GARDALAIN
UN REBAÑO DE CASAS EN RUINAS
Texto: Fernando Hualde
Gardalain es uno de los muchos despoblados que hay en la finca forestal de Ezprogui. Ninguna de sus casas se mantiene en pie, y la vegetación lo ha convertido ya en un lugar inaccesible.
Una de las cosas para las que ha servido la creación de un blog dedicado a recoger todos los reportajes que en esta sección dominical se dedican a los despoblados de Navarra (despobladosnavarra.blogspot.com) ha sido para descubrir el enorme atractivo que tiene esta temática entre los lectores. Confieso que no esperaba recibir tantos y tantos correos de personas que me han pedido seguir en esa línea de preservar la memoria de los despoblados; por el contrario, más bien pensaba con anterioridad que estos lugares no tenían quien les llorase. He recibido correos y cartas verdaderamente emotivas, y de todas ellas, representando a esas personas que me han mostrado su agradecimiento, me apetece citar la carta que me envió Blanca Elizari Armendariz, de 80 años, fiel seguidora de esta sección, que agradeció el reportaje dedicado a Irangoiti, y para quien todos esos pueblos de la finca forestal de Ezprogui tienen un valor evocativo muy especial. Una carta tan agradecida y entrañable como la de ella, con todas las aportaciones que hace plasmando los recuerdos de su madre, es de las que te hace verle sentido a toda esta labor de salvaguardar la memoria de tantos rincones de nuestra tierra. Es por ello que hoy me voy a permitir dedicarle este reportaje a Blanca, un reportaje en el que vamos a repasar la historia de otro de los pueblos deshabitados integrados en Ezprogui. Poco a poco iremos sacando a todos los despoblados de esta finca, cuyo recuerdo todavía perdura en la memoria de los más ancianos. Y hoy le toca el turno a Gardalain.
Vegetación salvaje
Es en este espacio, buena parte de él constituido hoy como finca forestal del Gobierno de Navarra, donde encontramos a la antigua localidad de Gardalain. Para llegar hasta allí hay que acceder desde Moriones; desde esta localidad, por encima de su pintoresco cementerio, sale una pista hacia Guetadar. Poco antes de pasar la compuerta del barranco de Gardalain sube un camino hacia la derecha que en 15 minutos, a pie, nos sitúa ante las ruinas de Gardalain.
En mi caso concreto tengo que decir que fui a Gardalain utilizando otro camino, concretamente desde el monte de enfrente, donde está Irangoiti, lo que permite ver la localidad de Gardalain en todo su conjunto desde una cierta distancia y en su más cruda realidad, algo así como un rebaño de casas en ruinas, como esas ovejas que se ponen en el belén navideño, que están tumbadas y el musgo es casi más alto que ellas. Pues ese es el aspecto que ofrece Gardalain desde la distancia. Aquí si que podemos decir que la vegetación ha vuelto a recuperar su sitio.
Y prueba de ello es que una vez que llegas a la localidad, a partir del abrevadero que allí hay, se convierte todo en un lugar prácticamente inaccesible. Tanto lo que fueron sus calles, como el interior de las casas, es hoy una auténtica maraña de zarzas en donde es imposible avanzar ni adentrarse. Tan solo el interior de la iglesia se mantiene, de momento, libre de vegetación; eso sí, a quien sea capaz de llegar hasta la iglesia a ese hay que darle premio. Es precisamente este edificio el único de todos que mantiene sus cuatro paredes; y sobra decir que ninguno conserva su cubierta, o tejado, aunque a través de las ruinas podemos constatar de que algunas de las casas tuvieron tejados construidos a base de lajas, a los que posteriormente se les puso encima la tradicional teja curva, o árabe, como la queramos llamar.
Historia
Todo parece indicar que la presencia humana en este lugar –inexistente hoy- data de muy antiguo. Muy cerca de las actuales ruinas de la localidad se ubica un asentamiento al aire libre con restos del Eneolítico-Bronce. Incluso, muy cerca de la antigua nevera de Gardalain, todavía se puede encontrar una pequeña sepultura, probablemente de un niño a juzgar por el tamaño de la lápida, correspondiente a esa época.
Parece muy probable que entre las casas de esta localidad existiese en otro tiempo una construcción palaciega. De hecho, Sada y Gardaláin tuvieron un mismo señor, que en el año 1613 era Juan de Aibar y Azpilcueta.
El Diccionario de la Academia de la Historia recogía a principios del XIX la existencia de Gardaláin como “uno de los siete lugares que componen la tierra que llaman Vizcaya del valle de Aybar”. En 1802 contaba esta localidad con siete casas habitadas, en las que vivían un total de 33 vecinos; el lugar era en aquél momento propiedad del Barón de Beorlegui (el primer título nobiliario que se concedió en Navarra), lo que le permitía a este lugar ser considerado como señorío de realengo. Gobernaba el lugar un diputado, designado por su antecesor, y por los regidores del lugar, previamente elegidos por los vecinos.
