés.
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