16 DE AGOSTO DE 2010

URDÁNIZ, LUGAR DE HIDALGOS Y LABRADORES

Texto: Fernando Hualde
Fotos: Fondo Documental Erronkari




A principios de este mes se presentaba en Urdániz un libro sobre esta localidad. Estamos ante todo un alarde de trabajo bien hecho, completo y laborioso, que lleva la firma de Arturo Borruel Olano.

Hace unos días este rotativo se hacía eco de la publicación de un libro, escrito por Arturo Borruel Olano, dedicado a la localidad de Urdániz, en el valle de Esteribar. El libro en cuestión se titula “Urdániz, lugar de hidalgos y labradores”.
La casualidad quiso que tan solo unos días antes una mano amiga me lo prestase para que lo viese, y eso es lo que he hecho, y con detenimiento, durante estas semanas. Y la idea que quisiera transmitir hoy aquí, voy a hablar con claridad, es la de que estamos ante un trabajo que es para descubrirse.
No es la primera vez, ni será la última, que está sección se dedica a determinados trabajos o publicaciones elaboradas por investigadores locales de Navarra. Afortunadamente son numerosas las localidades de nuestra tierra que cuentan con una persona que dedica una parte importante de su tiempo a profundizar en la historia local; pienso en localidades o en valles como Falces, Baztán, Liédena, Milagro, Izagaondoa, Uharte Arakil, Enériz, Puente La Reina, Burguete, Valdorba, Castejón, Zugarramurdi… y un larguísimo etcétera que abarca toda la geografía foral. El denominador común de todos estos trabajos es que todos ellos esconden en sus páginas muchos años de trabajo, a veces toda una vida dedicada a rastrear en los archivos, a dejar la vista con aquella caligrafía de los escribanos de antaño, a recomponer pieza a pieza el puzzle de la historia y de la intrahistoria de nuestros pueblos. Y aunque conozco de sobra el interés que mueve a todos estos historiadores locales, que es puramente altruista y guiado por el amor a su tierra, no deja de ser injusto el comprobar lo desapercibidos que pasan para el gran público este tipo de trabajos y de esfuerzos.


Historia de sus casas

En el caso que hoy nos ocupa el beneficiado es el valle de Esteribar, y el protagonista es Arturo Borruel. Ciertamente, Esteribar es un valle que es estéticamente bonito y muy atractivo, e históricamente tiene muchos recovecos, muchas pequeñas historias. Su ubicación fronteriza, la fábrica de armas y municiones de Eugui, la mina de magna, y la explotación forestal de sus montes, son algunos de los elementos –por citar tan solo algunos- que salpican su historia antigua y moderna de capítulos sumamente interesantes
El de Urdániz no es el primer libro que escribe Arturo Borruel sobre este valle, y seguramente tampoco será el último, pero creo no equivocarme si digo que sí que es el primer libro en el que ha llegado a ese nivel de profundidad en sus investigaciones. Son nada menos que 331 páginas de letra pequeña, en donde todas y cada una de sus casas y edificios encuentran allí reflejada su historia con todo lujo de detalles; todo un regalo para los descendientes de esas casas. Se detecta un trabajo de archivo realmente impresionante, nada ha quedado por mirar. Año a año, siglo a siglo…, desde 1265 hasta hace tan solo cuarenta años, la historia de Urdániz ha quedado minuciosamente recogida, y en consecuencia salvaguardada y difundida, que es lo que importa.
Estamos ante todo un mosaico de pequeñas historias, debidamente documentadas y amenamente explicadas. Dice el autor que hay en este libro más de 1500 horas de trabajo; no lo pongo en duda, yo incluso hubiese calculado más; pero a veces el asunto no está en el número de horas –que es muy importante- sino en cómo están aprovechadas esas horas, y está claro que aquí han cundido, que aquí se han rentabilizado al máximo.

 Año 1971.- Alumnos de la escuela de Urdániz

Mil historias

Es evidente que lo mejor es leer el libro. Pero para quien no pueda hacerlo yo le adelanto que hay infinidad de historias, de historia menuda, la del día a día. Recuerdo la trifulca que se organizó en una viña en 1555 por cortar unos sarmientos que obstaculizaban el paso a otra viña; recuerdo las dificultades que pasó Graciana de Urdániz en 1569 a causa de que su marido tuviese que huir tras ser acusado de un crimen. Allí queda también la historia, en 1628, del abad de Urdániz, D. Fermín Ilárraz, que, indignado por la injusticia, llega a agredir con dos puñetazos al escribano real de Larrasoaña porque este se negaba a devolver unas prendas a otro vecino cuyos recursos parece que eran escasos; o los trámites en 1742 para construir un nueva iglesia, no donde estaba la anterior, sino en el solar de la basílica-ermita de Ntra. Sra. del Rosario; por no hablar de las extrañas circunstancias que en 1753 envolvieron la muerte de Lorenza de Nápoles, aparentemente ahogada en el río, y de la que se rumoreaba que había tenido deslices amorosos con diferentes hombres.
Y entre todas estas páginas queda también la historia de la Cofradía de la Veracruz, y la del palacio, y la del molino, y la de la herrería, y la del vínculo, y la de la posada, y la de la venta, y la de la escuela, y la del cementerio, y…
Lo dicho, estamos ante un libro especialmente rico en datos y detalles. Para comprobar la magnitud de esta obra bastaría con ver el extenso índice. El trabajo de Arturo Borruel es, sin duda, todo un lujo para el concejo de Urdániz y para todo el valle de Esteribar, que con toda seguridad sabrán valorar esa lotería que les ha tocado; no es fácil, cuando la situación demográfica es la que es, que entre tus vecinos surja uno con iniciativa y con capacidad para desenterrar, recomponer y mostrar la historia local como ahora lo ha hecho este ingeniero agrónomo jubilado. Me consta que el autor no se ha sentado a descansar, que está ya preparando un nuevo trabajo. Para quitarse el sombrero, ¡sí, señor!.

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