En 1858 Gardaláin contaba con 59 habitantes; con 33 en 1887; con 54 en 1900; con 44 en 1910; con 43 en 1920; con 30 en 1930; con 26 en 1950; y con 9 en 1960. Es en esa década cuando, tras ser comprado el término por la Diputación Foral de Navarra, queda totalmente despoblado.
La guía “Navarra a la vista”, de carácter anual, en su número correspondiente al año 1944 informaba que ese año Gardaláin contaba con 30 habitantes de hecho, y 30 de derecho; decía también que su riqueza residía en la ganadería; e informaba que el párroco era don Sotero Elizari, que el propietario de la localidad era don Manuel González de Castejón (Barón de Beorlegui), y que quien explotaba sus terrenos era doña Teresa Armendáriz.
En la actualidad Gardalain pertenece al Patrimonio Forestal de Navarra, integrado en la finca denominada Ezprogui (integrada por los despoblados de Sabaiza, Usumbelz, Guetádar, Julio, Arteta, Loya, Gardalain, e Irangoiti), con importantes masas forestales de roble y de pino laricio, este último de repoblación y silvestre.
Patrimonio conservado
Acostumbrado en buena medida a recorrer despoblados y a comprobar una y otra vez el expolio al que han sido sometidos, la verdad es que resulta grato observar que en Gardalain, a pesar de la ruina total en la que se encuentra, y a pesar también del dolor que siempre produce el hecho de ver que donde ha habido vida e historia ahora hay silencio, ruina y soledad…; a pesar de todo ello hoy es el día en el que podemos decir que al menos algunas de las piezas importantes del patrimonio artístico de su iglesia parroquial de San Vicente están conservadas.
Por un lado en el Museo Diocesano se exhibe una talla de la Virgen, que parece que pudo formar parte de un Calvario; y en ese mismo lugar se guarda también una escultura de Santa Bárbara.
Y por otro lado hay que destacar que a mediados de los años setenta del siglo XX el arzobispado retiró de la iglesia de San Vicente dos piezas interesantes. Por un lado, de la sacristía se retiró un hermoso lavabo de piedra, o fuente, con la inscripción IHS / AÑO 1751, con su correspondiente desagüe con canalización de piedra; es una pieza que luce un marco rectangular moldurado, coronada en su parte superior por un frontispicio triangular, que aloja en su parte central una pequeña hornacina con su propio pedestal, de donde brota el agua; el frontal de este pedestal exhibe una curiosa cabeza humana tallada en la piedra. Y por el otro lado se retiró la pila bautismal, de trazo sencillo y simple, lisa –sin decoración alguna-, pero de una robustez extraordinaria; la línea superior del vaso presenta un trazo lobulado. Ambas piezas, oportunamente retiradas, se conservan desde hace unas décadas en la parroquia de San Blas, en Burlada (Navarra), cumpliendo con la función para la que fueron creadas, que es el mejor homenaje que se puede hacer a sus autores.
No siendo equiparable en grado de importancia, pero sí al menos digno de mención por lo que de intervención patrimonial supone, el pasado mes de octubre se hizo un amplio reportaje fotográfico de esta localidad para dejar constancia de su estado de conservación en ese momento (una selección de esas fotos pueden verse en el blog mencionado al principio). Así mismo se retiraron de entre las ruinas algunas herraduras de caballerías, destacando que una de ellas conservaba alguno de los clavos; y se retiraron también algunas muestras de elementos constructivos. Todo ello ya está catalogado.
A partir de aquí lo que queda ahora es bucear en el escaso patrimonio documental que sobre Gardalain se conserva en los diferentes archivos navarros. Aunque, sin duda, la prioridad en este momento es la de localizar y recoger el testimonio de aquellas personas que conocieron la vida cotidiana en este lugar. Para ello está también el blog en internet, y esta propia sección dominical, dos herramientas que hacen posible que personas como Blanca Elizari nos aporten el testimonio de que hace más de un siglo las niñas de Gardalain, de Julio, de Guetadar… se comunicaban a través de irrintzis para ponerse de acuerdo a la hora de salir al sitio de siempre a jugar juntas.
Hoy suenan de nuevo esos irrintzis desde estas páginas haciendo un llamamiento para que todo aquél que guarde algún papel, alguna fotografía, o tenga algún testimonio que contar y que aportar a esta historia íntima de los despoblados de Ezprogui, para que a través del blog se ponga en contacto y contribuya con ello a preservar la historia que forjaron sus antepasados.
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